El anclaje del dólar y una menor expansión del gasto público permiten contener el alza de los precios, pero analistas advierten que se profundiza la recesión y se trata de un equilibrio frágil e inestable
Las mediciones del Observatorio Venezolano de Finanzas, Síntesis Financiera y Econométrica indican que la inflación se desaceleró notablemente en junio y al compararla con el registro del Banco Central es la primera vez en los últimos cincuenta meses, desde abril de 2017, en que solo aumenta un dígito.
El Observatorio señala que en junio los precios escalaron 6,4%, Econométrica obtiene un resultado muy similar, en el rango de entre 6%-7% y Síntesis Financiera calcula 9%. El resultado contrasta con mayo, cuando de acuerdo con los datos del Banco Central, el salto fue de 28,5%.
La inflación pierde intensidad gracias a la pasividad del dólar. En junio el tipo de cambio prácticamente se mantuvo estático, algo que tiene impacto en una economía donde la moneda estadounidense gana peso como medio de pago y es la referencia para calcular precios y costos de reposición.
En el mercado oficial la cotización del dólar aumentó 42% en abril, 10% en mayo y 3% en junio. En el mercado paralelo experimentó una tendencia similar.
“Anclar el tipo de cambio en una economía que se está dolarizando tiene un efecto de contención de la inflación”, dice José Guerra director del Observatorio Venezolano de Finanzas.
Menos bolívares
Para estabilizar el dólar el gobierno toma medidas para frenar el aumento de los bolívares que circulan en la economía. Sin bolívares, no es posible comprar divisas. La estrategia consiste en restringir el crédito y disminuir la expansión del gasto público, que ha caído a mínimos históricos en términos reales.
Para cerrar el grifo del crédito el Banco Central obliga a los bancos a inmovilizar 85% de los depósitos y el poco ímpetu del gasto del gobierno es evidente por el bajo monto de los salarios en ministerios y empresas del Estado.
Al contener el gasto el gobierno recurre en menor medida a la emisión de dinero para financiarse. Síntesis Financiera precisa en su informe El Tesorero que la base monetaria, un indicador que refleja el dinero que crea el Banco Central, está creciendo a menor ritmo.
“La moderación en el crecimiento del precio del dólar en junio refleja, principalmente, la desaceleración del ritmo de crecimiento mensual de la base monetaria, el cual bajó a 14% desde 28% en mayo”, precisa Síntesis Financiera.
Para estabilizar el tipo de cambio el Banco Central también vende divisas en efectivo a través de las entidades financieras a un ritmo de 20 millones de dólares semanales, de esta manera, aumenta la oferta de billetes verdes y refuerza la estrategia para disminuir los bolívares en la economía.
La recesión
Si bien el ajuste en el gasto del gobierno y el bajo monto del crédito ayudan a estabilizar el dólar, la recesión se profundiza porque las empresas no tienen financiamiento y el gasto público no ayuda a empujar la economía.
Tamara Herrera, directora de Síntesis Financiera, explica que “por primera vez en años la inflación fue de un dígito. Pero hay un efecto recesivo prolongado, no hay crédito salvo para unas pocas empresas que pueden recibir préstamos indexados o en divisas. Además, se aplica una reducción progresiva del gasto público en términos reales”.
En un entorno signado por la debacle de la producción petrolera, la economía venezolana está en recesión desde 2014 y en los últimos siete años el PIB acumula un declive de 76%.
Dólar recortado
Como el precio de los productos y servicios aumenta a una velocidad que supera el incremento en la cotización del dólar, se requieren más billetes verdinegros para comprar las mismas cosas, algo que el común de los venezolanos denomina “la inflación en dólares”.
De acuerdo con las estimaciones de Síntesis Financiera en el primer semestre de este año, el poder de compra del dólar cayó 8%.
Un elemento clave es que el bolívar está sobrevaluado y el precio de los productos importados se abarata respecto a los elaborados en el país. “La entrada de productos importados a un relativo bajo costo en una economía donde la demanda está deprimida es algo que también ayuda a la baja de la inflación”, dice Tamara Herrera.
Pero agrega que “esta dinámica de sobrevaluación de la moneda profundiza la recesión porque los productores nacionales no tienen cómo competir con los productos importados. Solo se benefician sectores que tienen alta dependencia de las importaciones o comerciantes que sacan provecho de una moneda sobrevaluada”.
La sostenibilidad
La posibilidad de que en lo que resta de año el gobierno logre consolidar la desaceleración de la inflación luce complicada. José Guerra señala que “si la economía comienza a crecer habrá una mayor demanda de divisas y el Banco Central tiene muy pocas reservas para estabilizar el tipo de cambio”.
Agrega que “el dólar se está abaratando, esto también impulsa la demanda de divisas, se trata de un equilibrio frágil e inestable”.
Las reservas internacionales se ubican en mínimos históricos de 6.173 millones de dólares y el grueso corresponde a barras de oro, la porción líquida no supera mil millones de dólares.
Henkel García, director de Econométrica, indica que “lo que ocurra en el resto del año va a depender de cuán disciplinados pueden ser con el financiamiento del gasto público por parte del Banco Central, tomemos en cuenta que está planteado un evento electoral en noviembre”.
“También está por verse si van a tener suficientes dólares para seguir alimentando al mercado”, añade Henkel García.
Ana Belmonte, economista y profesora de la Universidad de Carabobo, destaca que “dudo de la sostenibilidad con base al análisis de liquidez, la liquidez aumento 220% en el primer semestre. Eso es menor al mismo lapso de 2020 y 2019, pero ese ritmo no va a permitir que salgamos de la hiperinflación”.
“Hay factores que todavía no están claros. Por ejemplo, a pesar del marco de sanciones el aumento del precio del petróleo podría mejorar el ingreso de divisas del gobierno”, dice Ana Belmonte.
Tamara Herrera no duda que habrá un mayor crecimiento del gasto público en el segundo semestre. “A partir de agosto y septiembre va a haber una aceleración del gasto, por razones estacionales y electorales. El impacto en la inflación dependerá en mucho de lo que haga el Banco Central. Para contener la inflación va a tener que aumentar la oferta de dólares en el mercado cambiario”.
Técnicamente Venezuela ingresó al túnel de la hiperinflación en diciembre de 2017. Para diagnosticar esta enfermedad la mayoría de los economistas emplea la definición que en 1956 estableció Phillip Cagan: un país sufre hiperinflación cuando la inflación alcanza 50% en un mes y culmina cuando en un período de doce meses no ha habido otro mes de 50%.
Para salir de la hiperinflación los precios tendrían que aumentar a una tasa mensual inferior a 50% durante lo que resta de año. La inflación continúa moviéndose en niveles muy elevados: según el Observatorio Venezolano de Finanzas en los primeros seis meses de este año acumuló un salto de 333%.
Las proyecciones
En su último reporte Latin Focus, una firma que agrupa el análisis de entidades financieras y consultoras como Oxford Economics, Moody’s Analytics y UBS, indica que el promedio de las proyecciones señala que la inflación de este año culminaría en 1.638%, resultado que si bien sigue siendo muy elevado representaría una desaceleración importante respecto a 2.959% en 2020.
Síntesis Financiera considera que la clave estará en el comportamiento de la base monetaria. “Si el Banco Central lograra mantener el ritmo de crecimiento mensual de la base monetaria por debajo de 20% en el segundo semestre de este año, el panorama de precio del dólar y la inflación tendrían que ser ajustados pronunciadamente a la baja”.
Añade que “de materializarse esa situación, el precio del dólar al cierre de 2021 podría ser inferior a 10 millones de bolívares y la inflación sería 1.000% en el año”.