La angustia, el miedo, el dolor y la incertidumbre, quedó atrás luego de la presencia divina del siervo de Dios, al profesor Roberto Mejía, quien fue diagnósticado de un carcinoma óseo en el fémur derecho que afectaba su cadera, y hasta colocó en riesgo su vida.
Tras meses de citas médicas, exámenes y oraciones, una nueva historia de divinidad se escribe en Boconó, en esta ocasión en Las Lomas, pues el reconocido maestro musical fue sanado milagrosamente del tumor que padecía.
Mejía, en su silencio, pero con la fe puesta en el Señor, sufrió por largos meses el dolor no sólo físico sino emocional, al enterarse de la activación de células cancerígenas en sus huesos, y las consecuencias que esto traería para él y su familia. «No es fácil llevar esa cruz solo. Es difícil, sobretodo el pensar dejar a mi esposa y a mi hijo», narró entre lágrimas.
Pero todo este penoso escenario ha cambiado para él, luego de su más reciente consulta médica en la ciudad de Caracas, en la que se evidenció la desaparición del cáncer, algo científicamente inexplicable para su doctora tratante, quien debió repetir una y otra vez la resonancia y otro estudios médicos para dar una razón a su milagrosa recuperación.
Ante todo lo que estaba pasando en el consultorio en ese momento, el joven músico recordó y confesó lo que le había sucedió en una madrugada de noviembre del pasado año, en la que asegura haber sido visitado por el médico de los pobres, es decir José Gregorio Hernández.
«Yo esta durmiendo, cuando de pronto siento que abren la puerta de mi cuarto, que tenía el pasador, y entra un hombre que enciende la luz, coloca su sombrero sobre la peinadora y de una bolsa saca una bata blanca y se la coloca. Luego me pregunta qué en dónde me dolía y empezó a revisarme. Me preguntó sobre el tratamiento que estaba tomando y me dijo que lo continuara, que rezara el credo y la oración a Corazón de Jesús. Me hecho la bendición y se fue», contó Roberto a su doctora, impresionada puesto que el día anterior había recibido como obsequio la imagen del Beato Trujillano, la cual ubicó en su consultorio.
El caso ha pasado a otros estudios, tanto científicos como eclesiásticos, para sumar este testimonio a la causa de canonización del Beato José Gregorio Hernández Cisneros. Mientras tanto Roberto Mejía, en medio de su recuperación, da muestra de agradecimiento por los favores recibidos, contado su historia como fiel creyente.
Por Alexander Gudiño