Hay varios millones de jóvenes sin inscribirse en el listado de votantes de Venezuela, apenas unas pocas oficinas para esos registros y mucho temor entre los promotores de derechos políticos de que no dé tiempo de sumarlos a todos como electores antes de las presidenciales de 2024.
El Consejo Nacional Electoral comunicó este lunes 5 de junio un nuevo corte del registro de votantes, 8 meses después de su última publicación. Están inscritos 21,01 millones de personas: 20,7 millones venezolanos y 227.200 extranjeros.
Esas cifras inquietan a los críticos del chavismo y los defensores de los derechos electorales. La asociación civil Súmate destacó que la cantidad total de votantes ha disminuido por 7 cortes consecutivos, desde 2021, en vez de haber aumentado.
La organización se preguntó por qué hubo más exclusiones de fallecidos (89.014) que inscripción de nuevos integrantes del padrón (9.333) desde el último registro.
Los partidos opositores y organizaciones civiles que alientan la participación en las votaciones estiman que existen 3,5 millones de nuevos votantes no inscritos.
El cálculo era de solo 1,5 millones potenciales nuevos electores hace 3 años, precisa a la Voz de América Wanda Cedeño, coordinadora de la asociación civil Voto Joven.
“Esta cifra aumenta por 500.000 personas cada año”, advierte. Actualmente, un potencial votante solo puede registrarse en las oficinas del CNE ubicadas en las capitales de las 23 regiones de Venezuela y el Distrito Capital.
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Esa misión, dice Cedeño, es “compleja” en un país colmado de deficiencias en los servicios públicos y crisis económica, y se hace particularmente difícil en los otros 300 municipios donde no está activo ni un solo punto de inscripción de votantes.
Los trámites para actualizar datos o inscribirse como elector no parecían penosos ni rezagados la mañana del miércoles en la oficina del CNE en Maracaibo, capital del estado Zulia y una de las ciudades con más electores de Venezuela.
Un solo técnico opera una computadora portátil, una máquina captahuellas y una pequeña impresora para atender las solicitudes e imprimir los comprobantes respectivos en esa sede, inaugurada tras el incendio de la antigua sede por presuntos manifestantes en 2014.
Apenas 5 personas esperaban por su turno, sentadas entre 12 sillas acolchadas color negro. El operador atiendía peticiones “de todo” tipo de gestiones civiles, como registros sobre la residencia, nacimientos, separación de cuerpos, adopciones y defunciones.
El proceso de actualizar datos o registrarse como votante no toma muchos minutos, pero la principal inquietud de organizaciones como Voto Joven es que esa oficina, por ejemplo, es el único punto de atención a los electores en una región de 3 millones de habitantes.
Movilizarse a Maracaibo desde los otros 20 municipios del Zulia para gestiones del padrón electoral significa invertir horas, pedir permisos en el trabajo o la universidad y “hacer frente a los retos del transporte público”, generalmente escaso y costoso en los poblados, subrayó Cedeño.
Voto Joven ha recibido reportes de ciudadanos en cuanto a que las computadoras se recalientan y su rendimiento se aletarga. La organización calcula que solo pueden inscribirse un promedio máximo de 40 votantes al día en cada oficina del CNE, de acuerdo con el tiempo de atención y las dificultades técnicas.
Fuentes del CNE consultadas por la VOA, que declararon bajo condición de anonimato por no estar autorizadas a declarar, indican que esos equipos están “obsoletos”, si bien se prevé “introducir pronto cambios” en la plataforma.
Las sedes del CNE en toda Venezuela están técnicamente abiertas y es “permanente” por ley la posibilidad de modificar en ellas los datos de electores, confirmó a la VOA Rafael Simón Jiménez, quien ejerció como vicepresidente del organismo electoral en 2020.
Ratificó, sin embargo, que la existencia de solo una oficina del CNE por estado y en la capital del país “evidentemente dificulta” la inscripción masiva de votantes.
Jiménez, un antiguo simpatizante del chavismo que ahora critica las políticas del gobierno de Nicolás Maduro, advierte que el poder electoral puede mostrar “desinterés y desatención” del registro de votantes porque no está prevista votación alguna este año.
El órgano comicial informó en un comunicado en abril que planifica un “proceso integral de catastro de centros de votación y jornada de Registro Electoral para cubrir las demandas de todos los venezolanos” y de los partidos políticos con respecto a ese padrón.
El directorio del Consejo Nacional Electoral lo integran desde hace un par de años 3 rectores con trayectoria política en el chavismo y 2 cercanos a la oposición.
Hasta la primera década del siglo XXI, era común ver puntos de inscripción del registro electoral en estaciones del metro, universidades o centros comerciales.
La actualización del registro electoral en Venezuela es “un problema estructural y de vieja data”, tanto dentro del país como en el extranjero, expresó a la VOA el politólogo especialista en material comicial Jesús Castellanos.
Según Castellanos, la inscripción de nuevos votantes se desaceleró hace una década. Subrayó que 2023 es un año “no electoral”, sin votaciones previstas, más allá de la “asistencia técnica” del CNE que se prevé para las primarias opositoras de octubre.
“La inscripción en un momento no electoral ha sido exigua”, concluye, citando un informe del Observatorio Global de Comunicación y Democracia.
El registro electoral supone una tarea más “compleja” que actualizar datos o inscribir a nuevos votantes, advierte el profesor e investigador Gustavo Soto.
Se debe depurar el padrón de electores fallecidos y fomentar la habilitación de votantes en el extranjero en un contexto de cierres de embajadas y consulados en el extranjero por razones políticas, migratorias e incluso por la pandemia, explicó.
Soto, profesor de la cátedra de comportamiento político y electoral de la Universidad del Zulia (LUZ), cree que el registro de votantes debe ser parte de una “agenda” acordada entre los actores políticos y sociales y que, además, tiene que adaptarse a una Venezuela de la que han emigrado 7,2 millones de ciudadanos.
Soto también recuerda que Venezuela no vive un año electoral, a pesar de estar en las vísperas de una elección presidencial dentro de aproximadamente 18 meses. Es una votación que hasta la comunidad internacional ha revestido como una potencial solución a una prolongada crisis política y de gobernabilidad.
“El escenario ideal es colocar puntos donde existan grandes concentraciones de jóvenes, como universidades, centros comerciales, comunidades, plazas públicas”, dijo a la VOA el coordinador del programa de Doctorado en Ciencia Política de LUZ.
Soto considera que la inscripción de los venezolanos en el padrón electoral automáticamente cuando cumplan 18 años puede ser una solución viable.
Su idea sería posible con una reforma de la Ley de Procesos Electorales en Venezuela, una tarea legislativa que estaría en manos del chavismo, un movimiento político con amplísima mayoría en el Parlamento hasta 2025.
“Los jóvenes solo tendrían que hacer una actualización de domicilio (luego de su inscripción). Es una reforma más económica” para el Estado, argumentó.
Castellanos, por su lado, opina que el CNE debe cumplir su palabra dada en 2021 y “municipalizar” el registro de votantes, es decir, instalar un punto de inscripción y actualización de datos en los 335 municipios de Venezuela.
La Plataforma Unitaria de la oposición aspira a pactar reglas como esa con el chavismo en las negociaciones facilitadas por Noruega en México.
Ese proceso cumple en agosto 2 años, sin avances en la materia político electoral. Tampoco ha tenido nuevas reuniones formales desde noviembre del año pasado.
Andrés Caleca, un precandidato a la presidencia para la primaria opositora y expresidente del poder electoral venezolano, asegura que el antichavismo “debería estar presionando” con protestas de calle para lograr que el ente “abra” el registro.
“Si no, vamos a escoger el mejor candidato del mundo y nadie va a votar por él”, advirtió Caleca, quien consideró las restricciones del padrón como un “fraude”.
Jiménez, ex vicepresidente del CNE, coincide en parte. “Corresponde a la sociedad y a las organizaciones civiles y políticas mantener su reclamo y exigencia frente al CNE”, dice, de cara a unas presidenciales con miles de potenciales nuevos votantes, pero con pocos sitios a su alcance para formalizarse como tales.