Lapatilla
Yelitza Ramírez es una joven invidente, de 23 años. Nació prematura, y de allí la condición con sus ojos: el oxígeno de la incubadora quemó sus retinas. Pero esto no ha sido un impedimento para alcanzar sus sueños.
Por Luz Dary Depablos / Corresponsalía lapatilla.com
En la actualidad, factores externos como la falta de inversión en las universidades públicas tradicionales de Venezuela, sí se ha convertido en un obstáculo para cumplir con algunas asignaciones como estudiante del primer año de Comunicación Social de la Universidad Los Andes – Táchira, donde no se cuenta con los equipos ni software adecuados de inclusión.
Esta estudiante universitaria diariamente viaja desde la Troncal 5, específicamente desde la población de El Piñal, municipio Fernández Feo, ubicado a más de 40 kilómetros de San Cristóbal, es decir, a casi dos horas por carretera en transporte púbico.
Previo a este largo recorrido que realiza sin la compañía de ningún familiar, se levanta a las 3:00 de la madrugada para preparar su desayuno y almuerzo, ya que debido a la crisis presupuestaria en la universidad también dejó de funcionar el comedor, el cual beneficiaba a centenares de estudiantes de municipios lejanos.
Yelitza manifiesta sentir frustración en sus clases de computación, donde se ha sentido excluida debido a que los equipos son obsoletos y no cuentan con el software “Jaws”, que es un lector de pantalla para personas ciegas, programa que sí lo poseen todos los equipos de la Universidad Bolivariana, donde en otro momento recibió algunas clases, asegura la joven.
Anhela que las condiciones de la ULA sean más incluyentes, pues hasta ahora solo su interés por superarse y el apoyo de los docentes por enseñarle a pesar de no contar con los equipos indicados para formar a personas con esta condición, es la opción que tiene para lograr alcanzar su meta de graduarse en medio de la grave crisis presupuestaria que atraviesa esta casa de educación superior.
Sin recursos
Omar Pérez Díaz, vicerrector decano de la ULA – Táchira, quien conoce de cerca la crisis presupuestaria que se padece en esta universidad, es el encargado de dar las clases personalizadas de la asignatura de Economía a Yelitza. Recuerda que hace tres promociones, a pesar de tantas limitaciones, justo otra joven invidente ocupó el primer lugar en rendimiento en la carrera de Comunicación Social.
Aunque como él, otros profesores de esta universidad también tengan la mayor disposición de enseñar a Yelitza, la falta de equipos adecuados seguirá siendo un obstáculo, justo cuando universidades en el resto del mundo ya empiezan a incorporar la Inteligencia Artificial en las plataformas para la formación de sus estudiantes.
La ULA – Táchira durante años siempre se ubicaba en el primer lugar en el ranking de las mejores universidades de Venezuela, pero debido a la falta de inversión para mejorar su infraestructura, formación de docentes y actualización de equipos tecnológicos, perdió esa posición y descendió al cuarto lugar, así lo indicó Pérez Díaz.
“Lamentablemente nosotros tenemos equipos obsoletos, totalmente fuera ya del mercado y algunos porque no se han actualizado. No hemos tenido recursos para incorporar estas nuevas herramientas, que son una referencia para ofrecer una mejor formación”, dijo el Vicerrector,
Igualmente, explicó que en el caso de la carrera de Administración, no se cuenta con los softwares que se requieren para efectos contables, para matemática financiera, entre otros.
Enfatizó que los pocos equipos que funcionan, no cuentan con la velocidad ni con la capacidad requerida, por lo que a su juicio “esta limitación de inversión en las nuevas tecnologías, nos hace caer e ir distanciándonos más de los procesos de desarrollo.”
Actualizar e incorporar nuevos softwares en laboratorios y aulas especializadas en universidades públicas venezolanas requiere de grandes inversiones que no se ejecutan desde hace más de una década.
“El gobierno no ha entendido que la educación es una inversión social. Donde hay buena educación, hay buenos ciudadanos y grandes ciudades”, concluyó el profesor, Omar Pérez Díaz.