El primer ministro británico, Boris Johnson, se expone este martes a la ira de sus propios diputados conservadores en una votación de alto riesgo en el Parlamento sobre sus nuevas medidas para combatir la variante ómicron del coronavirus.
El primer ministro anunció la semana pasada nuevas restricciones para limitar la propagación del virus cuando el Reino Unido, uno de los países más castigados de Europa por la pandemia con casi 146.500 muertos, se enfrenta a una “fuerte oleada” de casos por ómicron.
Según su gobierno, para garantizar que los hospitales no se vean desbordados en las próximas semanas son necesarios el uso de mascarillas en interiores, los test diarios para los casos de contacto, el teletrabajo y los pases sanitarios obligatorios en los grandes eventos.
“El gobierno debe hacer lo que razonablemente cree que es correcto para el interés del país. Creo que son medidas proporcionadas, junto con un aumento significativo de los esfuerzos” para ofrecer una tercera vacuna de refuerzo a todos los adultos antes de fin de año, nuevo objetivo titánico del gobierno, subrayó el vice primer ministro, Dominic Raab, al canal Sky News, descartando más restricciones por el momento.
Pero estas normas no convencen a muchos diputados conservadores y algunos se rebelan denunciando su carácter liberticida.
“Creo que todas estas medidas son erróneas, son desproporcionadas y no hay pruebas suficientes de que sean necesarias”, dijo el fin de semana a la BBC el exministro del Brexit Steve Baker.
Unos 60 conservadores amenazan con una rebelión el martes.
Con su amplia mayoría en el Parlamento -80 escaños- y la ayuda de la oposición, el gobierno debería conseguir aprobar el texto, pero esta revuelta no podría llegar en peor momento para Johnson.
– Amiguismo y corrupción –
Dos años después de su histórica victoria electoral con la promesa del Brexit, el primer ministro está viendo cómo su popularidad cae en picado y se enfrenta a numerosas peticiones de dimisión desde la semana pasada, a raíz de una serie de escándalos.
El domingo, el diario Sunday Mirror publicó una foto de Johnson participando en un concurso en línea en Downing Street, rodeado de personal, en diciembre de 2020, cuando se exigía a los británicos que limitaran extremadamente sus interacciones sociales.
Los británicos también le culpan de una fiesta que supuestamente se celebró en Downing Street el 18 de diciembre de 2020, cuando ellos mismos se vieron privados de celebraciones navideñas a causa del coronavirus.
Un vídeo filtrado a la prensa en que ayudantes de Johnson bromean sobre la supuesta fiesta de Navidad ilegal echó más leña al fuego.
Esta revelaciones han dañado su credibilidad en un momento en el que espera imponer nuevas restricciones.
Se suman además a una serie de acusaciones de corrupción que podrían desembocar en una moción de censura contra Johnson por el Partido Conservador.
El primer ministro fue llamado al orden el jueves por la costosa renovación de su residencia oficial en Downing Street, con una multa a su partido con 16.250 libras (21.500 dólares, 19.000 euros) por no haber declarado el importe total de la donación privada recibida para financiar las obras.
– “Implacable para echar a sus líderes” –
Johnson también causó indignación al intentar cambiar las normas parlamentarias para ayudar a un diputado conservador, Owen Paterson, condenado por presionar a miembros del gobierno para defender a dos empresas para las que actuaba como consultor remunerado.
El jueves se celebran legislativas parciales en Inglaterra para cubrir el escaño de Paterson, que dimitió, y estas tendrán un carácter altamente simbólico.
Pero estas no son las únicas amenazas contra Johnson: también se cuestionan sus fastuosas vacaciones en el extranjero, los peligrosos vínculos de su gobierno con algunas empresas y las acusaciones de amiguismo por la asignación de escaños en la Cámara de los Lores -cámara alta del parlamento británico cuyos miembros no son elegidos en sufragio sino designados por el gobierno- a generosos donantes del Partido Conservador.
Según el columnista político Robin Pettitt, el talento de Johnson -experiodista y exalcalde de Londres conocido por su estilo poco convencional- para el escapismo político podría hacerle salir airoso de uno o dos de estos escándalos.
Pero si la acumulación continúa, “el partido conservador siempre ha sido muy implacable a la hora de echar a los líderes que no funcionan”, dice este experto a la AFP. AFP