Los analistas del Bank of America liderados por Michael Hartnett han detectado un activo que está señalando un fuerte riesgo de turbulencia inmediata: las inversiones más líquidas.
Desde que comenzó el pánico bancario, los activos bajo administración de los fondos de dinero en efectivo han pasado a superar los 5,1 billones de dólares, con una entrada de más de 300.000 millones solo en las últimas cuatro semanas.
En este tiempo también se registraron los mayores flujos semanales de efectivo desde marzo de 2020, la mayor entrada a bonos del Tesoro en seis semanas y la mayor salida semanal de la deuda con elevado riesgo de impago (la que roza el nivel de ‘bono basura’) desde octubre de 2022. Unas acciones que indican que los inversores han entrado en ‘modo pánico’ y están huyendo del riesgo.
Las dos últimas veces que las inversiones en efectivo muy líquido se dispararon de esa forma fueron las grandes crisis de 2008 y en 2020, la Reserva Federal recortó los tipos de interés de forma inmediata.
Hartnett, al que le gusta repetir el dicho de que “los mercados dejan de entrar en pánico cuando los bancos centrales comienzan a entrar en pánico”, señaló que los fuertes aumentos en los préstamos de emergencia de la ventana de descuento de la Fed, como los registrados estas semanas, se corresponden con los hundimientos de los mercados bursátiles.
Sin embargo, esta vez hay una diferencia: la inflación está alta, y los datos de empleo y de actividad económica siguen siendo muchísimo más fuertes de lo que se esperaría en la antesala de una posible recesión. Y no solo en EEUU: en lo que va de año, los bancos centrales de los países desarrollados han aprobado un total de 46 subidas de tipos, incluso en países, como Suiza, que están metidas de lleno en crisis bancarias de primer nivel.
Por lo pronto, Hartnett y su equipo esperan recortes “agresivos” de tipos en los próximos 12 meses, pero solo empezarán cuando empiecen a acumularse los despidos.
Los inversores deberían vender sus acciones después de la última subida de tipos por el impacto negativo del aumento del desempleo, dijo Hartnett. “Ahora es un mercado bajista más largo de lo normal”, pero la intervención de la política significó que las acciones no han cotizado en una gran caída y las mayores recuperaciones del mercado alcista “ocurren solo después de las mayores caídas”, escribió.
Los más perjudicados serán los “codiciosos” que sigan confiando en subidas en las bolsas inmediatas, sin una dosis adicional de dolor antes de cruzar el río.
“Los mercados crediticios y bursátiles están muy confiados en los recortes de tipos y no temen lo suficiente a la recesión”, dicen. Y recuerda que el endurecimiento de las condiciones de financiación, incluso aunque la Fed se vea obligada a poner a disposición de los bancos líneas de emergencia, se traducirá en un endurecimiento de los préstamos a minoristas.
Tarde o temprano, dicen los analistas, las dificultades de los bancos se transmitirán a la economía real, y acabarán por enfriar el mercado laboral. La pregunta es cuánto se tardará, y cuánto se habrán extendido los daños para entonces.
El Economista
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