Una enorme ola de lodo sorprendió la tarde de este lunes 17 de octubre a los habitantes de El Castaño, en Maracay, cuando la quebrada Palmarito salió de su cauce para llevarse todo lo que encontró a su paso, luego de las torrenciales lluvias que habían iniciado a eso de las 2:30 de la tarde.
Marianny Castellanos // lapatilla.com
“El deslave tomó a muchos por sorpresa, no fue algo avisado. Cuando el río se desbordó, había dejado de llover y estaba haciendo sol”. Es así como Daniel Flores inició el relato de lo ocurrido la tarde de ese lunes a través de su cuenta en Twitter @ChivoQmasMea
Un evento inesperado de menos de 20 minutos fue lo que vivió Daniel y todos los vecinos de Palmarito y los sectores aledaños a El Castaño en la zona norte del municipio Girardot. Para muchos fueron los minutos más aterradores de su vida, y para otros menos afortunados, sus últimos minutos de vida.
“Aproximadamente a las 2:30 pm cayó una lluvia leve en El Castaño, pero había llovido demasiado en días anteriores, principalmente en las laderas del parque Henri Pittier. Para que tengan una idea de lo violento que fue todo. Yo salí al banco a la 1:30 pm, llegué para sacar efectivo a las 2:05 pm, comencé a regresar a mi casa a las 2:20 pm y a esa hora ya estaba el deslave en pleno, por lo que no pude llegar sino hasta las 3:30 pm lleno de barro a mi casa”, siguió explicando Flores.
Durante el recorrido hasta su casa, pudo constatar que la devastación “era total”, pues a la hora del desbordamiento muchas personas se encontraban en la calle trabajando, transitando por la zona, mientras que otros estaban en sus hogares.
De hecho, mencionó que justo a la hora del deslave estaban saliendo los niños de la escuela Dolores Mendoza, que queda en plena avenida principal. “Justo a 300 metros de esa escuela, desaparecieron 7 casas. Espero que todos esos chamos estén bien. No tengo información al respecto”, comunicó.
Con respecto a la respuesta por parte de las autoridades de Protección Civil y grupos de rescate, destacó que fue “ejemplar”, ya que luego del evento natural, en menos de media hora ya se habían desplegado funcionarios de Protección Civil, Bomberos, rescatistas, policía, Guardia Nacional, ambulancias.
“Una hora después del deslave, ya estaban llegando máquinas pesadas para tratar de desbloquear la vía. Los helicópteros evacuaron a varias personas que están en centros asistenciales”, señaló Flores.
A diferencia de Daniel, quien no presenció los minutos de angustia que se apoderaron de cientos de vecinos de esta zona montañosa, Ashlyn Calanche confiesa que fue un momento que no se lo desea a nadie.
“Estaba cocinando cuando de repente empiezo a escuchar los gritos de vecinos que comenzaron a avisar que el río se estaba desbordando. Yo no sabía qué hacer. Cuando iba a salir, el agua se comenzó a meter a la casa y como pude lo que hice fue subirme al techo con la niña, porque no sabía la magnitud de lo que sería esto”, relató Calanche, quien todavía no sabe de dónde sacó las fuerzas para escalar hasta la parte superior de la vivienda.
Detalló que, aunque la vivienda no tiene afectaciones graves como las otras que se encuentran en la avenida principal, teme por que las lluvias se prolonguen y “golpeen” aún más esta zona.
Al conversar con Luiraima Salazar, ingeniera geóloga de la Universidad Central de Venezuela (UCV), detalló que los eventos registrados en el estado Aragua se deben a las torrenciales lluvias con alto caudal de agua que han saturado las partes altas de las cuencas, que a su vez rebosan los suelos de estas zonas y genera un flujo de destrito o escombro que descienden, de manera brusca y rápida, por efecto de la gravedad hacia las zonas de menor pendiente.
A pesar de que los habitantes de El Castaño aseguran que “nunca antes había ocurrido un evento así”, Salazar señala que sí se habían suscitado, puesto que en estos sectores se podían observar bloques de rocas de gran tamaño distribuidas a lo largo de la urbanización.
“¿Cómo llegaron ahí? A través de eventos parecidos al de ayer. Sí han sucedido eventos de este tipo hacia estas laderas. Solamente hay que tratar de levantar estadísticas de sucesos de este tipo y así poder contribuir a la creación de un mapa de susceptibilidad de eventos de esta naturaleza. Pero sí han ocurrido con anterioridad”, reiteró la geóloga.
Con respecto al desbordamiento de la quebrada, alertó que se debe dar seguimiento a la cuenca hidrográfica que integran las quebradas del Castaño y Corozal, el río Las Delicias, ya que alimentan al río Madre Vieja y desembocan en el lago de Valencia, ya que pueden generar algún tipo de inundación producto de la crecida de estos ríos aguas abajo.
Al preguntarle referente a la similitud entre los eventos ocurridos en Las Tejerías y el más reciente en El Castaño, mencionó que los dos se tratan de un evento climático de torrenciales lluvias prolongadas. Sin embargo, la diferencia radica en el área de afectación.
“En Las Tejerías tenemos una zona donde la pendiente se hace más plana, donde se forma el amplio abanico pluvial y se deposita la mayor cantidad de sedimentos, creando una mayor zona de afectación. Mientras que en la zona de El Castaño, como tiene una pendiente mucho más abrupta desde Palmarito hasta prácticamente El Toro de Las Delicias, facilitó el flujo de agua. En uno tenemos una gran pérdida humana y material (Las Tejerías), mientras que en la otra (El Castaño) desafortunadamente tenemos tres personas fallecidas y aún no se han cuantificado los daños materiales en sí”, dijo.
Hizo un llamado a la planificación y a la realización de estudios de suelos antes de desarrollar alguna edificación, para así evitar la construcción en zonas de riesgo, o en su defecto, utilizar la tecnología y materiales que puedan resistir a los eventos naturales.
“Si existiera un evento sísmico, lo que mata no es el evento como tal, sea sísmico o climático. Los eventos climáticos siempre van a suceder, sobre todo en esta época. Un llamado a empoderarnos de información y crear alertas tempranas para que estos eventos no se traduzcan en pérdidas materiales y humanas, que son las más lamentables”, puntualizó.