Aviso clasificado: “La opulencia le espera en Quinta Warairarepano, una propiedad ubicada en la ladera de una montaña situada en Venezuela. Quinta Warairarepano tiene todas las características de lujo imaginables”. Debe ser así, aceptará el sorprendido lector, pues la propiedad se ofrece en 20 millones de dólares, ubicada en un bucólico enclave de Caracas, cierto, pero también en medio de un mercado depauperado tras una década de crisis socioeconómica y humanitaria.
El aviso, que circuló a manera de un video promocional por redes sociales, dio un espaldarazo, quizás involuntario, a la especie de que “Venezuela se arregló”. Si así se ofrece la propiedad, todavía debe haber quien pueda comprarla.
En la capital del país con la hiperinflación más alta del hemisferio y que ha expatriado a al menos siete millones de sus ciudadanos -entre ellos, miles de venezolanos de clases alta y media que han dejado atrás, a menudo vacíos, sus inmuebles-, aún persisten rincones para la ostentación y el lujo.
Con aires de modernismo moldeados en piedra y mármol, la gran casa familiar que pertenece a Manuel José Escotet Rodríguez desde hace 22 años, muestra líneas rectas que le otorgan un carácter de dios petrificado en un entorno de denso verdor. Se trata de un sector natural del sureste del valle de Caracas al que, desde 1980, ampara la categoría de Zona Protectora bajo custodia del entonces recién creado Ministerio de Ambiente (hoy Ministerio de Ecosocialismo).