La violencia en la frontera sigue sin detenerse. Desapariciones, violaciones, extorsión, narcotráfico y contrabando son habituales. La presencia de grupos irregulares en esta área limítrofe entre Venezuela y Colombia, tales como el Ejército de Liberación Nacional, Clan del Golfo y Tren de Aragua, entre otros, hace que los más de dos mil kilómetros de frontera sean una zona caliente de niveles de violencia extrema.
Para quienes viven en la frontera es usual el hecho de que haya enfrentamientos por el control de trochas y espacios por donde transita mercancía ilegal entre ambos países, así como el ajusticiamiento entre delincuentes.
Sin embargo, el descuartizamiento de personas es una modalidad nueva que trajo el Tren de Aragua desde el centro del país hasta la frontera y más allá. El año pasado, solo en la ciudad de Bogotá, el gobierno colombiano halló 19 cuerpos desmembrados, todos por integrantes de esta organización.
Pagar con la vida
Enrique Pertuz, presidente del Comité Ejecutivo Consejo Departamental de Paz del Norte de Santander, Colombia, manifestó que el movimiento de personas llevó a estas organizaciones, específicamente al Tren de Aragua, a asentarse en la frontera, en un primer momento, pero a la fecha sus tentáculos llegan mucho más allá.
“Ahorita se encuentran en Villa del Rosario y el área metropolitana de Cúcuta, Bogotá, Medellín y otros países latinoamericanos”, afirmó.
Señaló que el descuartizamiento es un sello del Tren de Aragua, crimen que cometen en las llamadas “casas de pique”, que no son más que viviendas donde llevan a hombres y mujeres previamente secuestrados por no pagar vacunas, deudas o cualquier otra cosa. “El que entra ahí no sale con vida. Sale desmembrado”, aseguro.