Juan Szabo es ingeniero Mecánico/Petrolero con B.S. y se M.S. de la Universidad de Houston con más 50 años de experiencia en empresas de servicios petroleros, empresas integradas internacionales, empresas nacionales, pequeñas empresas públicas y privadas.
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Las actividades más relevantes durante su carrera en PDVSA fueron la gerencia del proyecto de exploración costa afuera en 1978, adquisición de Citgo y Champlin en 1985, formación de empresa petroquímicas con participación privada 1987-93 y el proceso de la Apertura petrolera 1994 -99. Se acogió a la jubilación temprana, en 1999, cuando se desempeñaba como Vicepresidente de Exploración y Producción. Actualmente Coordina los Diplomados de formación de Gerentes para las Industrias Petrolera, Gas y Petroquimica en el IESA.
Fue entrevistado por el Observatorio Venezolano de Finanzas que reproducimos íntegra a continuación
1. Dr. Szabo, actualmente, en julio de 2021, la producción petrolera de Venezuela se estima en aproximadamente 650.000 barriles diarios, muy inferior a los 3.500.000 de barriles diarios producidos cuando Chávez llegó a la presidencia. ¿Cómo explicar ese hecho?
Desde el mismo momento en que Chávez ganara las elecciones del 1998 y estableciera su equipo de transición petrolera, se hizo evidente que el nuevo gobierno, al tomar las riendas del país, venía con una filosofía revanchista, que tarde o temprano cambiarían las políticas petroleras reinantes para ese momento.
En efecto, PDVSA se encontraba instrumentando los lineamientos tendentes a continuar con el proceso de “apertura a capitales privados”, con el objeto de incrementar el potencial de producción, la cual estaba creciendo a una tasa de casi 200 mil barriles diarios (MBPD) cada año, para generar mayor flujo de caja para la nación.
Esta fue la política petrolera que el país había decidido darse en una secuencia de estrategias preparatorias y que inclusive había sido aprobada, con una mayoría abrumadora, en sesión conjunta de ambas Cámaras del Congreso de la República, tal como lo establecían los extremos del Artículo 5° de Ley Orgánica que Reserva al Estado Venezolano la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos, también conocida como “Ley de Nacionalización”, en vigencia para ese momento. Uno de los temas más debatidos en las sesiones del Congreso Nacional, por parte de la minoría disidente, que a la postre resultó ser el apéndice petrolero del Chavismo, obstaculizando la aprobación del proceso, fue su preocupación por el medio ambiente, ¡vaya ironía del destino!
Vale la pena recordar que, en la Ronda de “Convenios de Exploración a Riesgo y Producción bajo el esquema de Ganancias Compartidas”, y ya durante el acto final de presentación de ofertas, con presencia de las Empresas Internacionales y Nacionales de mayor prestigio mundial que competían por explorar, a su exclusiva cuenta y riesgo, 10 bloques en las cuencas sedimentarias del país, un grupo de políticos liderados por Ali Rodríguez y otros como Carlos Mendoza Potellá, Gastón Parra, Álvaro Silva Calderón, por nombrar algunos, presentaron una demanda de nulidad del proceso ante la Corte Suprema de Justicia . Obviamente, ese acto creó zozobra y desconcierto entre las empresas participantes, pero la confianza generada por la pulcritud del proceso permitió que las empresas participaran en la licitación.
El gobierno de Chávez nunca entendió las bondades de la Apertura, aunque bastante se benefició de ella. Posterior a la toma de posesión de Chávez, en febrero del 1999, la Apertura desarrolló significativa capacidad de producción, adicional a los 3,4 millones de barriles diarios que la Administración Chávez recibió en 1999.
En general, existe una confusión en cuanto a potencial o capacidad de producción y producción real. La producción es lo que en un momento específico se produce atendiendo a lineamientos del propio gobierno, de la OPEP o eventos puntuales de mercado, mientras que el potencial de producción es la capacidad total de producir en un momento dado, utilizando la infraestructura disponible para hacerlo. La forma más fácil de ilustrar la diferencia es: lo que se quiere y lo que se puede.
Quizás una buena descripción de los eventos lo configura un comentario que me hizo un alto ejecutivo de la CVP, cuando el colapso de la Industria Petrolera Venezolana ya estaba en camino, me dijo: “Como me gustaría tener ahora los contratos de la Apertura” y yo le replique; “Es que la apertura había sido diseñada para servir al país, tanto en la época da las vacas gordas y como el de las vacas flacas, pero ustedes tardaron casi 20 años en darse cuenta”.
El régimen, en el afán de controlar y doblegar a la industria petrolera nacional y apropiarse de su flujo de fondos, le infligió sucesivos golpes:
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la purga de sus mejores técnicos y operadores y su persecución inmisericorde; la politización de sus dirigentes
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una nueva ley de hidrocarburos diseñada con gríngolas y revanchismo cortoplacista; migración forzada de los convenios a Empresas Mixtas Estatales, las cuales quedaron a merced de la burocracia estatal y las limitaciones financieras que los proponentes de la migración auto impusieron sobre PDVSA
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las expropiaciones de bloques y empresas que nunca lograron levantar cabeza
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el desvió de fondos hacia fines políticos, que redujo las inversiones requeridas en una industria extractiva y eliminó los programas de mantenimiento
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la destrucción organizativa al incorporarle actividades que no son propias de una empresa petrolera: desde proyectos agrícolas hasta el desarrollo de soluciones habitacionales
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el regalo continuado de crudo y productos para sostener políticas regionales orientadas a comprar voluntades
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la corruptela y vandalismo acompañaron a la pérdida del valor de los salarios petroleros
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el endeudamiento extremo y la falta de cumplimiento de los vencimientos no solo de deuda sino de las facturas comerciales
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Estos elementos, que conforman un mal manejo extremo de la industria petrolera venezolana, tanto estatal como privada, no dejaron ninguna posibilidad de salvación de la Industria Petrolera Nacional, reduciéndola a escombros, chatarra y contaminación.
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Después de la llegada de Chávez al poder, la Apertura Petrolera siguió generando nuevo potencial de producción hasta que el régimen considero que se había ordeñado suficiente a los proyectos de la Apertura y llegar al máximo potencial histórico, por la entrada de 1,4 MMBPD. El deterioro comenzó en forma continuada, en particular en la operación propia de PDVSA, sin importar quien estuviera al frente de la estatal de la cual también dependían todas las empresas mixtas o las que quedaron después de las expropiaciones. Los aportes graduales de la Apertura permitieron un maquillaje temporal, reflejado la estabilidad de producción, que termina por desplomarse ayudada por la caída de los precios petroleros.
2. Cuando era evidente la caída de la producción Chávez de la mano de Rafael Ramírez lanzan en 2005 el Plan Siembra petrolera para llevar la producción hasta 6.000.000 barriles diarios en 2012. Claramente ese plan fracasó. ¿A qué factores atribute usted ese fracaso?
Estos planes como el de Magna Reserva y Siembra Petrolera, con nombres rimbombantes, inicialmente tienen como fin lograr algún objetivo estratégico, no necesariamente petrolero, pero cuando los resultados muestran un desenlace diferente o incompatible con las políticas, entonces patean la mesa y se le echa la culpa a un tercero.
En el caso de “Magna Reserva”, un número de empresas, mayormente escogidas a dedo, estimaron el petróleo en sitio de cada uno de los bloques que les preasignaron en la Faja del Orinoco y llegaron a la conclusión global de que el petróleo en sitio, de la Faja del Orinoco, era tal como se había estimado previo a la repartición de bloques. PDVSA contrató a un certificador independiente al que trataron de forzar a certificar reservas más allá de lo certificable bajo las reglas de aplicación internacional. La empresa se negó y el ministerio de un plumazo, y utilizando factores de recobro arbitrarios, anunció reservas que carecen del soporte técnico requerido.
En el caso de “Siembra Petrolera”, revivieron los planes de crecimiento que ellos mismos habían echado al traste, utilizando las mismas proyecciones de crecimiento del Plan diseñado en 1998 y cambiando los años para hacerlo vigente. En ese “nuevo” plan, la producción llegaba al mismo objetivo de 6 MMBPD para el 2012, pero esta vez, milagrosamente, no desbalanceaba al mercado como habían acusado a la “Apertura” de hacerlo.
Duplicar el potencial de producción del país no es soplar y hacer botellas, y la historia mostró que se quedaron soplando, pero sin botellas. Este fracaso rotundo no sorprende, ya que ni tenían la gerencia calificada para instrumentar un plan de esa envergadura, ni contaban con el marco legal y fiscal que incentivara la inversión. Tampoco tenían los cobres requeridos, porque el torrente de ingresos petroleros de esos años de bonanza fue desviado con otros fines y en consecuencia el potencial de producción colapsa, totalmente contrario a lo previsto en el plan.
Cuando se menciona como logro de la “Siembra Petrolera” haber sobrepasado el millón de barriles por día procedentes de la Faja del Orinoco, lejos de ser un logro, es un ejercicio de contabilidad creativa, mediante el cual el poco esfuerzo de generación se colocó en los hombros de Chevron, CNPC, la empresa rusa y Total, para mantener sus niveles de producción de campo y en ocasiones el proceso de mejoramiento para rendir los escasos diluentes que en su mayoría terminan siendo importados. Un esfuerzo a costa de proyectos propios en áreas tradicionales.
Numéricamente, este millón no es más que 650 MBPD de las 4 empresas integradas provenientes de la Apertura, 120 MBPD de conversión de Orimulsión a crudo diluido, unos chorritos de crudo producido con infraestructura prestada, 140 MBPD de las áreas tradicionales bordeando el norte de la Faja, como Pilón, El Salto, Jobo, Morichal y Bare y 200 MBPD de diluente. En este mismo lapso de tiempo, el potencial de producción de las áreas tradicionales perdió 1,0 MMBPD. En resumen, la “Siembra” terminó en una canibalización de la industria, escondida por la inercia que traían los proyectos de la Apertura
El resultado de las mentes de los ideólogos revolucionarios diseñando leyes, condiciones fiscales absurdas y relaciones contractuales estatistas, en estrecho contrapunteo con rampante y corrosiva corrupción, transformaron a PDVSA en un eunuco técnico/comercial.
3. En 2007 Chávez optó por una estatización masiva de las empresas extranjeras socias de PDVSA en la Faja del Orinoco. El resultado ha sido una cadena de demandas contra Venezuela y una caída de la producción. Ahora Maduro quiere atraer inversiones extranjeras para levantar la producción. ¿Es creíble ese llamado?
Quizás debemos comenzar con el refrán español, “Crea fama y échate a dormir”. En todo este tiempo, principios del del siglo XXI hasta hoy día, PDVSA y el Estado, le hicieron “bullying” a todo el que se le atravesara. Cambiaron las reglas del juego, los expropiaron, dejaron de pagarles, los involucraros en corrupción de diferentes tipos y los sometieron a leyes y regímenes que están cerca de ser confiscatorios, como el Impuesto Sombra y el decreto/ley de precios exorbitantes.
Todos estos cambios unilaterales sucedieron, en la mayoría de los casos, haciendo caso omiso a las expectativas de rendimiento que tuvieron los socios cuando decidieron invertir miles de millones de dólares confiando en la buena fe del gobierno o régimen de turno. En consecuencia, es de esperar que cualquier inversionista se quiera proteger contra estos riesgos en el futuro. Ya hemos visto contratistas que solo hacen trabajos prepagados. Los potenciales inversionistas utilizaran factores de riesgo país más elevados que lo que correspondería si no hubiéramos incurrido en todos los impagos y abusos de orden económico y moral que se han venido cometiendo en los últimos 20 años
Resulta innegable que las empresas integras, con balances sanos y de prestigio, requieren condiciones de mayor seguridad jurídica que lo que les pueda brindar la Ley Antibloqueo o una Ley de Hidrocarburos emanado de una Asamblea Nacional no reconocida.
A todo evento, el riesgo país es algo que solo con hechos y trayectoria se puede enmendar. El resto de las condiciones, legales, fiscales y ambientales, requieren ser reformuladas para que sean sinónimos de transparencia, confianza, seguridad jurídica y responsabilidad ambiental
4. ¿Cómo evalúa usted la actual situación de los recursos humanos de PDVSA?
No puedo dar una opinión basada sin conocer la situación interna de los recursos humanos que actualmente laboran en PDVSA. Lo que puedo decir es que los resultados de la gestión de la empresa indican una empresa incapacitada operativa y financieramente. También parece ser una empresa políticamente intervenida, a juzgar por los anuncios que se hacen sobre lo que va a hacer la empresa desde diferentes personeros del régimen. Además, es un mal presagio el hecho de que muchos de los empleados en posiciones técnico/operativas han abandonado sus puestos por las condiciones y salarios devaluados. Pienso que sigue habiendo muchos empleados con conocimientos y buenas intenciones, pero el deterioro de la parte organizativa no les permite desarrollar sus labores como debería ser.
Sin embargo, con el desarrollo de la tecnología que incluye los adelantos en materia de virtualidad instrumentados durante la pandemia, y utilizando la gente entrenada que esté dispuesto a volver, formando equipo con los operadores y técnicos remanentes para mantener la operatividad de la industria y desarrollar el camino de incorporar mayor participación privada, con sus obstáculos, es algo que confió que se pueda lograr. Los programas de formación de gerentes para las industrias más importantes, que se está realizando en el IESA, por ejemplo, serán de tremenda utilidad.
5. Si le piden cinco recomendaciones para una nueva política petrolera para Venezuela, en el contexto de la llamada agenda verde, ¿Qué sugeriría?
Venezuela, como en casi todos los ámbitos naturales, es un lugar bendecido por temperaturas benignas, extensas selvas tropicales, cientos de kilómetros de costas marinas, constituyendo una esponja natural de CO2.
La topografía y fuentes agua, hacen de Venezuela un productor importante de energía hídrica y potencialmente podría cubrir casi todas sus necesidades eléctricas de esa fuente limpia de energía. También, por su localización tropical de buena y relativa continua exposición al sol y vastas áreas expuestas a vientos sostenidos, hacen de Venezuela un buen candidato para un eventual desarrollo de energía renovable.
Así mismo, las vastas reservas de petróleo y gas pueden ser producidas a costos competitivos con obvias ventajas sobre sus competidores directos. Por ejemplo, podemos mencionar que, por efecto de las temperaturas en los yacimientos de la faja del Orinoco, el petróleo extra pesado fluye a la superficie con facilidad sin requerir asistencia termal como es el caso de sus pares canadienses, haciendo la energía requerida para su extracción similar a la de crudos tradicionales.
Finalmente, el país cuenta con enorme cantidad de yacimientos agotados y con requerimientos de recuperación mejorada, una combinación envidiable, producto de más de 100 años de explotación petrolera, para servir de receptor a los procesos de captura secuestro y utilización de carbono CCUS.
Así las cosas, las 5 recomendaciones para la nueva política petrolera acorde a las tendencias mundiales ambientales, además de evitar tomar decisiones precipitadas causadas por las presiones indebidas
1- El bienestar del pueblo venezolano depende de la recuperación de la economía, cuyo único motor de arranque es le reactivación de la industria petrolera, gasífera y petroquímica. Esta se debe llevar a cabo reconociendo las condiciones reinantes; desarrollando los proyectos de ciclos más cortos y costos de producción más bajos con el concurso de todos los venezolanos de buena fe, algunos para elaborar y aprobar las leyes, reglamentos y normas, otros ayudando a la instrumentación de los planes y otros preparando la generación de relevo, y los demás estableciendo una relación de entendimiento y apreciación del proceso de rescate. Sin doblegarse bajo amenazas ecologistas, porque podemos suplir petróleo más rápido y en términos competitivos con los mejores.
2- Eliminar el venteo, quema y desperdicio de hidrocarburos gaseosos, principalmente los del Norte de Monagas, pero en otras partes de las operaciones también.
3- Remediar los daños ambientales acumulados tanto en la industria de los hidrocarburos como en otras que incurren en otros tipos de daños ecológicos como la deforestación y contaminación de los cuerpos de agua. En este mismo tenor debemos recuperar los bosques como el de Uverito, esto podría lograrse mediante la nueva legislación que incentive la remediación y que castigue el abuso ambiental en las operaciones
4- Recuperar y desarrollar a niveles óptimos la generación hidroeléctrica y su transmisión y distribución eficiente; la operación petrolera depende de acceso a electricidad
5- Incentivar mediante una nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos, y el establecimiento de un mercado de carbono, la captura, utilización y secuestro de carbono instrumentado en forma modular para utilizar los centros de emisión mayores como el Complejo de José, CRP en Paraguana y el complejo de El Tablazo/ Puerto Miranda.
Y la ñapa: salvar a Citgo por todos los medios posibles, ya vendrán mejores tiempos para decidir su futuro. (OVF)