El estilo de vida de la embarazada, régimen de alimentación y obligatorio control prenatal son determinantes para evitar niños prematuros, así lo consideran ginecobstetras y pediatras. La mayor amenaza está en la desnutrición, anemia y en adolescentes embarazadas entre 13 a 16 años, que pueden poner en riesgo a sus hijos al no llevar el embarazo a término. La Organización Mundial de la Salud estima que al año nacen 15 millones de prematuros en el planeta. Es decir, uno de cada 10 partos.
Según la ginecobstetra, Rhona Palacios, la embarazada es más vulnerable cuando no consume los requerimientos nutricionales y por el cambio de su metabolismo. La deficiencia de proteínas puede afectar la formación de tejidos, causar malformación de la placenta y la anemia, con baja de hemoglobina, impide que llegue el oxígeno al feto. El crecimiento fetal queda restringido y el nacimiento es prematuro.
Refiere la importancia del control mensual por si hay alguna complicación de último momento y que haga interrumpir el embarazo. Razones van desde la hipertensión arterial, desprendimiento prematuro de placenta hasta la diabetes y otras patologías inmunes.
Para la ginecobstetra, Vanesa González, el parto prematuro es más frecuente en adolescentes de 13 a 16 años, quienes no acuden al control y terminan desarrollando infecciones vaginales o urinarias que no son tratadas. Además, puede generar la ictericia (piel amarilla) por infecciones, sepsis neonatal (infección en la sangre del bebé), entre otras.
Advierte que las condiciones son más delicadas en aquellos niños que nacen antes de 28 semanas de gestación, quienes pueden tener 45% de posibilidades de vida, de acuerdo a la atención inmediata en una incubadora. Especialistas recomiendan el control permanente. El peligro depende de la complejidad de cada paciente, puede haber daño en la corteza cerebral del bebé o daños respiratorios.
El bebé prematuro es más susceptible, más aún si la madre no ha cumplido con sus vitaminas, ácido fólico, hierro, vacunas y chequeos físicos. Según el pediatra intensivista, Huniades Urbina, son más vulnerables por falta de maduración de órganos como riñones y pulmones.
Pueden recuperarse con el debido seguimiento en cuidados intensivos. “La ciencia avanza y con un pertinente tratamiento se tienen casos de recuperación con bebés que pesaban 600 gramos”, recalca. Advierte la necesidad de que padres practiquen la estimulación precoz del bebé para evitar secuelas, como retraso cognitivo, pérdida de visión, parálisis cerebral, entre otros daños severos.