Jodedores hasta el fin
Somos un país emigrado. Donde quiera que vayamos hay un venezolano y por supuesto una arepera. No hay ciudad en el planeta tierra en la que uno de nosotros no exponga sus: ¡Qué vaina más buena! ¡No me jodas! ¡Cachicamo diciéndole a morrocoy conchudo! ¿Cachicamo? ¿Morrocoy? ¿Conchudo? Somos una nación despedazada que mantiene su tradición y su buen ánimo, pese al destierro.
Nuestras particularidades no sólo se exponen en el lenguaje. También en nuestro peculiar carácter y carisma. Los venezolanos somos ante todo joviales, es decir: ¡jodedores!
El dolor chavista no ha podido con nosotros.
Una mirada en la lejanía
Lamentablemente, las grandes culturas del mundo han proyectado mejor sus maravillas nacionales en el exilio. Así los chinos, alemanes, libaneses, judíos, italianos, portugueses, españoles, entre otros, han enaltecido su idioma, comida, carácter y colorido cuando se han visto obligados a emigrar. Europa fue más consciente de sí misma –de su grandeza– con los diferentes procesos migratorios que ha vivido.
No será distinto con los venezolanos, una mirada desde la lejanía y la nostalgia, desde la agonía del destierro, nos hará más consciente de lo que somos y de lo que perdimos.
Soy más venezolano –paradójicamente– en el exilio.
La Venezuela engrandecida
Probablemente muchos exiliados jamás vuelvan al país, harán vida y sentarán raíces en los pueblos de su nueva residencia. Muchos se nacionalizarán canadienses, australianos, franceses, mexicanos, noruegos o chilenos. Lo cierto e inevitable, se los anticipo y confirmo, es que esos caraqueños, maracuchos o guaros que hoy son –obligados por la peste chavista– alemanes o japoneses jamás dejarán de ser venezolanos.
Pase lo que pase preferirán las arepas, las tonadas de Simón Díaz o la frescolita a cualquier “vaina” que le ofrezcan en otro espacio. Serán venezolanos más algo, pero venezolanos siempre.
Venezuela se engrandecerá por su migración.
El amor desparramado
Conversé con un grupo de venezolanos esparcidos por diecisiete diferentes países del orbe planetario. Fue un diálogo ilustrativo, pero sobre todo una confirmación. Supuestamente mis textos –publicados sólo en Venezuela– motivaron en ellos la idea de hacer un trabajo documental que relate las peripecias venezolanas en el destierro, pero no desde el dolor, sino desde la exaltación y el éxito.
Me invitan a visitar sus hogares desparramados por el mundo para grabar su amor por Venezuela. No me hace falta viajar para confirmarlo, lo sé, lo he visto, lo he sentido y siento.
¿Quién en su sano juicio puede dejar de ser venezolano?
La nación está en ti
El chavismo y esa plaga apestada de representantes que lo detenta son un reconocido asco mundial que, por contraste, nos ha hecho a todos quienes lo hemos desafiado mucho mejores seres humanos. El sólo hecho de haberlos enfrentado nos da reconocimiento y respeto, pero sumado a ese hecho, el que mantengamos nuestro amor patrio y nuestras tradiciones venezolanas intactas nos ha ganado la admiración del mundo.
Hay una nación venezolana que es reconocida, admirada y respetada mundialmente. Una nación que crece y se fortalece en el destierro. Esa nación está en ti.
No la dejemos morir.
@tovarr
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