Lapatilla
A finales de enero, Sudamérica entró en pánico tras la publicación de un mapa de calor emitido por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), donde se refleja que en Venezuela, sobre todo en las regiones llaneras y andinas, se experimenta una “anomalía térmica sobre el terreno, una aproximación a incendios o a puntos potenciales de fuego”.
Walter Obregón // Corresponsalía lapatilla.com
En el país, aquellas zonas donde existen unidades de producción agrícola, el verano es aprovechado para realizar las quemas de los campos, como un método de preparación de la tierra, dejando a un lado el uso de tractores y rastras para minimizar los costos antes de colocar las semillas.
Esta práctica se ha acentuado en los últimos 20 años, debido a los elevados precios de las horas máquinas, lo cual impide a un gran número de los productores venezolanos planificar y pagar, pues son bajas las ganancias que dejan las ventas de las cosechas llevadas al mercado nacional.
Las condiciones precarias de combustible también obligan a los productores a paralizar máquinas, camiones, tractores y otros medios de trabajo en el campo, por lo que justifican la implementación de estrategias arcaicas para cumplir sus labores, incluyendo la quema, aunque en muchos de estos casos sea controlada.
Sin embargo, hay otras quemas que vienen ocurriendo en Venezuela que no tienen control alguno, y donde los organismos especializados para mitigarlos, como Bomberos y Protección Civil, no se encuentran suficientemente dotados para actuar ante el aumento de los focos que se presentan en distintas regiones del país.
Bajo control o no, los incendios inciden en el aumento de las temperaturas y la preocupación, aparte del fenómeno del Niño, es quién se encarga de apagar el fuego para frenar la contaminación ambiental que afecta a los ciudadanos en general, quienes también entra en una temporada de problemas respiratorios. Asimismo, la gente sale a la calle cubriéndose del sol con una sombrilla, y no dejan de sudar “la gota gorda” a causa del intenso calor
El mapa de la NASA
El Sistema de Información sobre Incendios para la Gestión de Recursos (FIRMS, por sus siglas en inglés) proporciona acceso, con un retraso mínimo, a imágenes satelitales, puntos críticos/incendios activos y productos relacionados para identificar la ubicación, el alcance y la intensidad de la actividad de los incendios forestales, se lee en la descripción de su página: www-earthdata-nasa-gov.
FIRMS es una plataforma de la NASA que permite verificar la cantidad y extensión de los incendios, que con sus herramientas y aplicaciones proporcionan datos, productos y servicios geoespaciales para apoyar a la comunidad de gestión de incendios en general y así brindar información al público.
Para Estados Unidos y Canadá, las detecciones de incendios activos en están disponibles en tiempo real. Sobre el resto del mundo, los datos globales están disponibles dentro de las tres horas posteriores a la observación satelital.
Puntos de calor en Venezuela
Para conocer lo que está sucediendo a partir del mapa de la NASA de finales de enero, lapatilla.com extrajo de la red social X, datos y comentarios del ingeniero Alfredo Gil Solórzano, hidrometeorologista y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con post grado en Planificación e Ingeniería de Recursos Hídricos en la Universidad Simón Bolívar (USB).
“Del 1 al 29 de enero, se han detectado sobre Venezuela 9.113 focos de calor”, precisó en X (antes Twitter) Gil Solórzano, quien mencionó que todos los estados se ubican por encima de la media, exceptuando Falcón, Miranda y Distrito Capital, que están por encima del 100 % de los focos del primer mes del año.
Asimismo, apuntó que los estados Apure registra 2.434 focos para un 26.7 %; en Guárico 1.586 (17.4 %); Bolívar con 1.307 (14. 3%) y Anzoátegui con 901 (10.0 %), siendo según estos datos del ingeniero Alfredo Gil, el 68.3 % del total nacional.
“Este caluroso presente es la pérdida de más de siete millones de hectáreas de cobertura natural que ha sufrido Venezuela en los últimos 40 años”, aseveró en X el periodista venezolano independiente Fritz Sánchez citando un informe de MapsBiomas.
El pasado 5 de febrero, la periodista Rosmina Suárez Piña, escribió en la red social X que “Venezuela supera al resto de Sudamérica con focos de calor: registró unos 9.554 focos solo en enero, un total que suele alcanzarse para el mes de marzo”, dijo tras haber conversado con el ingeniero Alfredo Gil Solórzano.
Incendios: nada nuevo
El 19 de agosto del año pasado, el Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Remigio Ceballos, dijo que “los bomberos de Venezuela han extinguido más de 13.000 incendios en el país en lo que va de 2023”, lo que quiere decir que el país había pasado la mayor parte de sus meses en llamas.
El alto funcionario detalló, según cifras oficiales, que del total de incendios 6.854 fueron de vegetación, más 4.000 de desechos, 1.430 de estructuras, 1.118 de vehículos y 535 eléctricos, reseñó Efe en su momento.
La ONG La Tierra se Calienta ha hecho algunas consideraciones sobre los “incendios provocados en Venezuela”, haciéndose una pregunta: “¿Por qué alguien provocaría un incendio en la selva?”. La respuesta encontrada es simple: “Para obtener beneficios económicos a corto plazo”.
Para esta organización de ambientalistas, “la temporada de incendios forestales en Venezuela es un fenómeno recurrente, pero en los últimos años, ha habido un aumento alarmante en los incendios provocados por seres humanos”.
Puntualmente La Tierra se Calienta cita: “La tala ilegal, la agricultura y la ganadería son algunas de las principales causas de los incendios provocados en Venezuela”. De igual manera asegura que “los agricultores y ganaderos utilizan el fuego para limpiar los campos y preparar la tierra para la siembra o para la pastura del ganado” y califican a este método como “peligroso e incontrolable, ya que el fuego puede propagarse rápidamente, destruyendo grandes extensiones de bosques y selvas”.
Los incendios provocados afectan a la fauna y flora, pero también a la salud humana. La ONG La Tierra se Calienta explica que “la quema de biomasa produce grandes cantidades de gases tóxicos y partículas finas, lo que aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares en la población cercana”.
Aparte de esto, como conocedores del ambiente tienen claro que los incendios liberan grandes cantidades de dióxido de carbono, contribuyendo al cambio climático y sus efectos negativos en el planeta.
Organismos sin dotación
A fuerza de voluntad y prácticamente arriesgando la vida de sus funcionarios, los Bomberos y Protección Civil están atacando los incendios de vegetación que se han extendido en varios estados del país, pero estos organismos no cuentan con los equipos necesarios para que la tarea sea más efectiva y rápida de cumplir.
“Todo debe comenzar con la organización del Ministerio del Ambiente, con las Brigadas Ambientales que podría decirse que no existen o están bien escondidas”, dijo un funcionario de Protección Civil en la zona llanera del país, donde ocurren incendios con mayor frecuencia.
“Las unidades de los Bomberos no están en condiciones de operar, y sabiendo que la Guardia del Pueblo es uno de los componentes que cuenta con cisternas de agua que pudiesen utilizarse para apagar los incendios, cuando se requiere la colaboración, los camiones no tienen gasoil o aparece cualquier otro inconveniente”, comentó el funcionario consultado por lapatilla.com.
“Nos hemos dedicado a atender estas emergencias con chapaletas (herramienta de caucho grueso y mango de madera, con la que golpean las llamas hasta apagarla), machetes, palas, y de esa forma realizamos los caminos cortafuegos para evitar que avance el fuego”, explicó.
Con estas condiciones de trabajo, los funcionarios están en riesgo cada vez que aparece un incendio de vegetación. Muchos ruegan que estos eventos no sean de gran magnitud, tal como recientemente ocurrió en la región Valparaíso (Chile), pues ante la carencia de equipos especializados podrían convertirse en una incontrolable situación con grandes pérdidas materiales y humanas.