Voz de América
La frontera norte de Israel se calienta. El fuego cruzado entre el grupo militante chií Hezbolá, las milicias palestinas y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) es diario e intenso.
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Los enfrentamientos en la zona norte del territorio israelí comenzaron el pasado 8 de octubre, un día después de los ataques sorpresa de Hamás a Israel y de la declaración oficial de guerra hecha por el primer ministro Benjamin Netanyahu, pero se han intensificado en los últimos días. La escalada hace temer que el conflicto con Líbano se convierta en un segundo frente en la guerra que libra Tel Aviv contra Hamás.
Tropas de las FDI han tomado posiciones en la frontera a la espera de un posible ataque. Muchas carreteras de Israel están cortadas y en diversos puntos se encuentran enmascaradas unidades de infantería motorizada. Aunque no hay cifras oficiales, analistas de seguridad aseguran que ahora mismo hay más efectivos apostados en el norte que en el área de Gaza, controlada por Hamás y bajo implacable fuego israelí desde el inicio de la guerra.
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Las ciudades y pueblos cercanos a la frontera norte permanecen desiertos. Casi la totalidad de sus habitantes se han evacuado hacia zonas seguras del país: más de 60.000 personas que viven a menos de 5 kilómetros de la divisoria. Las calles de la mayor ciudad del norte, Kyriat Shmona, hogar de 25.000 personas, permanecen desiertas. También las de pequeñas comunidades de los alrededores. Nadie quiere estar ahí si la guerra estalla.
Dafna es uno de los kibutz más grandes del norte, en el viven más de 1.000 personas. Arik Yaaacovi, director de la comunidad, cuenta que la mañana del 7 octubre, «el shabbat maldito, entendimos que estábamos en un incidente distinto, de una naturaleza diferente, que pasó en el sur pero que puede afectar fácilmente y con fuerza en el norte”.
Pese a ello, pocos vecinos decidieron evacuarse en aquel momento. El 16 de octubre, a nueve días del comienzo de la guerra y a ocho de los enfrentamientos con Hizbulá, los habitantes de Dafna recibieron instrucciones para evacuar la pequeña localidad. Hoy en el kibutz sólo permanecen unas 15 personas que custodian el lugar y se ocupan de las vacas y otros animales que quedaron en la localidad agrícola.
Mientras, por las carreteras que llevan a Dafna circulan vehículos militares y tanques, y de fondo se observan columnas de humo producto del impacto de proyectiles disparados desde el Líbano por Hezbolá. El conflicto amenaza con intensificarse.
La frontera entre Israel y el Líbano vive hoy su momento más tenso desde 2006. Tropas israelíes e Hezbolá libraron una guerra con intenso intercambio de fuego que no ha cesado desde el 8 de octubre, un día después de que comenzara la guerra con las milicias islamistas de Gaza.
El grupo libanés ha lanzado decenas de misiles antitanque, cohetes y morteros hacia suelo israelí, donde también han intentado infiltrarse algunos de sus hombres; a lo que Israel ha respondido con intensos asaltos con artillería y por aire, incluso con ataques selectivos para matar milicianos.
Para Avi Melamed, experto en seguridad y ex oficial de inteligencia de Israel, “el principal reto ahora mismo es la posibilidad de que se expanda la guerra en Gaza». «En la frontera norte no hay una guerra a gran escala todavía. Esperamos que no se expanda porque eso significa que Israel estará implicado en dos arenas, la Franja de Gaza y el norte”, explica.
“Creo que Hezbolá e Irán afrontan un dilema sobre si implicarse en una guerra a gran escala o no”, prosigue Melamed. Argumenta que Hezbolá tiene miles de misiles y cohetes, de diferentes de rangos, que «pueden alcanzar casi cualquier punto de Israel”, lo que llevaría la guerra a otro nivel, algo que no interesa a Israel.