La posibilidad de activar un revocatorio contra Maduro sería el gran debate del año que viene, independientemente de su factibilidad o no, consideró el director director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, Benigno Alarcón. Ese debate mostrará una vez más las divisiones opositoras
Benigno Alarcón considera que el terreno sigue fértil para la aparición de un outsider que asuma el liderazgo opositor, pero no vislumbra quién puede asumir ese papel. «Alguien ocupará ese espacio, si no es un líder reemergente, será uno nuevo, la gente lo está reclamando»
El gobierno lo logró legitimarse ni con los comicios del #21Nov, ni con el diálogo en México, por lo que es previsible que las sanciones se mantengan y que el chavismo siga aferrándose a sus aliados -que tienen larga experiencia en vivir con sanciones- para adaptarse e impedir que amenacen su permanencia en el poder
Es probable que las manifestaciones aumenten en 2022. La disposición a protestar del venezolano estaba por el orden del 40% según la última medición de julio. Si ocurre un suceso disparador como el de 2017,se podrían activar las protestas masivas
La apertura de una investigación por crímenes de lesa humanidad en Venezuela limitaría la propensión a reprimir eventuales protestas. «No es lo mismo mandar a un soldado a reprimir una marcha antes de la CPI que después. Habrá mayor resistencia a reprimir», opina el analista Benigno Alarcón
En el marco del foro «¿Venezuela se está arreglando?: Perspectivas 2022», organizado por Ecoanalítica y celebrado el pasado 30 de noviembre, el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón, analizó el escenario político en Venezuela tras los comicios regionales y proyectó lo que puede esperarse en este terreno para el año 2022.
Respecto al proceso electoral del pasado 21 de noviembre, Alarcón dijo que el gobierno, además de lograr 19 gobernaciones, cumplió con su cometido de dividir a la oposición en varias «oposiciones pequeñas«, con lo cual juega a mostrarse como una mayoría relativa, aunque en el voto nacional estuvo muy rezagado.
Añadió que, además, el gobierno concentró la represión en pocos actores políticos y no a nivel general, porque el escenario se prestó para ello.
«La represión fue innecesaria, el régimen podía controlar el costo de tolerar porque logró dividir a la oposición y sirvieron para generar clientelismo político electoral (…) El gobierno jugó a generar abstención y tuvimos la elección con mayor abstención en la historia política venezolana, casi 60%», describió.
Sobre las condiciones electorales opinó que, tal y como lo concluyó la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea, no hubo mejoras sustanciales en la integridad del proceso, lo que le derivó en una cuestionada victoria del chavismo que no ayudó a reforzar su legitimidad.
«Pese al cambio de rectores, aumentó la abstención .Hubo menos participación. La estrategia del régimen de ‘divide y persevera’ permitió al partido de gobierno ganar el proceso por dispersión y cooptación del voto opositor», sumó.
Después de analizar el panorama poselectoral, Alarcón hizo un repaso por lo que se puede esperar políticamente para Venezuela en el año 2022. A continuación, enlistamos sus apreciaciones.
«Todos contra todos» en la oposición
El triunfo de gobernadores opositores en tres estados y lo ocurrido en Barinas podría generar una debacle dentro de la oposición, a juicio de Alarcón.
«Habrá lucha de todos contra todos para convertirse en nuevo referente: los que ganaron gobernaciones se sentirán los nuevos líderes de la oposición; los que no ganaron, pero son líderes reconocidos, dirán que los tiempos de Guaidó ya pasaron; otros propondrán primarias -los que están mejor en las encuestas- y los que no están tan bien dirán que para qué hacer primarias, que esperemos hasta 2024″, enumeró el analista político.
Considera que la oposición queda nuevamente con un debilitamiento de todo el liderazgo y que esta confrontación de «todos contra todos» para decidir quién va a convertirse en nuevo referente supondrá un «reordenamiento de oposiciones».
«Creo que, básicamente, podríamos dividir a esos grupos, y posiblemente así funcionarán las alianzas, en dos ejes: qué tan moderados o qué tan radicales son. Los actores radicales estarán liderados por VP, Vente Venezuela, posiblemente AD, Copei, Causa R y Ciudadanos, de Delsa Solórzano. Mientras que la oposición ‘moderada’ estará conformada por Alianza Democrática, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia si se apega a la tesis Capriles, que es esperar hasta 2024″, indicó.
Ante esta situación, el gobernante Nicolás Maduro insistirá en su propósito de sustituir a una oposición que le ha sido molesta durante años, desplazar a esa oposición referente y conversar con la «moderada», a quien reconocerá como su verdadera oposición.
Referéndum revocatorio: la línea que marcará la cancha
La posibilidad de activar un revocatorio contra Maduro sería el gran debate del año que viene, independientemente de su factibilidad o no. Y ese gran debate hará que unos se pongan del lado de la cancha o en la esquina contraria, según Alarcón.
«Algunos dirán que esperemos hasta 2024, y otros que no se puede abandonar la batalla y que hay que darla en otros terrenos», anticipa.
Alarcón destacó que el revocatorio es un tema que tiene casi 80% de aprobación entre los ciudadanos y que va a mover a mucha gente.
«La demanda del revocatorio es altísima, por lo tanto, habrá gente en ese mercado, promoviendo ese bien, independientemente de su factibilidad (…) El tema del referéndum revocatorio dividirá a la oposición, los que estén en contra vociferarán menos, porque es muy popular, pero trabajarán tras bastidores para que eso no se concrete», pronostica.
Terreno fértil para un outsider
Aunque el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello no ve, por ahora, a alguien que pueda jugar este rol, advierte que si se asoma, la gente lo abrazará inmediatamente, debido a la baja popularidad del gobierno y a la pérdida de confianza en la oposición.
«¿Recuerdan el fenómeno Lorenzo Mendoza? Él era outisder, él dijo responsablemente que no podía, pero si alguien dice ‘yo puedo’, y tiene credibilidad, puede convertirse en un fenómeno que no estamos viendo venir y puede pasar. La gente reclama una cara nueva, otro liderazgo, hay una enorme desconfianza hacia el liderazgo político. El terreno está fértil, pero no lo tengo a la vista quién puede ser«, expuso.
Prosiguió afirmando que la gente quiere un nuevo líder que «saque a Maduro» y que el mercado está abierto: «Alguien ocupará ese espacio, si no es un líder reemergente, será uno nuevo, la gente lo está reclamando».
Las sanciones se mantendrán y Maduro seguirá adaptándose
Alarcón cree que el gobierno no logró su cometido de tener una mejor reputación internacional luego de los comicios regionales y municipales. No en vano, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea consideraron que estuvieron muy distantes de los estándares internacionales para que fueran verdaderamente libres y transparentes.
Esto hará que las sanciones se mantengan, aunque podrían someterse a revisión aquellas que puedan afectar a la población.
«Lo internacional sigue igual a como estaba: se aleja la tesis de que se eliminarán las sanciones, por lo que sucedió tanto en la elección como en la mesa de México. El ambiente se mantiene igual, las posibilidades de eliminar las sanciones se alejan tanto por parte de la Unión Europea como de EEUU. Seguramente, la comunidad internacional revisará aquellas que tiene efecto indeseable», plantea.
Alarcón aclaró en este punto que no es verdad que el gobierno de Maduro esté aislado y que no pueda vivir con las sanciones.
«De hecho, ha aprendido a vivir con ellas, tiene aliados que tienen larga experiencia viviendo con sanciones, los cuales ayudan con el mayor gusto a Venezuela por ser una causa geopolítica. Venezuela no está sola, no está con los socios que quizá quisiéramos, pero tiene otros», acotó.
Podría aumentar la disposición a manifestar
Alarcón refirió que la última medición sobre la disposición a protestar de los venezolanos, que data del mes de julio, estaba por el orden del 40%. Estima que, actualmente, debe ser más alta después de las elecciones.
«Ya un 40% es una cifra altísima, porque lo que se necesita para que la protesta tenga impacto político es que se movilice 3,5% del país, eso está súper estudiado. El gran inhibidor para protestar es la violencia: la gente la teme y la rechaza. Hay desmovilización por vacío de liderazgo, hay caída de expectativa por lo que se se puede lograr protestando, la gente siente que no puede hacer nada, que ya lo hizo todo y nada sirvió. Pero siempre está allí la disposición, siempre y cuando se le convoque para algo con sentido», expresó.
Agregó que en países como Cuba sigue latente la posibilidad de que se inicie una ola progresa de manifestaciones. «Y si hay movilizaciones importantes, eso se contagia, es como la primavera árabe. Los dos países con las defensas más bajas para contagiarse son Nicaragua y Venezuela. Y eso lo vimos en 2017. Veníamos de un 2016 tranquilo y de pronto en 2017, a partir de la declaración de la fiscal general sobre el orden constitucional en Venezuela, vino el ciclo de protestas más largo de la historia del país. Si un fenómeno similar dispara las protestas, puede ser que el comportamiento represivo sea distinto», sostuvo.
Ante las desventajas y la fragmentación en la que está la oposición, abunda, el gobierno la obliga a cooperar con sus propósitos, quiera o no quiera: Tiene más poder y la lleva a su terreno. Pero un factor que podría poner el péndulo del lado opositor es justamente la posibilidad de movilizar a la población y hacer que protesten, porque el juego se hace simétrico.
Mayor resistencia a reprimir por la investigación de la CPI
El hecho de que la Corte Penal Internacional resolviera abrir una investigación a Venezuela por crímenes de lesa humanidad, aunque no tendrá consecuencias políticas en lo inmediato para funcionarios del gobierno, aumentaría los costos de la represión a posibles manifestaciones.
«No es lo mismo mandar a un soldado a reprimir una marcha antes de la CPI que después. Habrá mayor resistencia a reprimir. Hay una cohesión entre el Alto Mando Militar, pero hay menor cohesión en la cúpula hacia abajo, y a medida que se baja, hay menos cohesión. Eso hay que verlo con cuidado porque podría traer insubordinaciones y cambiar los acuerdos tácitos en la FANB: subordinarse al gobierno, mantenerlo en el poder, no hacer nada contra el gobierno, eso puede ir cambiando si la situación se va enrareciendo», advierte Alarcón.
Una hipótesis probable es que, ante movimientos de protesta, no se verá represión en los niveles del año 2017, que son justamente los casos que originaron la apertura de la investigación de la CPI. Eso podría multiplicar la voluntad de la gente de manifestar.
«Si no hay esos niveles de represión ni violencia ,y hay cierto orden en las protestas, estas podrían comenzar a masificarse. Si ocurre, van a crecer, porque la represión, hipotéticamente hablando, va a ser menor», dijo.
Diálogo sin futuro
El analista ve escasas probabilidades de que este proceso de negociación, que se suspendió luego de la extradición a Estados Unidos de Alex Saab, derive en una transición para Venezuela.
«Decíamos hace unos meses que es una negociación asimétrica, que el gobierno era más poderoso que la oposición. No fue a un proceso de cambio político y se obligó a la oposición a cooperar, a ir a la elección del 21 de noviembre. El objetivo del gobierno era reducir sanciones, moderarlas, y legitimarse como actor internacional. Tener reconocimiento de una oposición que se sienta con él y de los países que se sientan a interactuar con él. El gobierno no logró su propósito, ni la oposición la transición. Y si el gobierno no lograba un acuerdo, su fin último era mantener el status quo: quedarse con el poder, aunque se mantuvieran las secciones», apuntó.
¿Qué esperar de la FANB?
Esta pregunta parece tener una respuesta anticipada, ya que el sector castrense ha sostenido a la actual administración de gobierno en el transcurso de todas las crisis políticas. Pero Alarcón no descarta que haya elementos que puedan mover los escenarios progresivamente.
«La Fuerza Armada es un actor fundamental para las transiciones, tanto cuando actúa para hacer el cambio como cuando no hace nada. Puede que permitan que el gran rollo se arme y que el gobierno lo resuelva. Pero siempre terminan teniendo la última o penúltima palabra. Lo que pasa con la Fuerza Armada venezolana es que tiene costos muy altos de tolerancia a un cambio político. Un cambio de la situación política tiene costos altos y significa peligro para ellos. Por eso, no se tomarán una transición a la ligera, no van a dejar que cualquiera llegue y tome el poder», argumenta Alarcón, al tiempo que recuerda que esta institución tiene «muy bajos niveles de legitimidad», que se mueven al mismo ritmo del gobierno.
Opinó además que si el sector militar se atreve a poner «freno de mano» al actual gobierno, la comunidad internacional puede cambiar su posición respecto a ellos y es posible que la oposición, ante una acción de este tipo, se una un poco más de lo que está.
Aún así, precisó, para que esto ocurra y se produzca una transición que sea aceptada por la FANB deben sumarse muchos factores: amplia movilización del ciudadano, división del gobierno (porque se generen incentivos muy altos) y apertura de una oportunidad de negociación en la que sea incluido el sector militar. Y estas condiciones no parecen probables en el corto o mediano plazo.