“Jesús no vino a la tierra como un gran señor, no dijo ¡adórenme! No vino como un Rey, vino a servir”, sostiene con gran énfasis este niño suizo cuyo nombre ni edad exacta conocemos.
Por infobae.com
El archivo es de la Radio Televisión Suiza (RTS), en blanco y negro, del año 1969, y muestra al chiquito junto al pesebre con un adulto que le hace algunas preguntas. El diálogo es enternecedor por el énfasis que pone el niño al describir la escena y contar la historia y la misión de Jesús.
Bien catequizado por sus padres, evidentemente cristianos practicantes -”por eso vamos siempre a la Iglesia a rezar”, dice el niño-, tiene muy claro el Evangelio y no se equivoca en el relato.
Sus dichos y su pronunciación, todavía con algunos rasgos infantiles, como decir “voui” en vez de “oui” (sí), le dan un tono más tierno y gracioso a sus respuestas. Y el final es imperdible. La última pregunta lo pone un poquito en el brete, pero se toma unos segundos y sale airoso de la prueba.
“Este es el pesebre, adentro está Jesús, San José reza, y María también”, empieza el niño su descripción del pesebre.
“Además -sigue-, los Reyes Magos están acá, están llegando. Y la estrella está acá arriba [N. de la R: mientras dice esto, la toma y la hace descender hacia el pesebre], avanza. Y los Reyes Magos avanzan, la estrella se posa acá arriba [la ubica sobre el techo del establo], se detiene y los Reyes van a adorar a Jesús”.
“¿Había también animales en el pesebre o solamente personas?”, le preguntan.
“Oh -recuerda-, había corderos y nada más”.
“¿El buey y el asno no estaban en el pesebre?”, lo ayuda la persona que lo acompaña.
Y el diálogo sigue así:
— Sí, también el buey, el asno y los corderos.
— ¿Y qué hacían? ¿Miraban nada más?
— No, soplaban para que Jesús tuviera buen calor.
— ¿Soplaban?
— Sí
— ¿Y crees que eso funcionaba?
— Ah, sí, porque…porque cuando soplaban era muy caliente.
— Y cuando tú naciste, ¿también había un buey que te soplaba?
— Nooooo
— ¿Te hubiera gustado?
— Oh, sí, pero porque era pobre Jesús, porque no tenía ropa. Era por eso.
— ¿No tenía ropa, nada de nada?
— Solamente un calzón y una camisa y nada más. Y hacía mucho, mucho, mucho frío
— ¿Y la gente no pensó en instalarle un calefactor o algo así?
— Ah no, porque no había nada. Sabes, en ese tiempo antiguo no había todas las cosas que tenemos hoy.
Y aquí arranca con una larga explicación de la misión de Cristo en el mundo: “Jesús no vino a la tierra como un gran Señor, no se puso en un trono y dijo: ‘¡Adórenme! ¡Miren qué hermoso soy!’ Él no dijo para eso, vino para servir a la gente. No vino como un gran señor a la tierra para decir: ‘¡Ahora, adórenme!, porque soy el rey de todo el mundo, ¡ahora adórenme!’ No dijo eso, vino para servir a la gente. Para ayudar a los pobres, para curar a los enfermos, para sanar. Para todo eso vino, pero no vino para ser servido.”
“¿Eso era algo muy gentil de su parte? “, es la pregunta.
“Oh, sí! -responde muy convencido-. Es por eso que Dios dijo que hay que amarlo siempre, adorarlo. Es por eso que siempre vamos a la Iglesia a rezar”.
“¿Es eso lo importante en la fiesta de Navidad?”, le preguntan.
“Ah, sí, es eso”, contesta.“
Y sigue la pregunta dilema: “¿Qué es lo más importante? ¿Acordarse de eso o recibir regalos?”
Segundos de vacilación. Y exclama: “¡Todo es importante!”