La línea de pobreza definida por cada país generalmente refleja el monto por debajo del cual no se pueden satisfacer las necesidades mínimas de nutrición, vestimenta y vivienda de una persona en ese país, según el Banco Mundial. No es de sorprender que los países más ricos tiendan a fijar líneas de pobreza más altas, mientras que la de los países más pobres son más bajas.
Teniendo en cuenta esta metodología, se puede notar una gran discrepancia del porcentaje de la población que vive por debajo de las líneas nacionales de pobreza en los distintos países de Latinoamérica.
Guatemala (59,3), Haití (58,5), Honduras (48), México (43,9) y Colombia (42,5) son algunos de los países de Latinoamérica con un mayor porcentaje de la población viviendo bajo la línea de pobreza. Otros le siguen de cerca, como Argentina (42), Bolivia (39), Venezuela (33,1), Ecuador (33) y Perú (30,1).
Los países con un menor porcentaje poblacional viviendo bajo la línea de pobreza son Chile (10,8), Uruguay (11,6), Nicaragua (24,9), El Salvador (26,2) y Costa Rica (30).
Según detalla el Banco Mundial, la tasa de recuento de la pobreza entre la población se mide en función de las líneas de pobreza nacionales (es decir, específicas de cada país). Un país puede tener una línea de pobreza nacional única o líneas de pobreza separadas para áreas rurales y urbanas, o para diferentes áreas geográficas para reflejar diferencias en el costo de vida o, a veces, para reflejar diferencias en dietas y canastas de consumo.
Las estimaciones de pobreza en las líneas de pobreza nacionales se calculan a partir de datos de encuestas de hogares recopilados de muestras de hogares representativas a nivel nacional. Estos datos deben contener información suficientemente detallada para calcular una estimación completa del ingreso o consumo total del hogar (incluido el consumo o el ingreso de la producción propia), a partir de la cual es posible construir una distribución correctamente ponderada del consumo o ingreso per cápita.
Ésta es una de las razones por las que los números pueden variar con respecto a los calculados por otras organizaciones. En el caso de Venezuela, por ejemplo, el estimado más reciente es de la encuesta ENCOVI que presentaron hace un par de meses, y que calcula el porcentaje poblacional que vive por debajo del índice de la pobreza en el país en 50,5.
De esta manera, volviendo a los datos del Banco Mundial, las líneas nacionales de pobreza son el punto de referencia para estimar indicadores de pobreza que sean consistentes con las circunstancias económicas y sociales específicas del país, y reflejan las percepciones locales del nivel y la composición del consumo o los ingresos necesarios para no ser pobre. El límite percibido entre pobres y no pobres generalmente aumenta con el ingreso promedio de un país y, por lo tanto, no proporciona una medida uniforme para comparar las tasas de pobreza entre países.
“Si bien las tasas de pobreza en las líneas de pobreza nacionales no deben usarse para comparar las tasas de pobreza entre países, son apropiadas para guiar y monitorear los resultados de las estrategias nacionales de reducción de la pobreza específicas de cada país”, aclara.
Casi todas las líneas nacionales de pobreza en las economías en desarrollo están ancladas al costo de un paquete de alimentos, basado en la dieta nacional predominante de los pobres, que proporciona una nutrición adecuada para una buena salud y una actividad normal, además de una asignación para gastos no alimentarios.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advirtió que la región de América Latina se enfrenta a una “grave crisis social” y que los niveles de pobreza para el año 2022 se situarán en el 32,1% de la población total, una cifra superior a la que se registraba antes de la pandemia, en 2019.
En la presentación del informe anual ‘Panorama social 2022?, el secretario ejecutivo de Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs, señaló que la coyuntura económica es “extraordinariamente dura” por la sucesión de varias crisis, lo que está provocando un impacto negativo a nivel social que “urge” abordar. “Hay que evitar el riesgo muy real de tener una generación perdida en América Latina”, explicó.
Sobre las cifras, Salazar destacó que se estiman 201 millones de personas en riesgo de pobreza en el año 2022, lo que supone más de una tercera parte de la población de América Latina (32,1%). “Es sumamente preocupante”, apuntó. Además, las personas en riesgo de pobreza extrema se elevan al 13,1%, lo que equivale a un total de 82 millones de personas. Según Cepal, este dato no se veía en 25 años y supone “un retroceso” para la región.
Estas cifras implican que 15 millones de personas adicionales estarán en la pobreza con respecto a la situación previa a la pandemia y que el número de personas en pobreza extrema será 12 millones más alto que el registrado en 2019.
Además, al igual que en años anteriores, la Cepal indicó que la incidencia de la pobreza es mayor en algunos grupos de la población en la región: más del 45% de la población infantil y adolescente vive en la pobreza y la tasa de pobreza de las mujeres de 20 a 59 años es más alta que la de los hombres en todos los países. De igual forma, la pobreza es considerablemente más alta en la población indígena o afrodescendiente.21.