Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, degollaba soplones y amenazaba pueblos enteros para que nadie lo delatara. Violando niños y matando policías, sembró el terror en varias zonas del país y hasta sobornó autoridades para no ser capturado y mantener el control de más del 30 por ciento de la cocaína que se produce y exporta desde Colombia.
Por EL TIEMPO
Por eso se tuvo que echar mano de informantes pagados, del apoyo de agencias de inteligencia de dos países y del rastreo sostenido de casi una década de oficiales élite para poder someter al jefe del ‘cartel del Golfo’, quien finalmente cayó el sábado 23 de octubre de 2021 en el Urabá antioqueño, en donde lo cuidaban 8 anillos de seguridad.
Ahora, un par de cortes federales (una en Nueva York y otra en Miami) trabajan en la extradición del capo, que primero fue guerrillero, luego paramilitar y ahora es candidato a convertirse en una especie de ‘Chapo’ Guzmán si cae en manos del implacable equipo de fiscales del distrito de Manhattan que logró la condena de ese capo mexicano.
Pero para agentes de la DEA y del FBI, el capo, que les sonrió a las cámaras en el momento de ser esposado y por el que Washington ofrecía 5 millones de dólares, es un delincuente violento pero con baja escolaridad que, aunque logró mantener la cohesión de su banda criminal, tercerizó buena parte del control de cultivos de coca, narcorrutas, minería ilegal y contactos con mafias europeas, venezolanas y mexicanas.
‘Falcon’, ¿el capo clave?
Por eso, sus propios allegados han admitido que para ofrecer algún tipo de colaboración con la justicia de Estados Unidos, a cambio de beneficios judiciales, va a necesitar de al menos tres de sus lugartenientes, que conocían contactos, cuentas bancarias y hasta a políticos amigos que han amparado a esa organización criminal.
Eso explicaría por qué, cinco días después de la caída del gran capo, se entregaron de manera súbita 7 de sus hombres, incluido un comandante de zona en Chocó.
Pero agentes federales creen tener una ruta más corta para ubicar a los eslabones del ‘clan del Golfo’ en Holanda, Bélgica, España, Italia, México y hasta en el llamado ‘cartel de los Balcanes’. Además, para obtener el listado de proveedores de cocaína en Colombia, testaferros y protectores.
En Estados Unidos lo conocen como el caso CR20377, y su nombre aparece en un expediente sellado y secreto que se abrió el pasado 15 de junio. EL TIEMPO estableció que se trata de Juan José Valencia Zuluaga, alias Falcon, Gordo Florecita o Andrea.
El señalado capo se mimetizó por años en una pequeña élite paisa, incluido un famoso cantante de reguetón, hasta el pasado 7 de mayo. Ese viernes terminó en manos de las autoridades colombianas, al igual que sus propiedades; entre ellas, 14 carros Ferrari, Mustang y McLaren.
Aunque ha jurado desde la cárcel que él no es ‘Falcon’ o ‘Andrea’ –como lo llamaba ‘Otoniel’ en un par de audios incautados–, varios miembros del clan se han encargado de dar detalles del poder que acumuló y del hecho de que se estaba convirtiendo en una especie de rival para ‘Otoniel’.
De hecho, el propio capo les dijo a sus hombres que creía que ‘Falcon’ iba a terminar entregando nombres y coordenadas que podrían acabar en su captura.
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