Cerca de 200 kilos de cocaína fueron decomisados en un bote que navegaba por un río de la Amazonía peruana, según informaron este jueves el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior en sendos comunicados.
La incautación fue practicada el miércoles en una operación conjunta de las Fuerzas Armadas y la Policía en la selva central, cerca del caserío de Puerto Prado, ubicado en el distrito de Río Tambo, que pertenece a la céntrica región de Junín.
La zona es parte del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), la mayor cuenca cocalera de Perú, donde esta semana ya fue decomisado otro cargamento de 640 kilos de cocaína.
El bote fue interceptado por los militares y los policías después de que dos personas que iban a abordarla huyeran al notar la presencia de las patrullas.
En el interior de la embarcación, dentro de un falso piso, se encontraban escondidos 200 paquetes rectangulares de un kilo de peso de cada uno, cuyo valor en conjunto es de unos 200.000 dólares en el mercado local.
La droga incautada fue trasladada a la base policial de Mazamari, en la provincia de Satipo, uno de los centros de operaciones que tienen las Fuerzas Armadas en el VRAEM.
Estas operaciones se producen en mitad de la polémica por la presunta intención del Gobierno del presidente Pedro Castillo de promover una ley de hoja de coca que cambie la política antidrogas para eliminar los operativos de erradicación de cultivos ilícitos de la planta que da la materia prima para fabricar la cocaína.
En el VRAEM se encuentran casi la mitad de los 54.655 hectáreas de cultivos ilícitos de hoja de coca existentes a nivel nacional en Perú, segundo productor mundial de cocaína después de Colombia.
Del VRAEM proceden aproximadamente el 70 % de las 411 toneladas métricas de cocaína que las autoridades estiman que Perú exporta cada año al extranjero, principalmente a Estados Unidos, Europa y Brasil.
En esta agreste y extensa zona selvática de la vertiente oriental de los Andes, ubicada en el sur de Perú, se encuentran también el último remanente terrorista de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso, quienes persisten gracias a los cupos que reciben el narcotráfico para resguardar la salida de la droga del VRAEM.
EFE