El primer ministro francés, Jean Castex, anunció que en Año Nuevo no estarán permitidos los fuegos artificiales ni las reuniones en la vía pública debido al coronavirus. “Estarán prohibidas las reuniones, el consumo de alcohol en la vía pública e invitaremos a los municipios a renunciar a los fuegos artificiales”, detalló. “Cuantos menos seamos, menos riesgos correremos”, explicó.
Además, Francia obligará a los sanitarios y a los bomberos a que se apliquen la dosis de refuerzo de la vacuna contra el COVID-19 para evitar que se generalicen focos de contagios que ya están apareciendo en algunos hospitales y que eso provoque carencias de personal para atender a los pacientes.
El ministro de Sanidad, Olivier Véran, subrayó este sábado, en una entrevista a la emisora France Inter, que hay que acelerar la vacunación ante la variante Ómicron, que es “mucho, mucho, mucho más contagiosa” que Delta, y que podría ser mayoritaria en Francia dentro de dos semanas.
“Los que no están vacunados se contagiarán y habrá casos graves”, advirtió después de insistir en que el objetivo de generalizar la vacunación es “evitar una oleada muy fuerte en los hospitales”. Al respecto, recordó que ya hay 52 millones de personas vacunadas en el país, pero quedan unos cinco millones sin inmunizar.
Su departamento calcula que entre el 7 y el 10% de los contagios actualmente ya son de Ómicron y que, dada la velocidad de propagación, ese porcentaje subirá al 25-30% en una semana y a más del 50% en dos.
Focos en los hospitales que ponen en peligro la atención
El ministro explicó que a causa de esa dinámica ya se han declarado varios focos de contagios en hospitales de la región de París y eso justifica que se vaya a ampliar la obligación de la vacunación de los sanitarios y los bomberos con la dosis de refuerzo a partir del 30 de enero para evitar que la situación se extienda.
“No queremos encontrarnos, como en Escocia -argumentó-, con un 25% o un 30% de los sanitarios que no pueden trabajar porque son casos de contacto, y están en cuarentena”.
Al término de un Consejo de Defensa presidido por el presidente galo, Emmanuel Macron, el primer ministro francés, Jean Castex, anunció el viernes que en enero su Gobierno llevará un proyecto de ley al Parlamento para convertir el certificado sanitario en certificado de vacunación.
Eso significa que ya no se podrá recurrir a los test para validar el certificado, que en Francia es imperativo para tomar algo en un bar o en un restaurante, pero también para ir al cine, a un espectáculo o a un estadio. Haber superado el COVID-19 hace menos de seis meses seguiría siendo motivo para tener un certificado válido.
Véran avanzó que durante el debate parlamentario se examinará igualmente si estar vacunado será imperativo para tomar un transporte de larga distancia, como un tren, un autobús o un avión.
Vacunación obligatoria para trabajar
También consideró “una cuestión legítima” la posibilidad de imponer el certificado sanitario para trabajar. En ese caso -puntualizó- además de la vacunación se daría la posibilidad de validarlo con un test negativo, como ocurre hasta ahora.
Preguntado sobre por qué no se establece la obligación de la vacunación con carácter general, su respuesta es que está “convencido de que el certificado sanitario es más eficaz que un sistema de multas”.
La razón es que los refractarios estarían dispuestos a pagar multas cada semana y no vacunarse, mientras que el certificado los obliga a hacerlo para poder tener vida social.
El titular de Sanidad indicó que “si todo va bien”, la vacunación de todos los niños de 5 a 11 años, con carácter voluntario, podrá empezar en Francia el 22 de diciembre.
La campaña ya ha empezado para los niños con alguna enfermedad que supone un riesgo en caso de que se contagien de COVID-19, o que viven con personas inmunodeprimidas, pero para el resto todavía no se han recibido todos los dictámenes de diferentes instancias de expertos.
Véran lo explicó porque en la cuestión de la vacunación “Francia es un país que duda más que otros como España”. Al respecto, hizo notar que hace un año en España un 70% de la población se declaraba dispuesta a vacunarse, mientras en Francia el porcentaje era del 37%.
EFE