Desde Berlín, Martha Escalona Zerpa
Para Qué Pasa en Venezuela
Fotos: Archivo & Cortesía Prensa Berlinale 2024
Con la película «Duerme con los ojos abiertos», seleccionada para la sección Encounters, la directora alemana Nele Wohlatz ha realizado una película con una temática inusual y sin embargo, socialmente relevante.
Es un retrato de la vida de trabajadores chinos, que viven en Recife, Brasil, pero que también pudiéran vivir de forma similar, en Caracas, Venezuela, en Buenos Aires, Argentina o en cualquier sitio de Latinoamerica.
A través de dos tiempos y dos experiencias similares pero a la vez diferentes, Wohlatz empieza contando la historia de Kai (Liao Kai Ro) y después de Xiaoxin (Chen Xiao Xin). Ambos personajes estarán unidas, sin siquiera saberlo.
La segunda joven protagonista Xiaoxin (Chen Xiao Xin) llegó a Recife desde Argentina para vivir una temporada con su tía.
Durante su estadía en Recife ha escrito un libro sobre las observaciones que hace de las costumbres y particularidades de los brasileños.
Sus anotaciones las hace en postales de la metrópolis costera brasileña que encontró en la tienda de baratijas de su tía, quien es dueña de un negocio de importación desde China. La caja de postales ha recorrido un tortuoso camino, todas ellas fueron producidas en China y exportadas a Recife.
Xiaoxin no habla portugués, como los demás trabajadores chinos contratados por su tía, con la que vive en el piso 18 de un bloque de pisos cercano al mar. También se ha tatuado la palabra «Made in China» en el antebrazo, por si acaso.
La sensación de ser una extraña la une especialmente con el vendedor de la tienda Fu Ang (Wang Shin-Hong), cuya mirada siempre luce melancólica y velada.
Un silencio prolongado
Hay que esperar casi media hora para escuchar por primera vez la voz de Xiaoxin, cuando lee lo que en ese momento escribe, no en mandarín, sino en español.
La primera joven protagonista Ki es taiwanesa (Liao Kai Ro) y es turista. Ella también se encuentra varada en Recife: Su novio argentino, con el que había planeado encontrarse allí, ha roto con ella por teléfono.
Ahora se sienta sola en la playa y en los cafés, también sin poder comunicarse con los lugareños. Al buscar un alicate en una tienda china conoce Fu Ang, quien le regala un paraguas y el alicate. Al regresarselo, él ya no está.
El vendedor sucesor le regala una caja de postales. Son las postales escritas por Xiaoxin que caen sus manos accidentalemente. Son un símbolo de la experiencia migratoria y del comercio chino en el mundo, que invita a la reflexión.
Kai puede identificarse con los sentimientos de Xiaoxin, que sólo conocerá a través de sus postales. Sin embargo, se propone como misión encontrar a Fu Ang y entregarle los mensajes de su amiga. Sus caminos se cruzaron por un momento, luego volvieron a perderse de vista.
Una experiencia llevada a la pantalla
La directora alemana Wohlatz vivió 12 años en Argentina y experimentó de primera mano la agitación interior de los emigrantes chinos durante el rodaje de su premiada ópera prima «El Futuro Perfecto». Ahora ha realizado una película que culmina la temética.
Fu Ang se queja una vez de lo rápido que cambian las ciudades en China. Sin embargo, alberga un creciente deseo de volver a casa, después de hacerse rico en Brasil.
Los personajes de Wohlatz se alimentan de estos sueños y melancolías. Y, a la vez, retrata sin ser demasiado crítica, la dura realidad de los innmigrantes chinos, sin documentación legal y sin condiciones laborales, viviendo hacinados en una habitación, sin hablar el idioma del lugar, y que sufren la nostalgia de perder su patria.
La añoranza de lo dejado atrás los acompaña por la noches, cuando después de comer, tienen tiempo para intercambiar las penas y los sueños.
Extrañan sus comidas preferidas, tienen miedo a cambiar el olor corporal y a oler brasileño. Se quejan de la comida, porque siempre viene acompañada de farofa y no entienden porque todo se come junto y combinado.
Es un permanente schock cultural y lingüistico en el que están sumergidos y del cual es dificil evadirse. No hay alternativas reales a fugarse de esa realidad, sin dinero y sin el idioma, viviendo en una burbuja que causa confusión y desesperanza.
No hay sentimiento alguno de pertenencia. Perdidos entre los idiomas y encontrando un sentido en la palabra escrita, por eso el libro de Xiaoxin, que es más bien un diario de observaciones.
Una de las anotaciones de Xiaoxin es especialmente cómica: de todas las cosas nuevas (en Recife) la que menos entiendo es el Carnaval. No se cuando empezó. Parece que todo el tiempo es Carnaval.