Algunas especies de ratones y ratas pueden ser afectados por los hantavirus y luego transmitirlos a los seres humanos. Esos contagios pueden producirse principalmente al inhalar aerosoles con virus en galpones cerrados, huertas, o pastizales donde están los roedores, al tocarlos o por mordeduras.
Se trata de una infección viral que ya se ha detectado en 13 países de América, con más de 300 casos reportados por año (aunque puede haber subregistro). Algunos genotipos de hantavirus, como el virus Andes que afecta más en Patagonia, pueden ser transmidos entre humanos.
Hay diferentes investigaciones en marcha: las que apuntan a los factores ambientales, al mejoramiento de los tests para el diagnóstico y a un potencial tratamiento. Hasta ahora, no hay vacuna ni terapia específica y autorizada para hantavirus.
Por la cantidad de casos se puede suponer que se trata de una enfermedad que impacta poco en la salud pública. Sin embargo, la infección, que genera en esta región un síndrome pulmonar, puede llegar a tener una letalidad que supera el 30%. En Chile, en 2022 fallecieron al menos 7 personas por hantavirus, y en febrero pasado, un hombre de 39 años, en la región de La Araucanía, también murió.
En la Argentina, una niña de 8 años en Chubut, una adolescente de 15 en Santa Fe y una docente de 45 años de Bariloche, en la provincia de Río Negro, son los casos de muertes más recientes que han conmovido a sus familias y a la comunidad.
Existe preocupación por el potencial crecimiento de casos de hantavirus para el futuro como una consecuencia del cambio climático que está sufriendo el planeta por actividades humanas que generan emisión de gases contaminantes.
También hay factores como la convivencia con roedores dentro de las viviendas por situaciones socioeconómicas de bajos recursos que pueden poner a las personas en mayor riesgo.
Una revisión de estudios sobre hantavirus fue publicada recientemente en la revista especializada Travel Medicine and Infectious Disease. La hicieron investigadores de la Institución Universitaria Vision de las Américas, en Colombia, y de la Universidad Continental, Huancayo, Perú.
Advirtieron que en el continente americano aún falta información puntual sobre los reservorios de los hantavirus en la fauna silvestre con su respectiva distribución geográfica.
Los investigadores recomendaron: “La cooperación entre los diferentes países e instituciones en este campo debe reforzarse en el futuro, especialmente con una participación activa de los más afectados”.