Karla Pravia | QPEV
La película con la cual debuta como director Nico Manzano vino a romper un celofán dentro del espectro creativo del cine nacional. Ya está rodando su tercera semana de exhibición en las salas de cine nacional.
“Yo y las bestias” tuvo su estreno comercial en el país el pasado 27 de abril y ya está rodando en su tercera semana de exhibición en las carteleras nacionales, un hecho casi milagroso tomando en cuenta la muerte que sufren las producciones venezolanas con ya dos semanas en las salas de cine comercial.
Es lógico que luego de la pandemia, las compañías de salas de cine prioricen las ganancias para recuperarse de dicho golpe, y esto aunado a un terreno comercial arropado por las producciones de Estados Unidos la cosa no la ponen tan fácil para las producciones más pequeñas, y de esa realidad no escapa el cine venezolano.
¿Pero por qué Yo y las bestias se queda una semana más? No fue la película venezolana más vista. En su segunda semana apenas alcanzó 2 mil espectadores, un número que no es rentable ni para productores ni para las salas de cine, pero es una pieza audiovisual que levantó opiniones positivas en cuanto a su elaboración tanto por especialistas como por el público que la ha visto.
¿Qué la hace diferente al resto de las películas hechas en el país? Si bien Venezuela no tiene historial en el mundo del cine, sí tiene gente que ha roto el celofán y ha llevado al público y a la crítica a mirar al cine nacional con respeto y cariño. Justo estos días cuando arranca la 76° edición del Festival de Cannes, en Francia, cabe recordar que hubo una vez una joven Margot Benacerraf nos trajo el Premio de la Crítica en dicho festival en 1959 por su documental Araya.
Yo y las bestias trajo un planteamiento estético y narrativo distinto al cine nacional, se atrevió a darle voz a los colores, a la banda sonora y a una fotografía más expresiva, utilizando este recurso como una forma de sumergir al espectador en el universo emocional de un personaje que se enfrenta a las olas de la vida, olas políticas, olas violentas, olas de un país que no comprende el hecho de ser artista.
Con unos espectadores cansados de una misma narrativa violenta y el barroquismo estético, sin abandonar la realidad en la que se sumerge la historia, “Yo y las bestias” resulta un producto atrevido para ganarse a la crítica y al público mientras no deja de levantar un mensaje subyacente en todo su conflicto.
¿Qué significa ser venezolano? ¿Qué significa hacer cine venezolano? ¿Qué caracteriza nuestra idiosincrasia para tenerla presente en la historia que se cuenta? Y además de eso, hacerlo de forma creativa para ganar al público, sin duda es un reto muy grande y este film abre una puerta de posibilidades para que los siguientes hacedores se atrevan a hacer cosas distintas y hermosas, plantear una estética.