Transparencia Venezuela
En el Día Mundial de la Salud, Transparencia Venezuela hace una radiografía al colapso del sistema sanitario, como consecuencia de prácticas corruptas e ineficientes, que han comprometido la vida de quienes requieren atención médica oportuna y de calidad, escenario agravado por la pandemia.
Luego de seis años de declarada la emergencia humanitaria compleja en Venezuela, agravada por la pandemia, el colapso sanitario no ha cedido y las crecientes deficiencias comprometen cada día más la salud y la vida de los ciudadanos.
El deterioro de las infraestructuras hospitalarias, falta de mantenimiento a equipos médicos, mal estado de los servicios públicos y la deficitaria dotación de medicamentos e insumos son parte de la cotidianidad de quienes cumplen su jornada laboral pese a las condiciones adversas y a la insuficiente remuneración que reciben.
Esta realidad es consecuencia de numerosas irregularidades asociadas a la corrupción.Este Día Mundial de la Salud, integrantes del sector ofrecen un panorama, tras dos años de COVID-19, y revelan cómo las irregularidades y la ineficiencia han vulnerado el derecho a la atención gratuita y de calidad que contempla la Constitución Nacional.
Esta radiografía de la crisis sanitaria en Venezuela, en las voces de sus protagonistas, valida los hallazgos de diferentes investigaciones y del seguimiento efectuado por Transparencia Venezuela durante los últimos años para visibilizar y denunciar el impacto de la corrupción en un área clave que involucra la vida de las personas.
Según el médico internista Gustavo Villasmil, miembro de la organización Médicos por la Salud, es técnicamente imposible que el Estado garantice atención, pues 70% de los quirófanos del sistema de salud pública no funcionan de manera adecuada y casi 100% de los equipos de imagenología están inoperativos, como indica el boletín informativo de la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), correspondiente a los dos primeros meses de 2022. “La asistencia médico-hospitalaria no existe. Sí, hay hospitales abiertos, en los que se hace lo que se puede, pero ninguno opera corazón ni hace trasplantes. Tampoco puede ofrecerse una atención idónea a una persona quemada ni a un politraumatizado”, señaló Villasmil, quien es especialista en el Hospital Clínico Universitario, en Caracas.
El alto porcentaje de quirófanos que funcionan a medias no solo es un problema de los hospitales especializados, también ocurre en la red de atención primaria.
Es el caso de un ambulatorio adscrito al Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS), ubicado al norte de Carabobo, donde el área quirúrgica estuvo cerrada por tres años.
Luego de donaciones del sector privado fue habilitada, pero no al 100% de su capacidad por una falla en la máquina de anestesia que impide aplicar anestesia general. Es decir, solo pueden hacer cirugías menores como la extracción de un lipoma.
Una especialista del centro, quien pidió resguardar su nombre, contó que no se practican endoscopias ni funciona la máquina de rayos X. “Si luego del diagnóstico el paciente requiere algún medicamento, es probable que no se lo entreguen en el ambulatorio porque la valija con medicinas llega desde Caracas de forma irregular y casi siempre es insuficiente para cubrir la demanda”. Para Villasmil, la solución va más allá de pintar una fachada o una unidad hospitalaria. “El nivel en el que nos encontramos en este momento hace imposible que el Estado resuelva.
Se requiere mantenimiento de equipos que nadie paga porque es en divisas y por más que tengamos plomeros o electricistas, necesitamos técnicos que manejen tecnología alemana o norteamericana y no están en Venezuela. Si un quirófano presenta problemas, se queda así. Y entonces tenemos que, de 15 salas, puede que solo una funcione”.
Fuga de insumos
En el Clínico Universitario, hospital tipo IV y con capacidad para 1.200 camas, no está en uso el tomógrafo porque en la sala no hay aire acondicionado; tampoco hay resonador magnético y el electrocardiograma fue comprado luego de una colecta entre trabajadores del centro.
De acuerdo con la Exposición de Motivos del Proyecto de Ley de Presupuesto 2022, a la que tuvo acceso Transparencia Venezuela, para el sector salud se destinaron Bs 4.727.440.000, de los cuales Bs 2.277.457.000 serán ejecutados por el Ministerio de Salud.
Sin embargo, ningún hospital del país maneja presupuesto desde hace varios años. Villasmil aseveró que no llega lo que se necesita y que, por ejemplo, el Clínico Universitario recibe lotes de inyectadoras, pero no hay medicinas para usarlas; o llegan guantes de una sola medida.
De 10 insumos o medicamentos que se requieren para garantizar la atención de una persona, al menos siete deben ser comprados por los familiares. Al Materno de Caricuao, en Caracas, también llega muy poco material.
Los trabajadores de este centro aseguran que regularmente se produce “una fuga de insumos” entre el almacén, que recibe los suministros del Ministerio de Salud, y la central que se encarga de entregar el material a las demás unidades. “Por lo general, nunca hay kits de cesárea. Si el familiar sube a dirección y reclama aparece el insumo, pero si se queda callado, se ve obligado a salir y comprarlo. Antes teníamos un stock para atender a 10 embarazadas, eso se acabó.
Hemos exigido que informen al personal sobre las dotaciones que llegan para verificar que realmente llegue a los pacientes, pero no nos prestan atención”, relató Haidy Atacho, enfermera de sala de parto con 18 años de experiencia en ese centro asistencial.
Entre 2020 y 2021, Transparencia Venezuela contabilizó la llegada de 18 cargamentos provenientes de China, Turquía e Irán, contentivos de insumos para atender la enfermedad por coronavirus y otras patologías.
No obstante, el Estado ha asumido una política de opacidad y se desconocen detalles de la distribución de esos materiales.
Al Materno de Caricuao han llegado antibióticos y antieméticos -que son para prevenir vómitos- de esas tres naciones, pero el uso de estos fármacos implica un problema: la falta de instructivo.
Si en la farmacia del hospital no hay una lista con las especificaciones de cada medicamento importado, el personal de enfermería desconoce qué puede suministrar.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) también ha aportado a este hospital tipo III. Desde 2018, este organismo provee de material médico-quirúrgico a la sala de parto y a la unidad de cuidados intensivos.
También han apoyado financieramente para garantizar el suministro de agua en estas dos áreas. Atacho apuntó que los insumos que consigna Unicef no están dentro de los que se han hurtado. “Ellos hacen contraloría. Son estrictos con lo que entregan, las cantidades y el tiempo estimado de duración”, agregó la enfermera.
Agua y electricidad intermitentes
La atención médica está estrechamente asociada con la calidad de la prestación de los servicios públicos.
Villasmil es enfático en este punto: “Ningún hospital público en los últimos cinco años ha tenido agua y luz las 24 horas del día y los siete días de la semana. Eso no existe”.
En su informe de 2021, la ONG Monitor Salud publicó que, de 69 hospitales, 43 reportaron que el agua no llegaba a todas las áreas del centro, por lo que debían abastecerse con cisternas o pozos.
En otros casos, como el del ambulatorio del Ivss en Carabobo, los trabajadores recogen el líquido que llega a la planta baja y lo llevan en tobos a los pisos.
Esta situación empeora la calidad de la atención y pone en riesgo a pacientes y trabajadores.
En el Materno de Caricuao no falla la electricidad, pero sí el agua en las unidades de hospitalización y emergencia. También tienen problemas de filtración y se vieron obligados a cerrar la unidad de observación pediátrica, que contaba con 20 camas, porque las tomas de oxígeno se dañaron y no han sido reparadas.
En materia de suministro de energía eléctrica el panorama es preocupante. De acuerdo con la medición de la ENH, los hospitales venezolanos pasan un promedio de cuatro horas sin servicio. Registros de organizaciones civiles dan cuenta de que entre 2020 y 2021, los dos primeros años de la pandemia, al menos 216 personas fallecieron por “causas atribuibles a los cortes de energía”. “Un hospital sometido a cortes de luz pone en peligro a pacientes dependientes de asistencia respiratoria o limita la movilidad de los pacientes y el personal porque, por ejemplo, los ascensores dejan de funcionar”, reseña la ENH.
Durante los dos primeros meses de 2022, 8% de 40 centros asistenciales a escala nacional reportaron tener planta eléctrica instalada, pero no operativa. Pese a este escenario, que se ha recrudecido en los últimos años, los especialistas afirman que la vocación los mantiene firmes en su labor, aunque el salario no les permite ni siquiera comprar tapabocas y guantes que no son garantizados por las autoridades hospitalarias.
Transparencia Venezuela ha advertido que el virus de la corrupción es el principal responsable de la crisis en el sector salud.
La organización reitera su llamado a que las autoridades implementen las medidas necesarias para minimizar los riesgos de corrupción y que se atiendan de forma perentoria las deficiencias que atentan contra la vida de los venezolanos, cuyos derechos humanos son vulnerados de forma sistemática.