Miles de venezolanos se arriesgaron a tomar la peligrosa ruta de la selva del Darién con la intención de llegar a Estados Unidos (EEUU) y cumplir el sueño americano, buscando mejores oportunidades de vida, huyendo de la crisis que atraviesa Venezuela. Parte de estos expatriados emprendían su segunda o tercera migración porque ya se encontraban en otros países de América Latina desde hace tiempo.
Muchas de estas personas decidieron tomar este camino desconociendo los riesgos reales a los que se enfrentarían, teniendo que cruzar al menos siete países caminando, con el fin último de cruzar el río Bravo y tocar suelo estadounidense en busca de mejores condiciones de vida, confiando en «coyotes» que les prometían guiarlos de forma segura, pero sin hablarles de los peligros de la travesía por un territorio accidentado donde se expondrían a ser víctimas de robos, agresiones físicas y sexuales, ataques de animales salvajes, el riesgo de contraer enfermedades o de hasta morir en el intento.
«Un convive (amigo) que trabajaba conmigo de mototaxi me dijo ‘vámonos al Darién’, y yo pensaba que íbamos en moto a una cosa. Yo motivé a otros amigos y hablando fue que me di cuenta de que el Darién es la selva para cruzar a Panamá y llegar a Estados Unidos. Allí nació la idea». Así resume Keiner Guerra, un joven venezolano, los incentivos que tuvo para intentar migrar a Norteamérica.
GuGuerra vivía en El Junquito (Caracas) y salió de su casa el 15 de septiembre pasado, motivado por amigos que tomaron esa misma ruta y lograron cruzar la frontera terrestre a EEUU. Sin embargo, llegó a México justamente un día después (13 de octubre) de que el gobierno de Joe Biden anunciara que todos los migrantes venezolanos que ingresen ilegalmente a territorio estadounidense serán deportados a México.