Especial para Qué Pasa en Venezuela
Martha Escalona Zerpa, desde Berlín
Publicado 18/08/22
La red de trenes de alta velocidad en Japón, mejor conocidos como trenes balas (Bullet Train) debido a su rapidez, no solamente son el orgullo de ese país, sino la envidia de muchos países europeos, que aun considerándose como del primer mundo, tienen unos trenes que se retrasan permanentemente, que no cuentan con calefacción o aire acondicionado y en los que los viajes pueden ser cancelados de un momento al otro. El sistema de trenes en Alemania Deutsche Bahn (DB) es, aunque mucha gente no pudiera creerlo, un ejemplo de ello.
Para el novelista japonés Kotaro Isaka el tren bala es el personaje principal en su novela «Bullet Train». El viaje en un tren bala necesita tan solo dos horas y 15 minutos para los 500 kilómetros de recorrido entre Tokio y Kioto. Diez minutos más que la duración de la película de acción «Bullet Train» de David Leitch.
Esta unidad conceptual entre el tiempo real y el tiempo fílmico es probablemente secundaria para un director hiperbólico como Leitch, pero da una idea de cómo se siente la audiencia en este viaje. La sala de cine y el tren se fusionan en la dimensión temporal.
En «Bullet Train» la acción se desarrolla de vagón en vagón y de compartimento en compartimento mientras el tren bala avanza los 500 killómetros hasta Kioto.
Los diversos personajes, asesinos a sueldo, cuyo fin es el mismo: encontrar y robar una maleta, se enfrentan para deshacerse unos de los otros y desaparecer con el botín.
Los personajes se presentan con letras llamativas y fotogramas congelados, y el prólogo de un personaje dura casi tanto como su aparición completa a bordo del tren. Clásicos recursos estilísticos como en «Deadpool 2», «Fast & Furious» y «Hobbs & Shaw» del mismo Leitch.
La maleta actúa aquí como un «McGuffin», un vehículo para la acción y la trama en el sentido hitchcockniano. Pero también es una excusa para tiroteos, peleas a puñetazos, puñaladas y muchas tonterías en un espacio muy reducido. No hay escapatoria en un tren en marcha.
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Además del tren mismo, el otro personaje más importante, el mayor gancho y atractivo de la película es naturalmente Brad Pitt, quien estuvo de paso por Berlín para presentarla personalmente.
Brad Pitt es también un asesino a sueldo, solo que es guapo, afectado e intelectualizado. Cuando Brad Pitt pide una pausa en la pelea por un sorbo de agua, es claro que la botella terminará en la cabeza del oponente.
Mientras el tren bala avanza los 500 killómetros hasta Kioto suceden escenas violentas unas tras otras. Los personajes se presentan con letras llamativas y fotogramas congelados, y el prólogo de un personaje dura casi tanto como su aparición completa a bordo del tren. Clásicos recursos estilísticos como en “Deadpool 2”. Un estilo a la Tarentino es, en «Bullet Train», indiscutible, en el sentido de la glorificación ad hoc de la violencia y de los diálogos ingeniosos.
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Desde los inicios del cine, el tren ha sido uno de sus temas más populares, una especie de promesa de transformación a través del movimiento y la acción. Incluso en los «Phantom Rides», los primeros intentos de filmación en movimiento, se montaba una cámara en un camión como si la audiencia estuviera sentada detrás del volante. Luego la película «The Great Train Robbery» (1903) de Edwin Porter perfeccionaría esta idea.
Con la película distopíca “Snowpiercer” (desarrollada después como serie de Netflix) del ganador del Oscar Bong Joon-Ho, el tren se convierte en una metáfora de un orden social horizontal.
Afuera, la tierra es un apocalíptico paisaje de hielo, y dentro, los pasajeros más desfavorecidos se abren camino compartimento a compartimento hasta llegar a la clase alta en el vagón delantero. Una suerte de revolución sobre ruedas.
Otra referencia importantes es, sin duda, la novela «Orient Express» de Agatha Christie, llevada al cine varias veces y en donde el asesinato de un pasajero desencadena la trama en manos de Hercules Poirot.
David Leitch prescinde en «Bullet Train» de una superestructura social como en el caso de Bong Joon-ho socialmente crítico. En el fondo «Bullet Train» solo sigue el principio de la aceleración sin sentido. El exterior desaparece, el espacio y el tiempo se vuelven absolutos.