Yira Yoyotte
Una vez más el pueblo de Curiepe, ubicado en el estado Miranda, se llenará de alegría y tradición: Este 23, 24 y 25 de junio volverán a sonar los tambores en honor a San Juan Bautista, una celebración afro descendiente que se realiza con fervor todos los años.
La mencionada fiesta, declarada en el 2021 por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, comienza a las 12 de mediodía de este 23 de junio cuando el toque de la Mina y la Curbata marcarán el comienzo de la celebración.
Los tocadores se colocan en una de las esquinas de la plaza, suenan los tambores y cientos de devotos, promeseros, pobladores y visitantes comienzan a hacer acto de presencia con atuendos de color rojo, sombreros y maracas. Todos bailan y el que no sabe al menos tararea la melodía.
Los asistentes hondean pañuelos rojos y blancos como signo de alegría y pureza. También lanzan caramelos, granos y monedas como símbolo de abundancia y agradecimiento por algún favor recibido.
Esta primera jornada termina pasadas las 12 de la noche. Se guardan los tambores y los tocadores reposan porque aún falta mucho que hacer.
Los creyentes, por su parte, van hasta la Casa de la Cultura a cantarle el cumpleaños a San Juan. En esta especie de “velada” se cantan fulías y los bailadores disfrutan con los llamados tambores Culo e’ Puya, tres tambores cilíndricos denominados La Prima, El Cruzao y El Pujao.
Campanas de la Iglesia marcan el entusiasmo
El 24 de junio, Día de San Juan Bautista, el pueblo de Curiepe amanece a la expectativa. Propios y visitantes van rodeando la plaza, se saludan y hasta dejan que las pasiones y el amor se desborden, los viejos amigos se encuentran y los abrazos florecen sin pensarlo.
Desde muy temprano las autoridades abren las puertas de la Iglesia Parroquial “Nuestra Señora de Altagracia y su Sagrada Familia” a efectos de celebrar la homilía correspondiente a ese día. Al terminar la misa el campanario comienza a sonar a fin de marcar el comienzo de la nueva etapa de la fiesta.
El santo es sacado de la Iglesia en hombros de sus hijos y promeseros. Los pobladores y visitantes, alrededor de la Mina y La Curbata, van contando con fervor las 12 campanadas. Al finalizar el conteo comienza el repique de tambor y la fiesta cobra una fuerza inusitada. El santo es paseado solo por unos minutos y luego llevado a la Casa de la Cultura, donde lo exhiben hasta la media noche.
Los asistentes hondean pañuelos rojos y blancos como signo de alegría y pureza. También lanzan caramelos, granos y monedas como símbolo de abundancia y agradecimiento por algún favor recibido.
El tambor denominado “Culo e’ puya” también deleita a los presentes, pero se coloca al otro lado de plaza para no coincidir con la Mina y La Curbata. Todos aseguran que sienten “una conexión” que no pueden explicar.
Esta jornada también se prolonga hasta altas horas de la madrugada.
El encierro
A primera hora del 25 de junio las calles del pueblo son limpiadas por cuadrillas de la Alcaldía de Brión. Pasadas las 12 de mediodía, San Juan Bautista es sacado de su casa con el fin de recorrer todo el pueblo al son de la Mina y la Curbata. De nuevo las calles de Curiepe se visten de fiesta y devoción.
El momento cumbre es, sin duda alguna, en la llamada “Capilla”. En este lugar no solo los tambores suenan con más fuerza sino que San Juan Bautista se consigue frente a frente con San Juan Congo (el llamado santo negro) y ambos se hacen reverencia. Literalmente los asistentes enloquecen de alegría porque es el momento más indicado para pedir un milagro.
San Juan Bautista, muy cuidado por sus cargadores, llega finalmente a las puertas de la Iglesia del pueblo. Los tambores siguen sonando y los devotos van bailando al ritmo del “Malembe” y dando gracias por los favores recibidos.
Y aunque hay una especie de impedimento humano apostado en las puertas de la casa de Dios, el santo es introducido en la Iglesia como símbolo de que la fiesta terminó hasta el año siguiente. Los devotos lloran y nuevamente prometen que volverán a bailarlo y a cantarlo.
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
La población de Curiepe en Barlovento, estado Miranda, fue fundada en 1721 por Juan del Rosario, Capitán y esclavo libre, razón por la cual a este pueblo se le considera un territorio de cimarrones o negros libres.
El 14 de diciembre de 2021 la fiesta en torno a San Juan Bautista fue declarada por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Dicho reconocimiento coincidió con los 300 años de la fundación del mencionado pueblo.
Durante toda la semana las organizaciones culturales que hacen vida en este tan visitado territorio realizan actividades para deleitar a los lugareños.
Este año, por ejemplo, se llevó a cabo un acto especial para rendir honores a la profesora Luisa Pérez Madriz, cariñosamente conocida como la “Maestra Luisin”. También hubo parrandas que recorrieron todo el pueblo y fiestas para los más pequeños de la casa.
La Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) consideró que la mencionada fiesta no solo está influenciada por el catolicismo, sino que contiene varias expresiones culturales, verbales y musicales que vienen de la África Subsahariana.
Los adeptos a la festividad son llamados sanjuaneros y representan la resistencia cultural y de libertad para evocar la memoria de los antepasados.