Aunque los industriales venezolanos son optimistas y buscan que sus empresas sean competitivas, después de haberse contraído el sector privado un 80% desde 2013 a 2020, la realidad es que el vecino país, que representa la sexta economía de América Latina, con un PIB de 314 mil millones de dólares, versus un PIB de Venezuela de 59 mil millones de dólares. Tiene la capacidad de exportar el 90% de la mercancía que está establecida en el Acuerdo de Alcance Parcial Comercial número 28. Documento que rige el intercambio comercial entre ambas naciones, firmado por el fallecido presidente Hugo Chávez y Juan Manuel Santos a finales de 2011.
“Este acuerdo toma en cuenta las estadísticas económicas que tenían ambos países de 2006 a 2010. Favorece a las exportaciones de Colombia hacia Venezuela, es asimétrico. ¿Qué productos puede exportar Venezuela para allá?, derivados del petróleo, acero, aluminio, hierro. ¿Y de allá para acá?, casi todos los productos podrían entrar. Por ejemplo, Colombia puede enviar quesos y derivados lácteos y nosotros no lo podemos enviar allá. Lo mismo ocurre con los embutidos. Se necesita revisar ese acuerdo y balancearlo“, exclamó Luigi Pisella, presidente de Conindustria.
El paso vehicular por el Puente Internacional Simón Bolívar, en San Antonio del Táchira, permaneció cerrado siete años, pero el comercio entre Colombia y Venezuela no se detuvo, sólo se informalizó. Hasta este 26 de septiembre cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas y comerciales, tan sólo generaba ganancias por 400 millones de dólares al año, cuando en el 2008 produjo 7.000 mil millones de dólares según cifras conservadoras.
“¿Qué ganamos con la apertura de la frontera?, formalidad, si la frontera se normaliza no nos van a entrar los refrescos colombianos, ni los chocolate, ni los productos alimenticios, ni farmacéuticos que no deberían entrar porque se producen en Venezuela, o porque no tienen permisología”, explicó Pisella.
El sector privado considera necesario que este acuerdo se actualice para que ambas economías vuelvan a ser complementarias. “Antes de 2015 Venezuela exportaba electricidad a Cúcuta y quedaron las instalaciones de esas empresas. Hoy por hoy nosotros necesitamos esa electricidad, pero esa realidad se puede revertir. Colombia tiene un problema de gas, nosotros quemamos en Zulia y Anzoátegui la mitad del gas que se produce. Ese gas podemos enviárselo a Colombia porque ya está construido un gasoducto”, expresó.
Informó que hay conversaciones para que el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) financie parte de la integración comercial y destine recursos a infraestructura y al sector eléctrico. El 13 de octubre, el presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández, firmó un acuerdo con la Federación Nacional de Comerciantes Empresarios (Fenalco), para que ambas naciones se articulen en campañas, estrategias, programas, ruedas de negocio, ferias y eventos para beneficiar las exportaciones.
“Tenemos que manejar con prudencia las expectativas de la apertura de frontera y la generación de relaciones entre los dos países. El esfuerzo tanto de los empresarios colombianos como de los venezolanos es tratar de que no haya perdedores, sino ganadores”, manifestó.
Ramón Goyo, presidente de la Asociación Venezolana de Exportadores (AVEX), dijo que Venezuela podría producir unos 500 productos que en este momento está importando Colombia de terceros países, si la industria venezolana consigue financiamiento para poner en marcha el 70% de su capacidad instalada que en este momento está ociosa.
“Se puede activar la industria manufacturera privada del aluminio, hierro, de la petroquímica, de la que depende la industria del plástico. También la agroindustria que en este momento tiene una capacidad instalada del 60%, del sector farmacéutico e incluso podemos activar la industria de autopartes”, comunicó.
Considera que para que eso ocurra, se deben facilitar las exportaciones, reducir los tiempos y costos operativos para exportar, revisar todas las regulaciones y regímenes legales para exportar, y el Estado tiene que buscar la manera que se estabilicen los servicios públicos para beneficiar el comercio internacional.
José Manuel Puente, economista, indicó que debido a la caída tan abrupta que ha tenido la producción petrolera de PDVSA, que pasó de 3.2 millones de barriles diarios en 1998 a 700 mil barriles diarios en la actualidad, se deben activar otros sectores económicos.
“Venezuela tiene que encender tres motores de crecimiento alternativo. El sector de petroquímica, conexo al petróleo, el sector frutas tropicales, somos unos productores de mango, melón, patilla, podríamos tener exportaciones muy importantes. El sector turismo. El petróleo de España es el turismo. Venezuela podría generar grandes ingresos del turismo por su ubicación geográfica que incluso es más privilegiada que la de Panamá”, apuntó. Estos tres motores de la economía podrían tener un futuro más sólido y estable, que el petróleo, que es el commodities más volátil del mundo.
Actualmente el precio del crudo Merey, que es el que produce Venezuela, tiene un valor en el mercado internacional que oscila los 82 dólares por barril. De febrero a julio este precio alcanzó los 92 dólares por barril, un precio soñado para Venezuela por la crisis energética que desató la invasión de Ucrania.
“El problema es que las cantidades producidas de crudo por Venezuela son las más bajas desde 1940. Hoy producimos tan sólo el 25% del ingreso petrolero de 1998, por lo que es un ingreso muy limitado”, dijo.
Estima que este año la economía de Venezuela crezca entre 6 y 9% al cierre de 2022, pero es un crecimiento fundamentalmente aupado por los precios del petróleo que ha registrado el mercado internacional. “El tema es que Venezuela no ha llevado a cabo un programa de política económica, con política fiscal, monetaria y cambiaria coherente, y que pueda incrementar sus reservas internacionales para crecer de manera estable en el tiempo”, explicó.
Ramón Goyo, presidente de la Asociación Venezolana de Exportadores (AVEX), informó que las estimaciones señalan que este año Venezuela podría cerrar con 3.000 millones de dólares por concepto de exportación de productos no petroleros, que representan el 5% del PIB nacional.
“Se está exportando productos del mar, el ron que es un producto premium en varios países, otros bebidas alcohólicas, madera, pieles”, precisó. En el año 2021 las exportaciones generaron al país 2.200 millones de dólares en producción tanto del sector publico como privado. Este sector se viene recuperando progresivamente. En 2020 en plena pandemia, el país tan sólo generó por concepto de exportación 1.160 millones de dólares.
Los años dorados para las exportaciones en Venezuela fueron en 2006, cuando se generaron 7.000 millones de dólares. Es decir la caída ha sido de un 45% aproximadamente.
Tiziana Polesel, presidente de Consecomercio, considera que el primer paso que se debe dar en Venezuela para hablar de crecimiento económico es la reactivación de los créditos para el sector privado y los ciudadanos.
“Sin crédito es complicado que todo el giro comercial de diciembre se aumente. Podremos hablar de crecimiento económico cuando a una persona se le dañe su licuadora y la pueda comprar de nuevo inmediatamente utilizando una tarjeta de crédito”, apuntó.
Sostiene que sectores como los comercios que venden la materia prima del sector construcción, requieren de créditos para dinamizarse porque son unos de los más golpeados.
El economista José Manuel Puente, considera que a pesar que en julio el gobierno creó cinco Zonas Económicas Especiales, es poco probable que logre atraer inversiones extranjeras.
“Todavía los derechos de propiedad son muy frágiles en Venezuela, junto al tema de tener tasas negativas, es decir una inflación al 150%, con tasas de interés en el 20%. Todavía hay muchos desequilibrios macroeconómicos como para poder atraer con fuerza inversión directa extranjera, el derecho a la propiedad es inviolable”, comunicó.
Felipe Capozzolo, segundo vicepresidente de Fedecámaras, considera que en la medida que en Venezuela haya cambios institucionales, se puede pensar en un desarrollo económico a largo plazo.