Cuando una idea surge, se transforma en un lienzo en blanco dispuesto a reflejar todo aquello que se busca expresar. Es así como una vez más Jorge Dager retoma el tema que lo apasiona y nos ofrece una nueva serie de bodegones, que han sido parte de su vida cotidiana desde que comenzó su carrera artística. Con dedicación exclusiva al trabajo y al estudio, el artista se adentra de manera integral en las más profundas nociones de la cultura como una rigurosa necesidad de ilustrarse para finalmente crear.
Ungido por un talento, dominado por una pasión y privilegiado por un oficio, el pintor logra dar rienda suelta a su necesidad de reproducir de la manera más fiel posible aquello que imagina, realizando composiciones que siempre están amparadas por su interpretación de la historia.
Naturaleza muerta es un término que podría no tener cabida en estas imágenes tan hiperreales que de la fruta casi brota el jugo, que el libro se insinúa para ser asido y donde se advierte la delicadeza requerida para tocar las piezas de vajillas y vasijas exquisitas procedentes tal vez de culturas legadas que le pertenecen y que inconscientemente lo persiguen. El objetivo del arte es representar no la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior, así como lo plasma el artista en cada una de sus representaciones artísticas.
Con una disciplina férrea y un fervor casi religioso, cuadro y artista se fusionan en un vínculo donde el formato, la distancia visual y el encuadre deliberadamente reducido esperan que la luz ilumine los elementos para dar más realidad al resultado final.
El artista busca alertar nuestro ojo para que no perdamos el mensaje que nos quiere hacer llegar. Su característico acercamiento a las escenas que concibe se hace esta vez más evidente al llevar el objeto al borde del lienzo disminuyendo voluntariamente los límites pictóricos para dar al espectador el placer de imaginar el entorno y observar bien los detalles para hacernos sentir frente a una naturaleza viva.
Identificado siempre con el bodegón, el artista desarrolla en esta serie su respeto por la vida de las frutas y se apresura a pintarlas ante la certeza del inevitable destino de su ciclo vital. Juega con contenerlas en vasijas diversas invitando a no tocarlas, a protegerlas buscando que el foco sea la transparencia del vidrio, el brillo del metal o el decorado de los jarrones de exquisita porcelana.
Una pintura es un poema sin palabras y así quedamos atrapados con las obras de Jorge Dager, en una mirada inmóvil a través de cuadrados, iguales, como si sólo se nos permitiera ver por el vacío de un postigo, enmarcando la presencia de una memoria con telas espléndidas y tapetes que sirven de escenario a frutas frescas de origen foráneo, finamente colocadas en fuentes que denotan una fuerte carga de historia personal.
En esta muestra el pincel de Dager vuelve a penetrar “el silencio del detalle”.
La exposición abrió sus puertas para cautivar tus sentidos desde el 12 de noviembre en los espacios de la Galería Mochuelo Art, Centro Comercial Concresa, Piso 1, local 324.
Horarios : Martes a sábado de 10 am a 4 pm ó previa cita a través de sus redes sociales @mochueloart.