El gobierno ha agravado la situación del transporte público, porque debido a la inmensa corrupción que ha existido en Petróleos de Venezuela, S. A. (Pdvsa) y a la falta de inversión en las refinerías, éstas se encuentran en estado precario y no pueden abastecer por completo el mercado de combustible.
Al respecto, Porfirio Carpio, secretario sindical seccional de Acción Democrática, advierte que como ya oficialmente se ha tomado la decisión de suspender el subsidio a los combustibles, los usuarios del transporte público serán los que pagarán los platos rotos de la mala política del régimen.
Cuando Hugo Chávez asumió el poder, la industria petrolera venezolana, que era una de las más importantes en el mundo, producía 3 millones 500 mil barriles por día; pero, a su muerte, esa cifra se había reducido a 2.800.000 barriles diarios, pese a que alegremente había anunciado que durante su gobierno produciría 5 millones de barriles diariamente, dijo el dirigente sindical. Con Maduro no solo siguió bajando, al extremo de llegar a escasos 700 mil barriles diarios, sino que aumentaron los accidentes en las refinerías y éstas, prácticamente, se paralizan continuamente y ha tenido que dar algunas de ellas al cuidado de los iraníes.
De acuerdo con los expertos, Venezuela requiere de 160 mil barriles diarios de gasolina y de unos 40 mil barriles diarios de diesel; pero, tal como están operando las refinerías, es imposible alcanzar esos volúmenes y, por tanto, la producción se ha reducido a tal punto que una gandola de 36 mil litros tiene que despachar esa cantidad a tres estaciones de servicio, razón por la cual hay enormes colas de vehículos para recibir no la cantidad que necesita, sino generalmente veinte litros por unidad.
Pero, ya toda la gasolina ha sido dolarizada y, en consecuencia, el subsidio que estaba recibiendo el transporte público, ya no existe, pues si antes habían unas tres o cuatro estaciones de servicio que proporcionaban ese tipo de combustible, ahora ya no pueden hacerlo porque está rigiendo el precio internacional.
Llama la atención que el régimen no aumenta el salario mínimo, sino que lo congela y los trabajadores que deben movilizarse diariamente de sus casas a los sitios de labores, no tienen un bono de transporte.
Si lo que perciben como sueldo y bonos no les alcanza para cubrir las necesidades de su familia en lo que respecta a la alimentación, ahora tendrán que pagar más por el precio del pasaje.
La baja producción de combustibles se siente no sólo en las capitales de los estados, sino mucho más en los municipios, porque no hay suficiente cantidad de los derivados del petróleo para satisfacer las necesidades de la población y, por supuesto, las quejas se hacen sentir, pero al régimen no le importan los problemas de los servicios públicos que requiere la población, ya que ha demostrado ser insensible, arbitrario e inhumano, terminó sus declaraciones Porfirio Carpio.
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