‘Quien quiera estar en constante felicidad debe cambiar con frecuencia’, decía el filósofo chino Confucio. Hoy desentrañamos sus ideas acerca de esta emoción tan relevante en la vida.
La búsqueda de la felicidad es tan antigua como la historia de la humanidad y la sabiduría de nuestros ancestros nos proporciona un enfoque muy valioso para dar respuesta a esta eterna pregunta. Confucio (551–479 a. C.) es uno de los filósofos más influyentes de la historia de la humanidad y sus enseñanzas han dado forma a las sociedades del este de Asia durante más de dos milenios. A pesar de vivir en una era desafiante, marcada por la agitación social, la decadencia moral y el desorden político, Confucio imaginó una sociedad completamente diferente, repleta de armonía y basada en la virtud moral y el orden social.
Una vida virtuosa
Así, este famoso filósofo veía la felicidad como un esfuerzo comunitario y moral, alejado de la persecución de la satisfacción personal (una corriente con muchos adeptos hoy día) y más cercana de la vida en armonía con los demás, cumpliendo los propios roles sociales y familiares. En resumen, la felicidad es llevar una vida virtuosa, siendo más feliz aquel que vive de acuerdo con los principios de Ren (benevolencia o humanidad), Li (comportamiento apropiado o propiedad ritual) y Yi (rectitud o justicia) que aquel que prioriza el placer o lo individual ante todo. No en vano, una de sus citas más famosas es: “Los vicios vienen como los pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”.
Sin duda, en el corazón de la felicidad confuciana se encuentra Ren. Implica empatía, compasión y respeto por los demás. Confucio creía que el cultivo de este valor conducía a relaciones armoniosas, fomentando un sentido de felicidad comunitaria.
Además, su enfoque apunta a la educación como medio para cultivar esa virtud a conseguir, haciendo hincapié en el aprendizaje permanente y el desarrollo moral para contribuir al crecimiento y el bienestar personal. Este filósofo creía que al estudiar los clásicos, reflexionar sobre los principios morales y practicar las virtudes, podía llevar a los individuos a cultivar un carácter moral, esencial para la realización personal y la armonía social.
Aunque nunca tuvo éxito durante su vida, sus discípulos registraron diligentemente sus enseñanzas, lo que llevó a la creación de las «Analectas», un texto fundamental que en chino significa “discusiones sobre las palabras”, que resume el núcleo de la filosofía confuciana.
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