Por: Karla Ávila Morillo
Este viernes 12 de enero de 2024 se llevó a cabo el velorio, sepelio y actividades culturales en honor a la venezolana Julieta Inés Hernández Martínez, veterinaria, artista circense y ciclista oriunda de Ciudad Guayana, quien fue asesinada por dos personas que ya fueron capturadas en el estado Amazonas al norte de Brasil, la mataron mientras descansaba en una posada cuando regresaba a Venezuela por carretera en bicicleta.
Su cuerpo fue repatriado a Venezuela y sepultado en el cementerio Jardines del Orinoco ubicado en Ciudad Guayana, durante el fin de semana fue homenajeada en más de 150 ciudades del mundo al mismo tiempo, incluyendo el nuestro.
Durante los actos fúnebres acudieron actores de teatro, circenses, cantantes, cuenta cuentos, titiriteros, miembros del movimiento cultural de Maracay y el estado Bolívar, ciclistas locales y de Colombia, al mismo tiempo se llevaron a cabo más de 150 rodadas en bicicleta en varias ciudades del mundo.
Federico Espina, cultor de Ciudad Guayana con especialidad en teatro y títeres, miembro del Consejo Directivo del Instituto Municipal de Cultura de Caroní, nos ofreció su testimonio con relación a este suceso: “Estamos inmersos en el dolor que a los cultores de Venezuela, Latinoamérica y el mundo, quienes conocieron la trayectoria de Julieta que significó para Brasil y para Venezuela una pieza importante en el desarrollo del arte circense, además de seguir la corriente del teatro latinoamericano que surgió a principios de los años 60, que tiene que ver con “el teatro del oprimido” que Augusto Boal afianzó en Brasil. De manera que Julieta Hernández era un referente muy importante que nosotros ansiábamos que todos esos conocimientos pudieran llegar a Venezuela a través de ella con los niveles de libertad y de pasión por las artes y el desarrollo de la cultura, que no es más que el acercamiento hacia el ser humano, realmente humano”, dicho esto, Federico culminó su declaración estallando en llanto.
Por su parte, María Fernanda Sutta del movimiento teatral de Ciudad Guayana, relató que para ella, Julieta era una artista integral, gran hermana, amiga, hija, que dejó una gran huella de luz por donde pasaba y hasta en aquellas personas no conocía, por lo que hizo el siguiente llamado: “Creo que hay que exigir justicia por el asesinato de Julieta, por arrebatarnos a una artista tan grandemente humana; considero que los artistas debemos alzar nuestras voces para que se exija justicia porque cada uno de nosotros, en especial las mujeres, podemos ser víctimas de violencias y delitos, por lo cual necesitamos amparo urgente, sobre todo porque trabajamos en la calle”.
María Fernanda hizo referencia a que los artistas se exponen a hacer su trabajo en la calle, en hospitales, barrios, lo que va mucho más allá que presentarse en teatros o salas, por lo que hacen una loable labor de llevar alegría y enseñanzas a zonas vulnerables que al mismo tiempo son peligrosas.
Posicionan la etiqueta #JulietaPresente para recordarla
Una de sus amigas más cercanas de la época de estudios universitarios expresó que para ella es una gran responsabilidad cargar puesta una nariz de payasa, ya que los detalles más importantes de la vida a veces están en el servicio y esas ganas de hacer reír a los demás, agregó: “Esa es la gran lección que nos deja Julieta, todos estamos muy tocados en este momento de sentimientos encontrados, estamos reflexionando y yo les digo como venezolana, prepárense porque nadie sabe en quién se convirtió esa mujer que nació en Puerto Ordaz, que se formó profesionalmente en Maracay, que tuvo el coraje de recorrer Venezuela y tuvo la certeza de seguir su sueño y decir “Me voy”, ella se fue con la bicicleta de Sebas con la intención de llegar a Río de Janeiro porque su sueño era estudiar en el Teatro del Oprimido, porque cuando se encontró con el colectivo de Sebas en Instituto Universitario Latinoamericano de Agroecología Paulo Freire (IALA) en Barinas, donde además hay murales que Julieta pintó y canciones que Julieta redactó, ella renació como artista y forjó su camino al éxito”.
Expresa que Julieta “siempre les pintaba la cara”, porque sus amigos creían que los sueños de ella eran difíciles de lograr pero “Miss Jujuba”, como le conocían en el mundo artístico, les demostró a todos que no era así porque tenía la certeza de ir por sus sueños y lograrlos, añadió: “Ese es un legado muy importante que nos deja Julieta, de Maracay solo pudimos venir unas veinte personas, pero son cientos y cientos de personas que les hubiera gustado estar aquí en Puerto Ordaz para despedirla, sin embargo, yo me encargaré de decirle a Venezuela y el mundo lo especial que fue Julieta, porque las estrellas brillan con luz propia, pero nuestra Julieta encandila y quienes compartimos con ella nos vamos a encargar de que su luz sea conocida por siempre”.
Es por ello que, desde Brasil, pasando por Venezuela y varias partes del mundo han propuesto posicionar la etiqueta #JulietaPresente como campaña no solamente para exigir justicia y vías más seguras para las mujeres ciclistas, sino también para promover el legado cultural que la venezolana Julieta Hernández deja ante su paso por el mundo.
Arte, música y teatro para honrar a Miss Jujuba
Fue la sonrisa de Julieta y su don de ser humana bondadosa lo que eligieron distintas personas del ámbito cultural nacional e internacional para recordarla, sin dejar por fuera la icónica nariz roja de payasa, la indumentaria circense, las flores y las bicicletas.
Por eso para evocarla realizaron un mural en el Paseo Caroní de Alta Vista, municipio Caroní del estado Bolívar, donde se puede admirar un rostro alegre multicolor y una mujer en bicicleta que representa a Julieta Hernández en su paso alegre y soñador por las vías del mundo.
Cabe destacar que de niña ella vivió en Ciudad Guayana, se graduó en el Colegio Loyola Gumilla junto a la promoción del año 2002, luego se fue a estudiar veterinaria en la Universidad Central de Venezuela en Maracay donde, según su compañera de estudios, se graduó Summa cum laude y con el tiempo se entregó en cuerpo y alma al teatro, música y una vida circense que la llevó a perseguir sus sueños y alcanzarlos en Brasil, para luego volver a Venezuela, último sueño que no pudo cumplir porque le arrebataron la vida.
Para finalizar, Sophía Hernández, hermana de Julieta, expresó a través de un comunicado lo siguiente: “Entre las cosas más difíciles del momento, aquellas que nos afectan más, queremos pedir con vehemencia que paren de divulgar informaciones amarillistas sobre el caso de nuestra querida Julieta. Detalles que en estos momentos lastiman y confunden nuestros sentimientos. Julieta no murió por causa de un celular, Julieta dio su vida por un sueño, por un proyecto de amor por el arte y por las personas, amor al mundo y por una esperanza de cambio, principalmente en lo que se refiere al respeto y cuidado de los niños”.
Por supuesto, también agradeció a todas las personas, organizaciones sociales y artísticas, instancias gubernamentales de Brasil y Venezuela que dieron apoyo a la familia.