Hace exactamente tres años, el mundo cambiaba para siempre. El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que el extraño virus que se había detectado en Wuhan, China, en diciembre de 2019 era el responsable de las “neumonías de causa desconocida” en aumento en todo el mundo.
Debido a la velocidad de propagación, el número de casos y la cantidad de países en los que aparecieron casos, se decidió declarar el estado de pandemia.
A 1.095 días de que la vida moderna tal como se la conocía hasta entonces haya dado un giro radical, se recopilaron los hechos más importantes de la crisis sanitaria desatada por el SARS-CoV-2.
En marzo de 2020, a tres meses de los primeros afectados en el Mercado de Wuhan, el número de casos fuera de China se había multiplicado por 13 en dos semanas y en ese periodo los países afectados se habían triplicado.
“La OMS estima que el COVID-19 puede ser caracterizado como una pandemia”, expresó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, aquel 11 de marzo, y agregó: “Podemos esperar que el número de casos, de decesos y de países afectados aumente” en los próximos días y semanas.
La enfermedad había llegado en ese entonces a al menos 120 países y amenazaba a los sistemas de salud menos desarrollados. Los infectados estaban en alza en varios continentes y la cifra total de infectados superaba ampliamente a los 100.000.
La Unión Europea (UE) anunció el 16 de marzo el cierre de sus fronteras durante 30 días para frenar la propagación del coronavirus, “la crisis sanitaria global que definirá nuestro tiempo”, en palabras de la OMS.
La presidente de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, dijo que las personas con residencia en la UE de largo plazo o que son familiares de ciudadanos europeos, además de diplomáticos, médicos y trabajadores de salud, quedarían exentos de la prohibición. Empleados de transporte también quedaron exentos para que los bienes sigan circulando.
Los Estados miembros del bloque comenzaron a tomar medidas. En tanto Estados Unidos no cerró sus fronteras de inmediato, pero suspendió por 30 días todos los vuelos internacionales provenientes de zonas afectadas por el coronavirus. La medida tenía un plazo inicial de 30 días y se refería a las frecuencias programadas para viajar desde China, Corea del Sur, Japón, Irán, Estados Unidos y todos los países de Europa.
En Latinoamérica, nueve países coordinaron un acuerdo para protegerse y contrarrestar los efectos del nuevo virus, que por esa fecha ya había dejado siete muertos en la región. El primero en tomar esta medida fue Uruguay, que decretó primero un cierre parcial, medida que fue imitada por Argentina, con cierre fronterizo total, y luego por Paraguay.
Para comienzos de abril de 2020, más de nueve de cada diez personas en el mundo estaban sujetas a restricciones de viaje debido a medidas tomadas por la pandemia de COVID-19, según informaban desde el Centro de Investigación Pew de EEUU.
Cuando el planeta se acercaba al millón de infectados y a los 50.000 muertos, un 93% de la población global de 7.200 millones de personas vivía en países que limitaban el movimiento fronterizo de quienes no eran ciudadanos o residentes, y 39% en países con fronteras completamente cerradas a turistas, viajeros por negocios o nuevos inmigrantes.