Un hombre de cabello cenizo mira de un lado al otro en la calle 43 de Maracaibo, parado con aparente nerviosismo en la parte trasera de su carro, mientras un joven se apresura a verter 5 litros de gasolina en su tanque desde un recipiente transparente.
A unos metros, una mujer agita un embudo plástico para llamar la atención de potenciales clientes de su reventa de combustible. En el piso la rodean seis envases que eran de agua mineral, ahora repletos de gasolina.
La escena se repite en cada esquina: apenas separados entre sí, grupos de hombres, mujeres y hasta niños se ubican en plena calle o sobre las aceras para ofrecer sus tanques de combustible.
Cargados de envases llenos del gasolina, hombres pedalean bicicletas y empujan carretas desde sitios apartados del norte de la ciudad hasta esos puntos de reventa.
“¡Gasolina, gasolina!”, grita una joven de unos 20 años, abalanzándose sobre cualquier carro que reduzca la velocidad, de primera en la línea de los revendedores callejeros.
En cartones marrones, algunos han marcado en azul el precio del día: “5”, es decir, 5 dólares por botellón de 5 litros, a dólar por litro.
Maracaibo y la mayoría de las ciudades de Venezuela reportan desde el mes pasado un agravamiento de la escasez de combustible en las estaciones de servicio. Muchas de las bombas permanecen cerradas durante días. En los derredores de otras se ven largas filas de vehículos a la espera de los camiones de la empresa petrolera estatal PDVSA, única responsable del rubro.
Algunos reportes indican fallas e inoperatividad en las principales refinerías, pero el gobierno asegura que su despacho de gasolina es “normal”.
El gobierno nacional dijo que la falta de combustible se debe a la “sobredemanda” de usuarios que acudían a llenar sus tanques por “informaciones falsas”.
Algunos gobiernos locales han recurrido a curiosas maneras de tratar de paliar la escasez. En Mérida implementaron un sorteo en tómbola para saber las matrículas de los vehículos que podrán surtirse cada día.
Entretanto, los revendedores han reaparecido en distintos espacios de Maracaibo para ofrecer abiertamente sus servicios, a pesar de que esas actividades son consideradas como contrabando y la legislación las pena hasta con cárcel. Hace años, los operativos contra los revendedores de gasolina o “bachaqueros” eran comunes. Hoy sacuden sus embudos proclamando ofertas a toda voz.
La calle no es su sitio exclusivo de venta. Hay quienes recurren a ellos referidos por conocidos porque no tienen tiempo para esperar por días en alguna estación. Algunos ofrecen entregas a domicilio.
“Tengo varios ‘puntos’ de gasolina venezolana, a 25 dólares cada uno”, dice una nota de voz por WhatsApp de un vendedor a la que tuvo acceso la Voz de América.
Los “puntos” son 20 litros de combustible, que cuestan poco más de 1 dólar por litro. Otros disponen de cuentas extranjeras para recibir pagos por Zelle y venden el litro a 2 dólares.
En las “bombas” donde venden gasolina con subsidio estatal mediante el Sistema Patria, el precio de cada litro es de 0,60 bolívares, ni 1 centavo de dólar. En aquellas que no cuentan con ese subsidio, venden cada litro de carburante a 50 centavos de dólar.
Venezuela es considerada la nación con las mayores reservas de petróleo del mundo, según informes de energía. Una década atrás también era el país con la gasolina más barata: costaba más dinero una botella de agua mineral que llenar el tanque, lo que se podía hacer con solo 1 bolívar, cerca de 0,15 dólares según la tasa oficial de entonces.
La crisis de combustible es paradójica en Venezuela: por un lado, favorece el resurgimiento de la oferta ilegal, mientras que por otro perjudica las ventas en la economía formal por la ausencia de clientes.
El impacto es “dramático” en los comercios de Maracaibo, según la vocera del gremio. A las 2:00 p.m. del viernes pasado ya “no había nadie en la calle, y prácticamente todo el comercio estaba cerrado porque no había gasolina”, describió a la Voz de América la presidenta de Consecomercio, Tiziana Polesel.
Los precios de los productos pueden llegar a incrementarse “entre 15 y 20%” si persiste la insuficiencia de gasolina y gasoil en Venezuela, estimó la dirigente gremial.
Su oficina también ha registrado cierres esporádicos de negocios, demoras en el transporte de mercancías y problemas de inseguridad en regiones como Zulia y Táchira debido a la crisis, acotó durante una conferencia de prensa en Caracas.
Alessandro Nanino, presidente de la Cámara de Comercio de Maracaibo, dijo que la falta de gasolina “no se ha reflejado” aún en los precios de productos y bienes en la capital del estado occidental de Zulia, pero su despacho ha registrado la reducción de precios en los alimentos porque los empresarios se han visto obligados a rebajarlos para subsistir.
“El primer semestre ha sido bastante malo, obliga a comerciantes incluso a bajar precios para tener ventas”, dijo a la VOA.
“Hay menos movilidad en la ciudad. El flujo vehicular baja un poco. Además, el ciudadano promedio genera menos ingresos. Hay un tiempo cuando tiene que estar en colas [en las estaciones de servicio], no es productivo” para ellos ni para el comercio, dijo Nanino.
Como colofón, indica, la compra de gasolina a revendedores deja a la gente aún con menos dinero para invertir en bienes, productos y servicios en su ciudad.
“Si esto se prolonga o si se agrava, pudiera tener impacto” en los precios finales para el consumidor, lamentó.