Martha Escalona Zerpa
Especial desde Berlín para: Qué Pasa en Venezuela
“Megalópolis” el largometraje del director de “El Padrino” Francis Ford Coppola,que marca su retorno a la dirección 13 años después de la terrorífica película “Twixt” (2011), fue presentada mundialmente en el Festival de Cannes el pasado mayo 2024 y se estrenó hace pocos dias en los cines alemanes.
“Megalópolis”, protagonizada por Adam Driver, Nathalie Emmanuel, Giancarlo Esposito, Aubrey Plaza y Shia LaBeouf es una fábula épica de la antigua Roma ambientada en una Nueva York moderna y ficticia.
Adam Driver es un arquitecto visionario llamado César Catilina, que cuenta con la gran virtud de congelar temporalmente el mundo por un momento antes de restaurarlo con un chasquido de dedos, tan sólo gritando “¡Tiempo, detente!” La película comienza, apropiadamente, con la imagen de un reloj.
Un sueño cumplido
El tiempo está muy presente en la mente de Coppola. Ahora tiene 85 años y Eleanor, su esposa durante 61 años, murió el pasado abril. “Megalopolis”, está dedicada a ella.
Se conoce que Coppola estuvo reflexionando sobre esta película durante más de cuatro décadas y sólo pudo realizarla al vender su imperio vinícola Napa Valley por mas de 120 millones de dólares.
Hace unos meses comentó en la ciudad de Toronto “Estoy pensando en mi vida al revés”, dijo. Comenzó a pensar en este proyecto después de “Apocalypse Now”, a fines de la década de 1970, y ha sido objeto de intriga, anticipación, chismes, una demanda y pura incredulidad durante años.
Es un mensaje extraordinariamente sincero de un maestro del cine que se acerca al final de su vida. Giancarlo Esposito, quien se sentó por primera vez a leer el guion hace 37 años, lo llama “un sueño profundo de la conciencia” de Coppola.
En la película, César (Driver) está en desacuerdo con un alcalde retrógrado, Franklyn Cicero (Esposito), pero se enamora de su hija, Julia (Nathalie Emmanuel).
Los poderes de César como controlador del tiempo y arquitecto se derivan de una sustancia llamada Megalon que podría alterar el destino de la metrópolis apodada Nueva Roma.
Y así nos sumergimos en la vida de Nueva Roma, en el corazón de un imperio. Nueva York y Estados Unidos se convierten en una alegoría entre la Antigüedad y el presente.
El alcalde se llama Cicerón, las familias patricias tienen el dinero y el poder. Se celebran carreras de cuadrigas en el Madison Square Garden, los caballos cabalgan por las fiestas como antaño lo hacían en Studio 54. Y todo está lleno de columnas de yeso y motivos romanos y coronas de laurel y decadencia.
Catilina es el jefe de la llamada autoridad del diseño, que rige la planificación urbana con financiación independiente. Si quiere, este papá del diseño se limita a dinamitar feos bloques de viviendas sociales. Ni siquiera el alcalde (Giancarlo Esposito) puede interferir en sus ideas, aunque por supuesto lo intenta.
Ninguno de los grandes estudios o servicios de streaming buscó adquirir “Megalopolis” después del Festival de Cannes. Tampoco antes en Los Ángeles. Pero al parecer a Coppola parece interesarle poco.
Quizás sea su mejor forma de despedirse de su labor en el mundo cinematógrafico, romamtizando por una pare lo que fue el Imperio Romano y por el otro lado, rendirle un homenaje a la ciudad que nunca duerme: Nueva York, frecuentemente hecha añicos en películas de ficción, e icónica en todo el mundo. Nueva York, vanguardia y decadencia siempre a la vez.