La crisis bancaria de 2023 está lejos de parecerse a la del periodo 2008-2009, asociada a las llamadas hipotecas subprime o de alto riesgo, y no a la confianza que es el tema medular en la actual coyuntura.
En el caso de América Latina y el Caribe el panorama es mejor porque “la banca ha sido parte de la solución y no del problema”, sostuvo Eric Parrado, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en encuentro con los medios de comunicación en Panamá, donde hasta hoy se celebra la Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores.
Solvencia, resiliencia, buena capitalización y menor morosidad, son aspectos que caracterizan a la banca regional y le permiten enfrentar mejor este escenario turbulento, sostuvo.
El ámbito de la innovación y la digitalización, también consigue en la banca un aliado estratégico y es uno de los pocos “saldos” positivos de la pandemia: el mayor número de transacciones en línea.- Publicidad –
De hecho, el economista jefe del BID sostuvo que las transacciones on line con “tarjetas de crédito y débito en la región está creciendo muy fuerte, a diferencia de otras regiones”, asociado a la mayor digitalización.
Parrado comentó aspectos centrales del informe macroeconómico anual del BID, Preparar el terreno macroeconómico para un crecimiento renovado, el cual se presentó de manera previa en las deliberaciones de los gobernadores.
El informe expresa que “los países de América Latina y el Caribe deben enfrentar el desafío de reducir la inflación y la carga de la deuda pública en 2023”.
El escenario base estima un crecimiento general para la región de 1% en 2023, “tras haber alcanzado un crecimiento mejor de lo esperado de 3,9% en 2022. Un escenario de crecimiento alcanza 1,9% en 2024 asume que Estados Unidos evitará una recesión en 2023 y que habrá una tendencia global a la baja en la inflación”.
Las tasas de crecimiento serán menores y Latam no será la excepción. “La única excepción sería China que tiene la proyección de crecer 5% en 2023 y es una buena noticia porque se trata de uno de los principales socios comerciales de algunos países de Latam”, afirmó.
–Desafío social por el impacto de la pandemia y la guerra de Rusia contra Ucrania, profundizando la pobreza, la desigualdad y la inseguridad alimentaria.
–Desafío fiscal, porque los gobiernos de América Latina y el Caribe, en COVID-19, gastaron más y recurrieron al endeudamiento luego que los flujos financieros y comerciales se detuvieron. Esta realidad precisa un plan fiscal que mire hacia adelante.
-Un tercer desafío significa aumentar la productividad que en la historia de Latam y el Caribe ha sido bajo.
Estos tres desafíos son vinculantes con temas transversales como cambio climático, género, diversidad y gobernanza, entre otros.
En el ámbito del empleo, el informe establece que “las reducciones de la pobreza y la desigualdad en 2021 y 2022, en comparación con el comienzo de la pandemia», reflejan una mejora del empleo en la región.
Durante 2022, el crecimiento del empleo en América Latina y el Caribe continuó. Después de un lento proceso de recuperación, hacia septiembre de 2022, el empleo había superado sus niveles anteriores a la pandemia: en el segundo trimestre de 2022 creció un 4% con respecto al mismo momento del año anterior, lo que equivale a un aumento de más de 8 millones de empleos.
Contrario a la experiencia de crisis económicas anteriores, durante la pandemia del COVID-19 el empleo informal no sirvió como amortiguador para los hogares y, de hecho, disminuyó más que el empleo formal.Durante la recuperación, el empleo formal también se ha recuperado más rápidamente que el del sector informal”.
El economista jefe del BID señaló que hay sectores más rezagados que otros, en particular los vinculados al turismo, una de las industrias más afectadas.
El desempleo, que afectó de manera particular a las mujeres, comienza a mejorar, tanto para mujeres como hombres.
Sin embargo, Parrado precisa que “necesitamos generar crecimiento para que ese empleo se mantenga”, articulado con la productividad.
Y esta ecuación virtuosa requiere de la ciencia y la innovación, “fundamentales por su impacto directo en productividad al tratar de hacerlo mejor con los mismos insumos”.
Reformas a la educación, que se adapte a los nuevos tiempos y mercados, en salud y pensiones, son también temas de largo plazo que Parrado invita a considerar más allá del ciclo político de los países.
Transparencia es otro tema clave y transversal porque refleja gobernanza, “importante porque así podremos atraer más inversión extranjera, lograr crecimiento y empleo”.
En el ámbito monetario, el informe plantea a los países “mantener o endurecer su política monetaria para asegurar que la inflación vuelva a sus objetivos en 2024. La tasa media de inflación anual en América Latina y el Caribe alcanzó el 9,6% en julio de 2022, la más alta desde la crisis financiera global de 2008”.
Alientan a priorizar “políticas fiscales que lleguen a los sectores más pobres”, con subsidios específicos, estímulo a la inversión en infraestructura y mejorar el funcionamiento de los mercados laborales mediante una reducción de los incentivos a la informalidad.
Una pregunta crucial del informe: ¿Qué se puede hacer para evitar perder las mejoras en reducción de la pobreza y la desigualdad de los años posteriores a la pandemia mientras la región vuelve a una tendencia de crecimiento sostenible?
Ahora más que nunca, argumenta el estudio coordinado por Arturo Galindo, economista principal, y Victoria Nuguer, economista senior, ambos del Departamento de Investigación del BID, la política fiscal debe centrarse en llegar a los sectores más pobres de la población para compensar por el impacto del ajuste que han sufrido.
“A la vez hay que asegurar que se lleve a cabo una consolidación fiscal que sea coherente con el ajuste monetario. La complejidad de este ejercicio de equilibrio es grande. Sin embargo, es necesario hacerlo y se puede lograr”.
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