Lo que se pensó como una reunión para ver puntos en común de los países de América Latina y el Caribe y definir qué rumbo debe tomar la región, terminó en un cruce de pronunciamientos que reforzaron aún más la polarización. Así se puede resumir lo ocurrido hace unos días en la VI cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tuvo lugar en México.
Como lo analizamos en el #TenemosQueHablar de esta semana, el anfitrión de la cumbre, Andrés Manuel López Obrador, allanó el camino para que la máxima cita de presidentes de la región se convirtiera en un ‘ring’ de pelea: en una esquina, los países con gobiernos de derecha y centroderecha cercanos a Estados Unidos; en la otra, los opositores de la superpotencia mundial como Miguel Díaz-Canel de Cuba y Nicolás Maduro de Venezuela, quienes sorprendieron con su asistencia. Un enfrentamiento en vísperas electorales en países como Nicaragua, donde Daniel Ortega busca un período más en el poder.
La cumbre de la CELAC fue la escala previa de varios mandatarios a la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada esta semana. Allí Maduro defendió su cuestionado gobierno, a través de un discurso pregrabado ante el temor de ser detenido en EE.UU. Bajo los focos globales que tuvo el encuentro de la ONU, el líder chavista solicitó al gobierno de Joe Biden. que desbloquee el dinero retenido a su país en el sistema bancario internacional. A la par su gobierno ha afianzado los acuerdos comerciales y políticos con China, Rusia, Irán o Turquía, para sobreaguar su débil economía y una industria cada vez más socavada.