Improvisación. Esta es, quizá, la palabra que mejor puede describir cómo se han desarrollado las prácticas policiales para atender, cuidar y custodiar a la población penitenciaria que está en los Centros de Detención Preventiva. Cuando resumimos los esfuerzos de los funcionarios con la palabra improvisación no es desde la crítica. Por el contrario. En medio de los errores y dificultades se han desarrollado buenas prácticas policiales. Esa improvisación que destacamos tiene una razón de ser. Los policías no se formaron para cuidar presos y desde 2011 han tenido que abandonar actividades de seguridad ciudadana para asumir roles del sistema penitenciario.
Desde agosto de 2016 en el Área Metropolitana de Caracas se monitorean 26 centros de detención preventiva, también conocidos como calabozos policiales. Para tener un panorama general y equilibrado de cómo se han asumido las funciones de custodia penitenciaria en estos espacios durante 11 años, tomando como punto de partida julio de 2011 que es cuando el fallecido Presidente Hugo Chávez creó el Ministerio de Servicio Penitenciario y, a su vez, ese despacho con la entonces ministra Iris Varela al frente prohibió los traslados a las cárceles desde las comisarías sin la aprobación del ente ministerial, se consultó a tres policías que custodian detenidos en distintos organismos de seguridad.
Un funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Un agente de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y un efectivo de una policía municipal ubicada en el Área Metropolitana de Caracas, compartieron con Una Ventana a la Libertad cómo ha sido su experiencia custodiando a la población reclusa que está detenida en las cárceles paralelas de Venezuela.
A juicio de un funcionario del Cicpc el hacinamiento en los calabozos policiales ha generado deterioro en la salud física y mental de esa población reclusa.
“Los detenidos que se encuentran cumpliendo su proceso se han enfermado de gravedad con diagnósticos como enfermedades pulmonares, tuberculosis, sarna, así como también les ha afectado la parte psicológica por el encierro entre cuatro paredes, ya que la mayoría de los despachos policiales no cuentan con amplio espacio físico para la mejor atención de estas personas. Para mejorar o reforzar este sistema procesal sería bueno por parte del Ministerio Penitenciario un equipo multidisciplinario que se aboque no solo a los penales, sino también a las comisarías y comandos policiales, ya que en dichos lugares también se encuentran personas condenadas y en juicio que deben tener una mejor atención procesal”, manifestó el funcionario de la policía científica.
Desde 2020, de acuerdo con un policía que trabaja en una comisaría municipal del Área Metropolitana de Caracas, los Centros de Detención Preventiva se han tenido que adaptar a nuevas prácticas, a partir de la pandemia por el COVID-19, y también a raíz de la creación de la Comisión de la Revolución Judicial en junio de 2021. La visión de este policía es interesante pues, además de estar a cargo de la custodia de reclusos desde 2011, tiene estudios en materia penitenciaria.
“Cuando comenzó la pandemia tratamos de aislar a nuestro grupo de privados de libertad y trasladamos a los que tenían el virus a hoteles ubicados en el municipio. Pero eso trajo como consecuencia que reflexionáramos muchas cosas. Una vez que entró el Covid entre los privados de libertad, también ingresó de manera paralela esas ganas de querer hacer las cosas muy atropelladamente y le quitamos al sistema de justicia venezolano gran parte de la responsabilidad dándosela a la Asamblea Nacional. Entonces llegó un momento donde los planes de descongestionamiento venían diligenciados directamente de la Asamblea y de los diputados y en el trayecto aprendimos que muchos intereses están de por medio a la hora de querer sanear el sistema de justicia y de combatir el retardo procesal”, refirió el funcionario.
En medio del ensayo y error en la custodia de detenidos, los policías que ejercen estas funciones de custodia de la población reclusa han sumado logros. Un funcionario de la PNB comenta con orgullo que desde mediados de ese 2022 han limpiado las celdas de los calabozos policiales con hidrojet para prevenir enfermedades infectocontagiosas y, en cuanto a las prácticas locales para evitar la reincidencia luego que los internos quedan en libertad, el policía destaca el papel fundamental de los cristianos que organizan actividades para esa población.
“Hemos trabajado muy bien con los evangélicos. Ellos todas las semanas visitan los calabozos para hacer actividades de reinserción con los reclusos. Les enseñan deportes, manualidades, repostería, canto y, lo mejor de todo es que cuando algunos de los privados de libertad quedan libres ellos los terminan de rescatar y los suman a sus actividades en la iglesia”, explicó el funcionario de la PNB.
Al monitorear las causas de detención en los 26 calabozos monitoreados en Caracas, se determina que el delito que más se repite es el robo. Sin embargo, los casos de extorsión, violencia de género, abuso sexual y, en menor medida con los secuestros, son una constante.
Uno de los policías consultados advirtió que las estadísticas que se manejan en materia de criminalidad y causas de detención no son cien por ciento confiables: “Las estadísticas son un poco sesgadas. El Observatorio Venezolano de la Seguridad nos pide que reportemos estadísticas, ¿qué es lo que pasa? que cuando se reportan las estadísticas no son totalmente sinceras. Si en una torre ministerial se roban un celular, ellos reportan ese robo del celular como si fuese el robo en una vía pública, cuando sabemos que es un delito de acción privada porque fue dentro de una institución del Estado. Ellos no lo reportan. O simplemente lo reportan directo al ministerio y hay disparidad en cuanto a la información que llega. Entonces, solo tenemos información de lo que podemos montar desde nuestra plataforma con lo que hacen nuestros funcionarios todos los días en la calle. Pero cifras oficiales, que sean correctas y que estén ajustadas a la realidad, desde mi punto de vista, no existen”.
Desde 2011 hasta este 2022 se ha confirmado que, aunque han surgido prácticas para descongestionar los calabozos policiales, estos espacios no han podido ganarle al hacinamiento, pues las aprehensiones en operativos policiales son una constante y los traslados a las cárceles no siempre se dan en los plazos esperados. Entonces, ¿qué corresponde hacer para tener mejores condiciones de reclusión en estas prisiones paralelas?