La falta de insumos para estimular la producción nacional, la mala gestión de recursos económicos y agropecuarios, la desigual distribución de los recursos alimentarios existentes, el consiguiente desabastecimiento y la inflación (tendiente a una crisis de estanflación) han degradado de forma crítica el nivel medio de vida de la población cubana e incidido de forma terrible en su alimentación.
Un pequeño ejercicio de observación por las calles y puntos de venta de cualquier lugar de Cuba permite recopilar testimonios que manifiestan cómo la alimentación es un problema irresuelto y en constante agudización.
Tras la municipalización de la venta en las tiendas por pesos cubanos y la regulación de la compra de productos por cantidad y frecuencia, el municipio artemiseño Bauta quedó en un estado de cuasi total desabastecimiento.
Sin embargo, por su cercanía con la capital, se ha generado una dinámica comercial paralela a la estatal que abastece los insumos priorizados para su venta en la capital y que esporádicamente se ofertan en el resto de las provincias. En ese caso y a precios que en ocasiones cuadruplican los oficiales se encuentran el pollo, el aceite, el picadillo y las salchichas.
Los «agentes de venta» del mercado negroviajan a La Habana para comprar en las tiendas en pesos cubanos y burlan las regulaciones de racionalización para revender en el cercano municipio. Es así como en Bauta se puede acceder a productos que han desaparecido en la mayoría de los municipios de la provincia Artemisa.
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