Desde Berlín para: Qué Pasa en Venezuela
Martha Escalona Zerpa
En un simposio completamente abarrotado de asistentes en el congreso de la DGPPN 2024 el genial y versado psiquiátra y filósofo alemán Prof Dr. Thomas Fuchs, de la Universidad de Heidelberg, ofreció una conferencia magistral sobre este tema tan actual y frecuente en el mundo de los “Social Media” como lo es: Teorías conspirativas y delirio paranoíco en tiempos de crisis global. Aquí ofrecemos textualmente buena parte del contenido de su discurso:
No todos los que creen en los microchips en las vacunas y en la gente lagarto deliran. Pero hay algunas similitudes entre los teóricos de la conspiración y los enfermos de psicosis.
Ideas tan estrambóticas estuvieron en auge durante la pandemia del coronavirus, por ejemplo como que Bill Gates desarrolló el coronavirus con el fin de instalar microchips en nuestras cabezas a través de la vacuna y controlar nuestro comportamiento.
La idea de que alguien quiera controlar a distancia nuestros propios pensamientos probablemente no sea del todo desconocida para los psiquiatras en particular.
No todos los teóricos de la conspiración tienen delirios patológicos, pero los límites podrían ser difusos.
Entonces, ¿necesitan algunas personas con una comprensión sesgada de la realidad psicoterapia o tratamiento neuroléptico en lugar de argumentos convincentes?
Ambos tienen en común algunas suposiciones básicas sobre la realidad: nada ocurre por casualidad, nada es lo que parece, todo está conectado con todo lo demás.
La exclusión de la casualidad, la sensación de que todo tiene un significado determinado y la certeza subjetiva de que las cosas son diferentes de lo que parecen: todo esto también es típico de los enfermos de psicosis.
Las teorías de la conspiración parecen cumplir un propósito similar al del delirio: Reducen la complejidad de una realidad que no se comprende, la reinterpretan y crean así una visión más coherente del mundo.
Maquillar la realidad
“La experiencia de impotencia se convierte entonces en la certeza de haber visto a través de las maquinaciones secretas de los poderosos”. Según Fuchs, este “insight” ofrece oportunidades de resistencia y restablece parcialmente la propia capacidad de acción y control.
Además de estas similitudes, el Prof. Thomas Fuchs también reconoce claras diferencias. Por ejemplo, el delirio patológico es una experiencia aislante, no comunitaria: el paranoico cree que todo el mundo va a por él, mientras que el conspiracionista está convencido de que unos pocos van a por todos.
El paranoico se ve a sí mismo en el centro de la manipulación y la persecución: el vecino que parece tan extraño forma parte de la conspiración.
El teórico de la conspiración, en cambio, ve a toda la sociedad como víctima de la manipulación: el vecino incrédulo es sólo una de esas víctimas.
Como experiencia comunitaria, las teorías de la conspiración también son capaces de conectar y propagarse: las identidades de grupo pueden formarse fácilmente e infectar a otras personas.
Los teóricos de la conspiración suelen estar impulsados por un deseo de reconocimiento y necesidades narcisistas; a veces luchan por destacar y ser seguidos y quieren convencer a los demás.
El paranoico tiende a evitar llamar la atención. Por ello, Fuchs rechaza términos como “psicosis colectiva” para referirse a las teorías de la conspiración. “Esto sólo psiquiatriza la sociología”. La psicosis como término debería reservarse a los enfermos mentales.
El mal de nuestros tiempos
Para el psiquiatra, no es casualidad que las teorías de la conspiración broten como setas en la era digital. “Los medios digitales crean espacios de experiencia fundamentalmente ambivalentes -es decir, mitad reales, mitad virtuales-: las diferencias entre realidad y apariencia, original y simulación, presencia real y virtual son cada vez más difusas”.
Fuchs habla de una “descorporeización o virtualización” de la percepción y la comunicación con entidades híbridas entre lo real y lo ficticio. “Esto significa que la referencia a la realidad en entornos mediados tecnológicamente se está volviendo fundamentalmente más inestable”.
Resulta aún más difícil distinguir entre lo real y lo ficticio en los innumerables mundos digitales paralelos. Aquí, la gente también se encuentra con realidades «alternativas» distorsionadas o ficticias, producidas en interés de determinados grupos políticos y de quienes ostentan el poder.
Esto incluye, por ejemplo, la narrativa de que el “Estado Profundo” manipuló las elecciones estadounidenses y robó las elecciones a Donald Trump, que luego resuena sin cesar en las cámaras de eco de las redes sociales.
El psiquiatra ve los “fact checks” presentados en muchos medios como una expresión de la batalla por la interpretación de la realidad.
Además de las redes de eco, en las que las opiniones se confirman y refuerzan mediante la repetición, existen burbujas de filtros, reflejos generados por algoritmos de lo esperado, basados en el comportamiento del propio usuario.
El resultado, según Fuchs, es una creciente fragmentación de la vieja esfera pública tradicional, en la que la gente aún coincidía en principio en una realidad común. Ahora surgen “comunidades de convicción para interpretaciones completamente heterogéneas de la realidad”. Y así crear realidades paralelas.
Fuchs considera que las teorías de la conspiración son una expresión de estar “abrumado por la hipercomplejidad de los mundos mediados por los medios de comunicación”. Muchos contrarrestan esta situación refugiándose en los “Social Media” llenas de personas con ideas afines para estabilizar su fragil identidad.
Leer más: Página oficial del congreso DGPPN