Una valla de seguridad con concertina en el exterior de lo que las autoridades chinas llaman oficialmente “centro de educación vocacional” en Dabancheng, territorio autónomo uigur de Sinkiang (Foto: REUTERS)
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se reunió el martes con uigures que sobrevivieron a los campos de concentración en la región china de Xinjiang, en un intento por promover los derechos humanos y destacar el “genocidio” de Beijing contra el grupo minoritario musulmán.
Por Infobae
El principal diplomático de Estados Unidos se reunió con siete sobrevivientes, defensores y familiares de personas aún detenidas en Xinjiang, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, en una lectura de la reunión de mesa redonda.
El propósito era ayudar a demostrar el compromiso de Estados Unidos de “pedir el fin de los crímenes contra la humanidad y el genocidio en curso de la República Popular China contra los uigures y miembros de otros grupos minoritarios étnicos y religiosos en Xinjiang”, dijo Price.
“Estados Unidos continuará colocando los derechos humanos en la vanguardia de nuestra política hacia China y siempre apoyará las voces de activistas, sobrevivientes y familiares de víctimas que denuncien valientemente estas atrocidades”, dijo Price, quien no nombró a los participantes de la reunión.
Los grupos de derechos humanos creen que al menos un millón de uigures y otras minorías, en su mayoría musulmanas, han sido encarceladas en campos en la región noroeste, donde China también está acusada de esterilizar a mujeres por la fuerza e imponer trabajo forzoso.
Además, denuncian que miles de familias han sido separadas como consecuencia de las violaciones a sus derechos humanos perpetradas por el régimen de Beijing.
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price (Foto: REUTERS)
En un informe, Amnistía Internacional (AI) detalló la historia de seis padres residentes en Australia, Canadá, Turquía, los Países Bajos e Italia. A este último destino escaparon en 2016 Mihriban Kader y su marido, Ablikim Memtinin, quienes, el documento indica, huyeron después de sufrir acoso constante por parte de la policía, que les pedía que entregaran sus pasaportes.
Los cuatro hijos de esta pareja quedaron a cargo de los padres de Kader, también tratados con hostilidad por la policía al punto de resultar en el internamiento de la abuela en uno de los campos, que Beijing dice forman parte de un programa contra el extremismo islámico en Xinjiang.
El padre de Kader, por su parte, fue interrogado y después pasó varios meses en el hospital. Según AI, ello dejó a los menores sin tutela alguna. “El resto de nuestros familiares no se atrevieron a cuidar de mis hijos después de lo que pasó a mis padres. Tenían miedo de que también los mandaran a los centros”, dijo la madre.
Más de un millón de uigures y otros pueblos musulmanes de la región occidental china de Xinjiang se encuentran en este momento en campos de internamiento masivo, prisiones y otras instituciones penales donde son sometidos a estrés psicológico, tortura y a violaciones sistemáticas. Fuera de estas instituciones penales en esa misma región, el régimen chino mantiene una vigilancia constante mediante tecnologías de vanguardia. Los guardias enviados por Beijing también están borrando las características uigures de la región, destruyendo mezquitas y lugares de peregrinación, arrasando barrios tradicionales y suprimiendo la lengua uigur.
Los uigures son el principal grupo étnico de Xinjiang. Son mayoritariamente musulmanes, hablan su propia lengua de origen turco y mantienen una cultura distinta a la de la población mayoritaria Han de China. Según las cifras del gobierno chino, hay 12 millones de uigures en Xinjiang, una gota de agua en comparación con los 1.400 millones de habitantes de China.
El comportamiento brutal de China en Xinjiang no sólo refleja el giro cada vez más autoritario del país bajo la presidencia de Xi Jinping o la ideología del Partido Comunista Chino (PCCh). Más bien, la represión de los uigures surge de una relación fundamentalmente colonial entre Beijing y un territorio que conquistó hace mucho tiempo pero que no incorporó plenamente a la China moderna ni permitió una verdadera autonomía.
Con información de AFP