Para el economista Alejandro Grisanti, director de la firma consultora Ecoanalítica, los procesos de dolarización son grandemente populares en escenarios de alta, altísima inflación, o hiperinflación. ¿Por qué? Muy sencillo: porque la gente viene acostumbrada a la gran estrechez, y, de repente, comienza «a verle el queso a la tostada». Esa es la cara noble de la dolarización.
Pero es un arma de doble filo: un país como Ecuador, donde existe una dolarización establecida, no ha logrado desmontarla ni en un gobierno de izquierda como el de Rafael Correa. Después de instalada es muy difícil desmontar la dolarización, y la economía del país queda anclada a las tasas de la Reserva Federal de EEUU.
Grisanti pondera que el gobierno de Nicolás Maduro ha dado “clarísimas” muestras de no querer la dolarización. Dice que en los picos de inflación o hiperinflación, Miraflores se ha hecho la vista gorda y ha dejado que se trance en divisas. Pero no está de acuerdo con la dolarización. Una prueba de ello es el Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF), que buscó poner un freno sin mucho éxito, y propiciar el uso del bolívar.
“Por ejemplo, no ha creado una Cámara de Compensación Bancaria. El gobierno está obligando a que cada vez que haces una transacción en dólares debas pagar en bolívares”, apunta.
“Maduro no quiere dolarización, el gobierno no va a normar la dolarización, y cuando vea algún síntoma de estabilidad tratará de detener la dolarización”, se atreve a vaticinar.
Grisanti expone que el IGTF lo que buscaba era pechar las transacciones en dólares versus las operaciones en bolívares. En efecto, eso ocurrió. En marzo de 2021 tuvimos el pico más alto de la dolarización (casi 67% de las transacciones en divisas). Eso ha venido cayendo de manera importante a 46% de las transacciones financieras a noviembre de 2022.
“También hacemos esta encuesta en zonas fronterizas como Maracaibo y San Cristóbal, y allí la dolarización es todavía más alta. Están más dolarizadas o tienen mayor cantidad de sus transacciones en divisas. Cerca del 85% de las operaciones monetarias en estas ciudades llegaron a darse en divisas. Cuando son compras pequeñas como legumbres, hortalizas, esencialmente alimentos, la dolarización es menor. Pero cuando son inmuebles, ropa, calzado, se transa en dólares”, declara el portavoz.
¿Pero qué pasará a futuro? “Esta tendencia de marzo de 2021 a noviembre de 2022 se va revertir. Porque la moneda no fue estable, se dio este brinco en el dólar que nos agarró por sorpresa. En Marzo-Abril debería ser más alta la dolarización. El gobierno tiene que hacerse la vista gorda, para darle impulso a una dolarización que oxigenó la economía”, es tajante el ejecutivo.
Grisanti dice que los bancos se han acercado al gobierno buscando normar la dolarización, pero “me extrañaría mucho que con Maduro en el poder terminemos con una economía 100% dolarizada, como en los casos de Ecuador o El Salvador”, remacha.
Consultado sobre qué medidas debería tomar el gobierno si quisiera desmontar la dolarización, Grisanti es explícito: “El primer paso ya lo dio y es evitar la Cámara de Compensación Interbancaria en divisas. Es difícil. El gobierno se va a hacer la vista gorda mientras no se controle la inflación. Tendrá que esperar 2023 y 2024, y cuando tenga más ángulo fomentar el IGTF, irse por ahí; pero tendría que estabilizar la moneda, fortalecerla, mejorar la economía, estabilizar el tipo de cambio, etcétera”, redondea.
Por su parte, y data dura en mano, Leonardo Buniak es presidente de la firma de consultoría Buniak&co. Dice que en el último mes las transacciones en dólares remontaron hasta 53.78% de las captaciones totales de la Banca, lo cual representa una economía enteramente dolarizada en cualquier parte del orbe.
“Una curiosidad muy importante de esa cifra es que es en efectivo, a diferencia de toda Centroamérica donde la base de depósitos en dólares -más de 90%- es en electrónico. En el caso venezolano es billete verde, cash. Básicamente dos instrumentos: las cuentas custodia y las cuentas en dólares que es esencialmente una cuenta corriente de libre convertibilidad, dentro del mismo banco”, coincide con Grisanti en la necesidad de una Cámara de Compensación.
El hecho de que sea en papel moneda lleva al origen de la dolarización. Hay una dolarización financiera que puede llegar a los 1,700 millones de dólares, pero lo otro es lo que realmente circula en la economía fuera del radar. En Venezuela no todos están bancarizados, y entre los que lo están no todos tienen cuentas en dólares.
Explica que hay una dolarización transaccional, y está la dolarización financiera que es la que pasa por la banca. Habría que preguntarse –dice- cuál es el origen de la dolarización transaccional. Capital privado que trae dólares a Venezuela, las exportaciones, y los dólares que vende el BCV. “Pero, ¿De dónde viene el resto?”, deja en el aire –que puede cortarse con navaja- una pregunta retórica.