Las fiestas vacacionales en Los Canales de Río Chico se quedaron sin su espíritu desde antes de la pandemia. Los lugareños han sido testigos de cómo la crisis económica en el país, a la que se le sumó en 2020 las restricciones para prevenir el covid-19, han desolado sus playas más frecuentadas.
Raylí Luján / Q’ Pasa en Venezuela
Un viernes de agosto, en una zona donde el tapabocas es casi inexistente, con cero presencia turística lo confirma. En Playa Colada, se observa a un par de trabajadores del hotel que lleva el mismo nombre, haciendo mantenimiento a la orilla del mar para cumplir con la cotidianidad.
El señor Miguel tiene 20 años laborando allí. Lo acompañan sus nietas más pequeñas para no sentir tanta soledad frente a la playa. Cree que sí bien la pandemia ha afectado la productividad, también la falta de poder adquisitivo del venezolano en los últimos años.
Intenta sobrevivir haciendo otras actividades, como limpiar patios en algunas zonas residenciales, las que a simple vista en los alrededores de Los Canales también se notan desiertas. Ve difícil que la situación cambie o mejore en un lapso corto y reconoce nuevamente que no se debe a la pandemia. “El venezolano no cree en enfermedades, es otro el motivo”, dice al asegurar luego que tampoco regresará al estado Zulia, de dónde es oriundo, porque ya su vida está allí, en la zona costera de Miranda.
Al señor Jacinto, mejor conocido como “Jojoto”, dedicado a la venta de pescado frito, le ha tocado dedicarse al campo, porque aunque es albañil, tampoco ha encontrado demasiadas ofertas en esta área.
Asegura que el alto costo de la vida ha cambiado el negocio. En una buena temporada era posible vender 30 platos de pescado frito, ahora escasamente llegan a 10 durante un Carnaval. La falta de transporte complica además el acceso a este rincón de Barlovento y los turistas toman otras opciones más sencillas y hasta económicas.
Las expectativas por recuperar lo que alguna vez fueron Los Canales de Río Chico, en materia de turismo, se mantienen bajas. Sus habitantes consideran que hace falta esfuerzo, incentivos y mejora económica para ello. Mientras tanto, siguen acudiendo como siempre, para recibir a los pocos visitantes, con el mismo gusto.