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Amnistía Internacional denunció el repunte de las detenciones arbitrarias para reprimir a la disidencia en Venezuela. En su más reciente informe sobre el país caribeño, indicó que, “en los últimos días, personas involucradas en focos de protesta social, pueblos indígenas y otras personas han sido sometidas a violaciones de derechos humanos que incluyen el uso de detenciones arbitrarias para silenciar y reprimir a aquellos percibidos como contrarios al egimen de Nicolás Maduro. El uso de esta táctica represiva debe encender las alarmas de la comunidad internacional, y aumentar el escrutinio y la rendición de cuentas”, resaltó.
Por Gastón Calvo | Infobae
“Las organizaciones de la sociedad civil venezolanas estiman que alrededor de 300 personas se hallan detenidas por motivos políticos en la actualidad en Venezuela. Estas mismas organizaciones contabilizan miles de casos de personas que han sido transitoriamente detenidas pero que ahora cuentan en su contra con medidas de restricción de su libertad, sin estar propiamente bajo la custodia de las autoridades venezolanas. Es decir, tienen prohibición de salida del país, o medidas de presentación periódicas ante los tribunales. Según cifras del Foro Penal, en Venezuela se han producido más de 15.700 detenciones arbitrarias por motivos políticos desde 2014?, manifestó la ONG.
Y siguió: “Las detenciones arbitrarias por motivos políticos en Venezuela también han cumplido el objetivo de silenciar a quienes denuncian irregularidades, injusticias y corrupción por parte del régimen de Nicolás Maduro. Esta táctica pretende acallar a quienes alcen su voz para señalar los abusos y las arbitrariedades del chavismo. Este tipo de detenciones se han documentado en torno a familiares y víctimas de violaciones de derechos humanos, activistas y personas defensoras de derechos humanos -como el director de FundaRedes Javier Tarazona- o contra cualquier persona que denuncie actuaciones gubernamentales”.
La organización agregó que ONGs de la sociedad civil, nacionales e internacionales, así como mecanismos internacionales de protección de derechos humanos, “han documentado y denunciado las detenciones arbitrarias por motivos políticos como parte de una política represiva. Tales detenciones, y otros crímenes de derecho internacional, han sido parte de un ataque generalizado y sistemático contra la población civil, por lo que se ha indicado deben investigarse como posibles crímenes de lesa humanidad”.
Represión de la protesta social
Aministía también denunció que “las autoridades venezolanas suelen utilizar las detenciones arbitrarias para desarticular o desactivar focos de protesta social. Estas detenciones pueden ocurrir en el marco de la protesta, o en contra de quienes las convocan y organizan”.
Y consignó: “En la actualidad, la mayoría de las protestas (88 % de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social) son aquellas que reivindican derechos económicos, sociales y culturales, tales como nivel de vida digna y salarios de personas empleadas por el Estado, vivienda, servicios básicos, como servicio eléctrico y acceso a agua potable, y pensión para personas adultas mayores, entre otras”.
“En los últimos años, el aumento de detenciones arbitrarias contra personas pertenecientes a asociaciones gremiales o sindicatos de trabajadores ha sido patente. Ejemplo de ello fue la detención de Rubén González, sindicalista de la Ferrominera del Orinoco, y también del ex dirigente sindical de Petróleos de Venezuela (PDVSA) Guillermo Zárraga, quien se encuentra detenido arbitrariamente desde 2020, enfrentando cargos de ‘terrorismo’ y con una situación alarmante de salud”, subrayó la ONG.
Ataques contra sindicalistas de SIDOR
Un ítem aparte le dedicó Amnistía Internacional a los ataques a sindicalistas de “Siderúrgica del Orinoco” (SIDOR). “El 11 de junio de 2023 trabajadores de la empresa pública protestaron por el cumplimiento y la mejora del convenio colectivo vigente entre los trabajadores y la empresa. Al retirarse de la manifestación dentro de la siderúrgica, y que tenía carácter pacífico, funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) interceptaron a Leandro Azócar, Juan Cabrera y Daniel Romero, pertenecientes al Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y sus Similares (SUTISS)”, recordó la organización.
Luego detalló: “Mientras que Juan Cabrera fue puesto en libertad horas después de su detención, organizaciones locales informaron a Amnistía Internacional que el paradero de Azócar y Romero estuvo desconocido por ocho días, por lo que podría haberse constituido una desaparición forzada, hasta que el 20 de junio de 2023 la defensoría del pueblo les hizo llegar información sobre que habrían sido trasladados a la capital, Caracas, y se encontrarían detenidos en la sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) en Boleíta, en la capital Caracas, es decir a más de 600 km de distancia del lugar de la detención”.
“Organismos internacionales como la Misión Internacional e Independiente de Determinación de los Hechos sobre Venezuela de la ONU (MIIDH) ha documentado los crímenes de derecho internacional y las violaciones de derechos humanos que ocurren en este centro de detención, y ha denunciado ampliamente los patrones de tortura a los que han sido sometidas las personas que son trasladadas a este centro de reclusión. Hasta el presente se ignora la imputación contra Azócar y Romero en vista de que a sus abogados se les ha sido denegado el acceso a los detenidos. Se han recibido reportes coincidentes de que habrían sido presentados ante un tribunal con competencia especial en ‘terrorismo’, que imputaría asociación para delinquir e instigación al odio, entre otros cargos”, resumió Amnistía.
Por último, remarcó que estas restricciones “ilegítimas” y “arbitrarias” del derecho a la libertad de expresión, a la manifestación, al ejercicio del derecho de huelga, y a la libertad personal, dan cuenta de la vigencia de la política represiva para silenciar cualquier crítica en contra del régimen de Nicolás Maduro. “Asimismo, el uso de medios judiciales para implementar estas medidas represivas pareciera exponer la falta de independencia judicial y, por lo tanto, la urgente necesidad que la rendición de cuentas en Venezuela sea liderada por los mecanismos de justicia internacional, como podría ser la Corte Penal Internacional o la jurisdicción universal por parte de terceros Estados”, subrayó.
Represión como medio de control social y detenciones de yukpas
Amnistía Internacional resaltó que emplear detenciones arbitrarias como táctica también ha tenido como función el amedrentamiento de comunidades enteras con el objetivo de silenciar sus reclamos y mantener un orden social en el que las autoridades puedan actuar con impunidad.
“Este patrón represivo se ha podido observar, en especial, en casos de pueblos indígenas, que, por su forma de vida, forma de organización o de ejercicio de la autodeterminación, son percibidos como obstáculos para las actuaciones legítimas o ilegítimas de las autoridades estatales. Ejemplo de ello fue la masacre de Kumarakapay en el estado Bolívar en 2019 que culminó con la muerte de siete personas por parte de presuntos funcionarios del Ejército y la detención de más de 50 personas, así como el desplazamiento forzado de decenas de personas hacia Boa Vista, en Brasil”, indicó.
Luego recordó que el pasado 16 de junio, en Perijá, estado Zulia, frontera con Colombia, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) habría atacado y detenido al menos a siete personas del Pueblo yukpa, de profesión comerciantes, quienes protestaban y solicitaban que el régimen de Maduro cumpla con compromisos adquiridos previamente en materia de acceso a derechos para el pueblo yukpa y por lo que intentaban trasladarse a Caracas.
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