Opinión
Si no se logra entender que “La Fuerza es la Unión” estaremos condenados a repetir la historia de los últimos 23 años.
El momento que vivimos, exige entendimiento y comprensión del más alto nivel por parte de quienes tienen la dura tarea de hacer política. Conectar con la historia que ha transitado el país desde la explosión del Zumaque en 1914 hasta hoy, es una tarea de obligado cumplimiento para quienes hacen política y para todo ciudadano que desee no solo un cambio, sino una transformación tangible de la realidad actual.
El Metro y el transporte público terrestre son de gran valía para tener una lectura clara y diáfana de las necesidades, expectativas y exigencias del denominado “venezolano de a pie”. En cada conversación, independientemente de preferencias o simpatías políticas, cada venezolano expresa rotundamente que la salida a este maremágnum de locura, pasa por la unificación de los sectores de oposición; “si no nos unimos, nos vamos a joder otra vez”. Si, esto no es nada nuevo, pero se debe repetir hasta el cansancio, porque la verdad es que hay actores de la política venezolana a quienes, hasta el día de hoy, esta premisa les vale mie/%@…
Comprender el verdadero sentido de la política es un tema lleno de una complejidad enigmática. Pero como la política es una obra colectiva, toda inferencia que emerja del sentir ciudadano y su ajustada comprensión, debe ser el punto de partida para el diseño de una sólida estrategia de unificación de criterios.
La política es una derivación de la imperfección humana, cuya función es procesar las tensiones y conducirlas adecuadamente para que las sociedades avancen en pro de su bienestar. Permitir hacer posible la convivencia entre quienes por naturaleza piensan diferente y compatibilizar lo viable con lo factible, es sin lugar a dudas, el quehacer prioritario de la política. Y si lo anteriormente escrito es del dominio colectivo, ¿cómo podemos exigir menos a quienes tienen en sus manos la responsabilidad de conducir la política? Su obligación histórica es escuchar, procesar y articular lo que realmente demanda la ciudadanía: Unión estratégica.
Construir soluciones viables y certeras en base a la crítica, es pertinente, pero siempre bajo la lupa de la ética y la moral como pilares necesarios del quehacer responsable y mesurado. Todos estamos a la expectativa de las actuaciones del reparto de personalidades que se identifican como oposición. Todos tenemos a la vista sus formas de hablar, pero sobre todo sus formas de actuar; y serán sus acciones lo que permitirá al ciudadano venezolano, premiar o condenar en el futuro cercano a quienes merezcan la gloria o el paredón de la historia en la opinión pública.
Quienes hoy llevan consigo el trabajo de ser guías de la política de oposición, tienen la obligación de hablar claro al venezolano, en un marco de respeto mutuo, y con el compromiso de formarlo para estos tiempos de lucha, transformarlos en agentes de cambio en pro de la defensa de la voluntad democrática y su bienestar, conociendo a la perfección los objetivos superiores y la claridad meridiana de la ubicación en tiempo real del verdadero adversario. Si no se logra entender que; “La Fuerza es la Unión”, entonces estaremos condenados a repetir la historia de los últimos 23 años una y otra vez.