Como todos los años, Bill Gates publicó su balance de este 2021 y, además de cuestiones personales como su divorcio con Melinda y la sensación de “nido vacío”, el fundador de Microsoft volvió a analizar el estado de la pandemia, así lo reseñó INFOBAE.
“En mi anterior post de fin de año, escribí que creía que podríamos mirar atrás y decir que 2021 fue una mejora respecto a 2020. Aunque creo que eso es cierto en algunos aspectos -millones de personas se han vacunado contra el COVID-19, y el mundo está algo más cerca de la normalidad- la mejora no ha sido tan dramática como esperaba. En 2021 murieron más personas por COVID que en 2020. Si eres uno de los millones de personas que han perdido a un ser querido por el virus en los últimos doce meses, seguro que no crees que este año haya sido mejor que el anterior”, escribió en su blog.
Explicó, además, que debido a la variante Delta y a los retos que plantea la aceptación de la vacuna,el mundo no está tan cerca del final de la pandemia como él esperaba a estas alturas. “No preveía que apareciera una variante tan altamente transmisible, y subestimé lo difícil que sería convencer a la gente de que se vacunara y siguiera usando mascarillas”.
“Sin embargo- advirtió- tengo la esperanza de que el final esté a la vista. Puede que sea una tontería hacer otra predicción, pero creo que la fase aguda de la pandemia llegará a su fin en algún momento de 2022?.
En su texto, reveló cuatro razones para ser optimista y una para preocuparse:
1- Hemos aprendido mucho sobre cómo afrontar las variantes.
“No hay duda de que la variante Omicron es preocupante”, escribió Gates. Como muchos en la comunidad científica, subrayó que necesitamos aprender más sobre esta nueva variante y dijo que los investigadores deberían tener algunas respuestas muy pronto. “Pero esto es lo que sí sabemos: el mundo está mejor preparado para hacer frente a las variantes potencialmente malas que en cualquier otro momento de la pandemia hasta ahora”, escribió.
Resaltó que el optimismo radicaen que Sudáfrica ha hecho de la secuenciación genómica una prioridad, y la variante Omicron se descubrió mucho más rápidamente que la Delta. Y añadió: “Estamos en una posición mucho mejor para crear vacunas actualizadas si son necesarias”.
2- Logramos ser muy buenos con las vacunas.
Las vacunas de ARNm (o ARN mensajero) podrían considerarse algún día como el avance más importante de la pandemia, escribió Gates. “Demostrar que el ARNm funciona como plataforma de vacunas ha supuesto un enorme cambio de juego, no sólo para esta pandemia, sino también para la próxima”.
Todas las vacunas tienen el mismo objetivo: entrenar el sistema inmunológico para que reconozca el coronavirus y así elevar sus defensas de forma preventiva, con el fin de neutralizar el virus real de producirse el contagio. Pero las ARN mensajero son distintas a las vacunas tradicionales, en las que se introduce en el organismo una forma debilitada o inerte de la infección para que el sistema inmunitario del cuerpo aprenda a enfrentarse a ella. El ARN mensajero de la vacuna se fabrica en laboratorio. Mediante la vacuna se inserta en el cuerpo y toma el control de esta maquinaria para fabricar proteínas o antígenos específicos del coronavirus: sus “espículas”, esas puntas tan características que están en su superficie y le permiten adherirse a las células humanas para penetrarlas.
Estas proteínas, inofensivas en sí mismas, serán liberadas por nuestras células tras recibir las instrucciones de la vacuna, y el sistema inmunológico en respuesta producirá anticuerpos. Estos anticuerpos permanecerán de guardia durante mucho tiempo -según se espera- con la facultad de reconocer y neutralizar el coronavirus en caso de que nos infecte.
En lugar de recibir una forma debilitada del virus, no se obtiene ningún virus, lo que hace que el ARNm sea más seguro que las vacunas tradicionales. “Ahora que el ARNm está bien establecido, seremos capaces de desarrollar vacunas seguras y eficaces de forma súper rápida en el futuro”, escribió Gates.
3- Estamos desarrollando mejores tratamientos.
“Si bien las vacunas que evitan que las personas enfermen gravemente de Covid han sido un éxito asombroso, no puede decirse lo mismo de los tratamientos una vez que alguien tiene la enfermedad”, escribió Gates. Los tratamientos desarrollados hasta ahora ayudan un poco, pero no son tan eficaces como él esperaba, y no son lo suficientemente fáciles de distribuir.
“Dos nuevos fármacos antivirales pueden estar a punto de cambiar eso”, escribió Gates. Uno de ellos, el molnupiravir, fabricado por Merck, obtuvo recientemente la aprobación de la FDA para su uso en personas de alto riesgo. Puede reducir significativamente las posibilidades de ser hospitalizado o morir si se contrae el Covid, y es relativamente barato de fabricar y fácil de distribuir, escribió. “Ojalá hubiera aparecido antes”.
4- Hemos aprendido mucho sobre las medidas públicas
“Los gobiernos y las empresas han aprendido mucho sobre las intervenciones no farmacéuticas (NPI, por sus siglas en inglés), que incluyen cosas como la obligatoriedad del uso de mascarillas, los cierres y las prohibiciones de viajar”, escribió Gates. “La próxima vez, el mundo estará listo para desplegar herramientas baratas y fáciles como las máscaras mucho más rápido, y los gobiernos tendrán una mayor comprensión de cuándo y cómo desplegar estrategias más gravosas como los bloqueos”, escribió.
5- La desconfianza en sus gobiernos.
Este es el punto que más le preocupa a Gates: la profunda desconfianza en los gobiernos y otras instituciones que no ha hecho más que crecer este último año. “Pensé que la demanda de vacunas sería mucho mayor de lo que ha sido en lugares como Estados Unidos”, escribió. “Está claro que la desinformación (incluidas las teorías conspirativas que desgraciadamente me involucran) está teniendo un impacto sustancial en la disposición de la gente a vacunarse”.
“Esta época nos ha mostrado cómo la disminución de la confianza en las instituciones públicas está creando problemas tangibles y complicando nuestros esfuerzos para responder a los desafíos”, escribió.
Una gran parte del problema, señala, son las redes sociales, que ayudan a amplificar la información errónea de forma muy poco útil. “No debería permitirse que un video en el que se afirma falsamente que la vacuna Covid-19 provoca infertilidad se difunda ampliamente bajo la apariencia de ser una noticia”, escribió.