Lapatilla
El pasado colonial de Venezuela, las habladurías de la época y los sucesos que marcaron a la sociedad caraqueña hace unos cuatro siglos, quedaron inmortalizados en la nomenclatura que hoy identifica el centro de Caracas.
Por VOA
Si bien algunas esquinas debían su nombre a órdenes eclesiásticas o instituciones cercanas, otras fueron llamadas espontáneamente por la gente respondiendo a hechos o personajes emblemáticos de la zona.
Parte de las historias detrás de las esquinas de Caracas se han perdido con el tiempo, pero otras se mantienen gracias a la tradición oral. De boca en boca, la ciudadanía bautizó los espacios donde se desenvolvía.
“En la ‘esquina de peligro’ había inseguridad, había rateros, que por lo general asaltaban a las personas. Entonces, se decía: cuidado que en esa esquina hay peligro”, relata el geógrafo Rafael Ruano.
También está la “esquina el muerto”. Según Ruano, en el siglo XIX, durante la guerra federal, en el área que hoy lleva ese nombre eran frecuentes los combates entre bandos políticos, y a diario los cadáveres quedaban en las calles por falta de atención médica. Una mañana, cuando camilleros recogían los cuerpos para llevarlos al cementerio, un hombre que se creía muerto se levantó y dijo: “no me lleven, que no estoy muerto”.
Y así hay unas 455 esquinas con estos ocurrentes nombres, como “la gorda”, “la bolsa”, “socorro” o “la esquina pelota”.
“En el sector se jugó pelota vasca. Había un paredón y el rebotar de la pelota vasca queda como esquina de la pelota”, narra la historiadora Desirée Popolo.
Todo comenzó después de la fundación de la capital venezolana en 1567.
“La organización de nuestra ciudad viene de la estructura de las ciudades españolas, que parten de la catedral, y en torno a la catedral se hace una primera cuadrícula de cuatro esquinas. En torno a esa cuadrícula tiene que estar la casa de gobierno y la plaza mayor o plaza de armas, que hoy es la plaza Bolívar”, explica Popolo.
Además de la singularidad para ubicarse en el centro de la ciudad, los venezolanos tienen su propia manera de dar las direcciones: ni el nombre de la calle o de la avenida es tan importante como lo que se conoce como un “punto de referencia”. Ese punto de referencia puede ser un viejo centro comercial, un emblemático negocio o hasta un árbol.
Por eso, si le invitan a una casa en Venezuela, le darán indicaciones como: “detrás de una panadería, cerca del cerro El Ávila o frente a un ambulatorio”, lo podría desconcertar a cualquier visitante.