La imagen de la Divina Pastora es una advocación mariana venerada en el estado Lara desde 1855, año en el que se registró el primer milagro por la intercesión de la pastora de almas, cuando una epidemia de cólera azotó a Venezuela y dejó muchas víctimas en Barquisimeto.
Yanitza Martínez // Corresponsalía La Patilla
En medio de la desesperación, los barquisimetanos decidieron sacar la imagen en procesión desde el pueblo de Santa Rosa hasta la capital larense de la mano del padre Macario Yépez, quien elevó una plegaría a Dios y pidió la intercesión de la Divina Pastora por el cese de la epidemia. Como hecho anecdótico, el padre Yépez fue la última víctima mortal de este trágico episodio.
Una conexión muy especial existe entre la Divina Pastora y los feligreses. Explican los devotos que su mirada es única y especial, dicen sentirse seguros y protegidos por su maternal presencia.
Existen miles de testimonios de quienes han recibido algún favor o gracia por intercesión de la Divina Pastora, personas que han superado alguna enfermedad terminal, madres que no podían concebir, oportunidades laborales y adquisición de bienes materiales.
Lapatilla.com conoció el caso de la barquisimetana Carolina Ramos, quien contó que en el año 2002 contrajo matrimonio en el templo de Santa Rosa y tras cuatro años de casada y varios intentos, no lograba tener hijos.
Carolina junto a su esposo, Edgar Piña, hacían vida activa en el templo de Santa Rosa, y algún momento imploró a la Divina Pastora su intercesión para quedar embarazada.
“Virgencita, si me concedes tener un hijo, yo le voy a poner Jesús como tu hijo, y al salir del hospital te lo voy a presentar en tu santuario”, narró. Después de un mes de la fervorosa petición, quedó encinta.
Aunque la noticia fue motivo de alegría, no todo fue color de rosa, pues el embarazo vino acompañado con una amenaza de aborto. “Tuve muchas dificultades con el embarazo hasta el día que el bebé nació. Se me adelantó el parto, nació de 34 semanas, no me recibían en el hospital, ya que no dilataba, pero llevaba tres días perdiendo líquido. Al tercer día, decido irme porque me sentía muy mal y sentía que algo no estaba bien en mí”.
Otra vez Carolina recurrió a la intercesión de la virgen. Imploró “no me dejes en estos momentos tan difíciles”, y luego de cinco horas de trabajo de parto en casa de su mamá, sin dormir, agotada, sin fuerzas y sospechando el peor escenario, salió de prisa al hospital.
“Llegó un momento que me sentí morir. Dilaté apenas dos y me eché a llorar para que me dejaran, ya que me sentía muy mal. Me subieron a sala de partos y luego de tres horas fue que llegó la guardia que le correspondía”.
En ese momento, le preguntaron a Carolina que quién estaba llegando e inmediatamente dijo que ella estaba en trabajo de parto. “Me revisan y al romper fuente, sale un líquido verde y espeso. Me asusté y me dijeron que era un caso de meconio y que debían hacerme una cesárea de emergencia, ya que no sabían en qué estado venía el niño. Diez minutos después, estaba en quirófano”.
La fe inquebrantable en la Divina Pastora se materializó una vez más en el corazón de Carolina, quien volvió a implorarle que la ayudara en ese angustioso trance para que su hijo naciera sano, a pesar de los pronósticos.
“Yo me agarré fuertemente a la fe y de mi vientre sacaron al niño, quien venía en una bolsa lo que lo protegió de que llegara a infectarse. Al abrir la bolsa y darle el médico la palmadita, este rompió en llanto. Pesó 3 kilos 950 gramos, midió 54 centímetros, nada prematuro para la edad gestacional. Nació perfecto, sano, gracias a la virgencita que no solo me concedió tenerlo, sino que hoy día mi hijo se siente inclinado hacia la vida sacerdotal”, narró.
Para Carolina, el milagro de la Divina Pastora es un doble regalo de la virgen. “Ella es madre y sé que siempre va a estar con mi hijo en el camino de la vida”.
La familia Piña Ramos recibió un segundo milagro cuando en el año 2020, Edgar Piña, esposo de Carolina, sufrió un infarto y un accidente cardiovascular isquémico, el cual le afectó la movilidad de la parte derecha de su cuerpo.
A raíz de esa situación, Edgar quedó en cama y recibiendo terapias. Volvieron a pedirle a la virgen de la Divina Pastora por su salud y tras varias sesiones, volvió a caminar. Hoy, Carolina y Edgar forman parte del grupo de servidores de la Catedral Metropolitana de Barquisimeto.
Otro testimonio es el de Emmanuel Pastor Martínez Zambrano, quien actualmente tiene 12 años de edad. Nació el 16 de enero de 2009, luego de que los médicos pronosticaran que no iba a nacer con vida por las complicaciones que presentaba su madre y él.
A pesar del fatal diagnóstico, sus padres, Erving Martínez y Ruth Zambrano, junto a toda la familia, se unieron en oración a Dios y también pidieron a la Divina Pastora su intercesión para que el niño naciera con vida.
Finalmente, Emmanuel nació en la maternidad del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda de Barquisimeto, y su mamá pudo superar la complicación al momento del parto. Erving comentó que, posterior al nacimiento, los médicos les decían que las primeras 72 horas iban a ser cruciales, por lo que continuaron aferrados a la fe y haciendo todo lo necesario para sacar a Emmanuel Pastor adelante.
“Pasaron las 72 horas y comenzó a evolucionar, pero se le presentó una meningitis, por lo que tuvo que ser trasladado al Hospital Pediátrico Dr. Agustín Zubillaga de la misma ciudad, donde atravesó por 24 complicaciones, ameritando su ingreso a la Unidad de Cuidados Intensivos del nosocomio infantil. Allí estuvo recluido durante tres meses y medio.
Meningitis, apnea respiratoria, paros respiratorios, trombosis en los pulmones, entre otras afecciones, fueron parte de las complicaciones que padeció Emmanuel.
Su padre rememoró aquellas trágicas circunstancias cuando la salud del niño avanzaba dos pasos y luego echaba cuatro pasos para atrás, por lo que cada día significaba un gran reto para él y su familia.
“En todo momento nos mantuvimos llenos fe y confiados en la Divina Pastora”, expresó al tiempo que comentó una maravillosa casualidad: el nacimiento de Emmanuel coincidió con la visita de la Divina Pastora a Barquisimeto, y en ese momento cuando sentían perder fuerzas, se iban hacia las parroquias donde estuviera la imagen para renovarse y llenarse de fortaleza.
Cuatro meses duró la peregrinación de la virgen por las diferentes iglesias de Barquisimeto, y ese fue el tiempo que Emmanuel Pastor estuvo hospitalizado, luchando por vivir.
“El momento más crucial de Emmanuel fue cuando nos dijeron que nuestro hijo no tenía muchas probabilidades de vivir, ya que todas las vías centrales estaban tomadas y no tenían por dónde suministrarle el tratamiento”, contó Erving.
También recordó que los médicos le decían que necesitaban el cupo de UCI, pues había otros niños con más probabilidades de sobrevivir y por eso necesitaban su autorización para desconectar a Emmanuel Pastor.
“Les respondimos que lamentablemente esa no era una decisión de nosotros, sino de Dios y la Divina Pastora, a quienes le habíamos entregado la vida de nuestro hijo. Días después comenzó la evolución positiva en las condiciones de salud de nuestro hijo, y poco a poco fueron desconectándolo del respirador artificial y de los tubos hasta que lo dieron de alta”.
Las pruebas para Emmanuel y la familia Martínez Zambrano no culminaron allí, pues en el mes de agosto le detectaron un desprendimiento de retina, por lo que fue intervenido quirúrgicamente en Maracaibo, donde lo operaron de manera satisfactoria. Por fortuna, actualmente y con ayuda de lentes correctivos, Emmanuel Pastor puede ver sin mayores dificultades.
Por si no hubiera sido poco lo padecido por el niño, luego le diagnosticaron una hidrocefalia, por lo cual fue intervenido quirúrgicamente en un centro de salud privado de la capital larense, y le insertaron una válvula en el cerebro para frenar el crecimiento de la cabeza. Después de la operación, Emmanuel Pastor se mantuvo con sus chequeos de especialistas y cuidados especiales, hasta la actualidad.
Su padre no deja de maravillarse por lo que hizo Dios y la virgen con su hijo. Es algo sobrenatural, pues para la ciencia era imposible que pudiera vivir su retoño. Doce años después, Emmanuel Pastor es un niño sano, asiste a una escuela especial y hoy es un testimonio vivo del amor de Dios y la protección maternal de la madre de Jesús en la advocación de la Divina Pastora.