El coronavirus con sus variantes sigue circulando por el mundo. La pandemia tiene su epicentro en Europa desde el mes pasado. Pero la aparición de la variante de preocupación Ómicron está favoreciendo el desarrollo de más brotes y repuntes de casos de COVID-19 en África y América. Mientras tanto avanza la vacunación contra la infección: el 56,5% de la humanidad tiene al menos una dosis. En estos últimos meses, se sumó la inmunización en los niños en diversos países. Sin embargo, la pregunta del millón sigue abierta: ¿Cuándo se terminará el COVID-19?
Por Infobae
Los científicos Sara Sawyer, profesora de Biología Molecular, Celular y del Desarrollo, Universidad de Colorado Boulder, junto con Arturo Barbachano-Guerrero y Cody Warren, escribieron un artículo en The Conversation sobre cuál podría ser el final del COVID-19. Recordaron que “al principio de la pandemia, no era descabellado esperar que el SARS-CoV-2 (el virus que causa el COVID-19) desapareciera, ya que históricamente algunos virus pandémicos han desaparecido sin más”.
Por ejemplo, el virus SARS-CoV, el coronavirus responsable de la primera pandemia de SARS en 2003, se extendió a 29 países y regiones, infectando a más de 8.000 personas desde noviembre de 2002 hasta julio de 2003. Pero gracias a las rápidas y eficaces intervenciones de salud pública, ese virus no se ha observado en humanos en casi 20 años y ahora se considera extinto.
Por otro lado, los virus pandémicos también pueden establecerse gradualmente en una tasa de aparición relativamente estable, manteniendo un grupo constante de huéspedes infectados capaces de propagar el virus a otros. Se dice que estos virus son “endémicos”.
Como ejemplos de virus endémicos en los Estados Unidos, los investigadores mencionaron a los que causan el resfriado común y a la gripe estacional que aparecen año tras año. Al igual que esos virus, los investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder estiman que el coronavirus que causa el COVID-19 probablemente no se extinguirá. Se volvería endémico.
“El destino final de un virus depende de su capacidad de transmisión. En general, los virus que son muy contagiosos, es decir, que se propagan muy bien de una persona a otra, puede que nunca se extingan por sí solos porque son muy buenos para encontrar nuevas personas a las que infectar”, afirmaron.
Cuando un virus entra por primera vez en una población sin inmunidad, los científicos definen su contagio mediante un simple término matemático, llamado R0. También se denomina número de reproducción. El número de reproducción de un virus representa cuántas personas se infectan por cada persona infectada. Por ejemplo, el primer SARS-CoV tenía un R0 de aproximadamente 2, lo que significa que cada persona infectada transmite el virus a dos personas de media. En el caso de la variante delta del coronavirus que está circulando en el mundo, el R0 está entre 6 y 7.
El objetivo de las autoridades de salud pública es reducir la velocidad de propagación de los virus. El uso de la mascarilla o barbijo, el distanciamiento social, el rastreo de contactos y los confinamientos son herramientas eficaces para reducir la propagación de los virus respiratorios. Como el SARS-CoV del año 2003 era poco transmisible, bastó una pequeña intervención de salud pública para llevar el virus a la extinción. En cambio, teniendo en cuenta la naturaleza altamente transmisible de la variante Delta del coronavirus, “el reto para eliminar el virus será mucho mayor, lo que significa que es más probable que el virus se vuelva endémico”, sostuvieron los investigadores.
El SARS-CoV-2 tiene mucho éxito a la hora de encontrar nuevas personas a las que infectar, y que la gente puede infectarse después de la vacunación. “Por estas razones, no se espera que la transmisión de este virus termine. Es importante que tengamos en cuenta por qué el SARS-CoV-2 pasa tan fácilmente de una persona a otra, y cómo el comportamiento humano juega en esa transmisión del virus”, alertaron.
El SARS-CoV-2 es un virus respiratorio que se propaga por el aire y se transmite eficazmente cuando las personas se reúnen. Las intervenciones críticas de salud pública, como el uso de mascarillas y el distanciamiento social, han sido clave para frenar la propagación de la enfermedad. Sin embargo, cualquier falla en esas medidas de salud pública puede tener consecuencias nefastas.
Por ejemplo, los investigadores mencionaron una concentración de motociclistas en 2020 reunió a casi 500.000 personas en Sturgis, Dakota del Sur, durante las primeras fases de la pandemia. La mayoría de los asistentes iban sin barbijo y no practicaban el distanciamiento social. Ese evento fue directamente responsable del aumento de los casos de COVID-19 en el estado de Dakota del Sur y en todo el país. Esto demuestra la facilidad con la que el virus puede propagarse cuando la gente baja la guardia en los cuidados de prevención.
El virus que causa la COVID-19 se asocia a menudo con eventos de superpropagación, en los que muchas personas se infectan a la vez, normalmente por un único infectado. Los investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder publicaron un trabajo en la revista PNAS en el que demostraron que sólo el 2% de las personas infectadas con COVID-19 son portadoras del 90% del virus que circula en una comunidad.
Las personas que son “superpropagadoras” “tienen un impacto desproporcionado en la infección de otros, y si no se les localiza antes de que propaguen el virus a la siguiente persona, seguirán manteniendo la epidemia”, afirmaron los científicos. En la actualidad no se cuenta con un programa de cribado o tamizaje a nivel nacional orientado a identificar a esas personas.
Por último, las personas infectadas asintomáticamente representan aproximadamente la mitad de todas las infecciones por COVID-19. Ese factor se suma al amplio intervalo de tiempo en el que las personas pueden ser infecciosas -dos días antes y 10 días después de la aparición de los síntomas-, y ofrece muchas oportunidades para la transmisión del virus. Porque las personas que no saben que están enfermas suelen tomar pocas medidas para aislarse de los demás.
“La naturaleza contagiosa del virus SARS-CoV-2 y nuestra sociedad altamente interconectada constituyen una tormenta perfecta que probablemente contribuirá a la propagación sostenida del virus”, comentaron. Por esa razón, “es probable que se necesiten inyecciones de refuerzo para maximizar la protección inducida por la vacuna contra la infección”.
Sin embargo, hay otros científicos que han salido a señalar que la humanidad aún tiene chance de que el coronavirus no se vuelva endémico. La reconocida epidemióloga de Australia, Zoë Hyde, escribió en Twitter un mensaje: “¿Por qué no desafían la narrativa de que tenemos que aprender a vivir con COVID-19? Es un eslogan vacío. Esta no es una infección de una vez por todas. Vivir con COVID-19 significa olas interminables de enfermedad, restricciones continuas a nuestras libertades y dificultades económicas”.
Además, la experta sostuvo. “La gente vive en el país de la fantasía si cree que va a recuperar su antigua vida. Nos dirigimos hacia más bloqueos, no hacia mayores libertades. Sólo una estrategia de eliminación nos dará la libertad que deseamos. Japón (con 126 millones de habitantes) demuestra que es posible”. Para la doctora Hyde, una estrategia de eliminación del virus es posible.
Por su parte, los investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder opinaron que “nuestra incapacidad para erradicar el virus no significa que se haya perdido toda esperanza. Nuestro futuro pospandémico dependerá en gran medida de cómo evolucione el virus en los próximos años. El SARS-CoV-2 es un virus humano completamente nuevo que todavía se está adaptando a su nuevo huésped. Con el tiempo, es posible que veamos cómo el virus se vuelve menos patógeno, similar a los cuatro coronavirus que causan el resfriado común, que representan poco más que una molestia estacional”, agregaron.
Los programas de vacunación a nivel mundial serán los que mayor impacto tengan para frenar los nuevos casos de la enfermedad. Sin embargo, la campaña de vacunación contra el SARS-CoV-2 sólo ha afectado hasta ahora a un pequeño porcentaje de personas en el planeta. Además, siguen produciéndose infecciones en personas vacunadas porque ninguna vacuna es eficaz al 100%. Esto significa que probablemente se necesitarán vacunas de refuerzo para maximizar la protección contra la infección inducida por la vacuna.
“Gracias a la vigilancia mundial del virus y a la rapidez con la que se han desarrollado vacunas seguras y eficaces, estamos bien preparados para hacer frente al objetivo en constante evolución que es el SARS-CoV-2?, expresaron. Y señalaron el caso del virus de la gripe: “La gripe es endémica y evoluciona rápidamente, pero la vacunación estacional permite que la vida continúe con normalidad. Podemos esperar que ocurra lo mismo con el SRAS-CoV-2, en algún momento”.
Consultada por Infobae, la médica Leda Guzzi, de la comisión de comunicación de la Sociedad Argentina de Infectología, opinó que “aún es apresurado encasillar al coronavirus como endémico, pero podría ocurrir en el futuro”. “Por el momento, la vacunación es la herramienta fundamental porque el virus encuentra espacio para replicarse en la medida en que haya personas susceptibles que no están inmunizadas. Sin dudas, el camino son las vacunas y la distribución global equitativa para que se pueda alcanzar una inmunidad de rebaño que le bajaría el impacto sanitario del virus. Además, si hay gente sin inmunizar, hay chances de que surjan más variantes de preocupación”.