“Venezuela para mí es una paradoja: la quiero y la detesto. La necesito y, en ocasiones, quisiera no necesitarla”, nos dice Carolina Jaimes Branger
Carolina Jaimes Branger ha ejercido la docencia, profesión que exige ser un comunicador nato. Hoy desde diferentes medios ejerce su derecho a opinar e impulsa el trabajo de emprendedores.
Entrevistar a un amigo no siempre es fácil, más aun cuando esta persona es conocida por muchos. Uno desea hacer un trabajo inteligente y a la vez ameno. Cuando preparaba esta conversación con Carolina Jaimes Branger recordaba que la conocí en la embajada de Italia, cuando le entregaron la condecoración Caballero de la Orden al Mérito de la República Italiana. No imaginaba yo que con el tiempo llegaríamos a compartir un espacio semanal en la radio.
Durante estos años he podido descubrir en Carolina Jaimes Branger a una mujer que es frontal en sus posiciones, que no teme ejercer su derecho a opinar.
Actitud que la llevó a asumir el rol de comunicadora, algo que ya ejercía antes de situarse frente a un micrófono, pues era docente y esta es una profesión que requiere un dominio perfecto de la comunicación. Pero Carolina también es una madre dedicada y con un sentido de la solidaridad que se observa a través de sus redes sociales.
Aunque no cree en falsas esperanzas, es optimista y tiene fe en aquellos que trabajan por hacer un mundo mejor. El programa que lidera en Éxitos 99.9 FM es un claro ejemplo de ello, pues allí presenta a emprendedores, intelectuales, artistas y a tanta gente que no se deja vencer por las circunstancias. Su hija Tuti, tan querida por quienes somos amigos de Carolina, también nos muestra su sentido positivo de la vida. Su angelito, como suele llamarla, disfruta desde una ópera hasta desfilar por una pasarela.
Esta vez no hablo con Carolina de la realeza, sino que he querido descubrir para el lector algunos aspectos de su vida como ciudadana comprometida.
−Te graduaste como Ingeniero de Sistemas, ¿qué hizo que las comunicaciones se convirtieran en tu profesión?
−Una casualidad: después de haber dado clases de Matemáticas y Cálculo durante casi 25 años, un artículo de Ibsen Martínez donde criticaba agriamente a mi queridísimo y admiradísimo Luis Alberto Machado hizo que yo escribiera una réplica que El Universal publicó. Cuando vi mi artículo en el diario y la buena acogida que tuvo entre los lectores, me envalentoné y escribí otro, que también publicaron.
Ese artículo fue citado por otra persona muy querida para mí, Álvaro Miranda, quien era jefe de información del periódico, en su columna de los viernes. Cuando lo llamé a darle las gracias, me preguntó: “¿dónde estás metida tú que escribes tan bien y yo no te conozco?”. Yo vivía en Maracay y vine a Caracas a conocerlo. Me presentó a María Teresa Mata, y a las dos semanas recibí una carta de Andrés Mata, editor de El Universal, en esa época, invitándome a ser articulista semanal de ese diario.
Eso me abrió las puertas de otros medios de comunicación: Radio Capital, TVS y El Aragüeño en Maracay, Notitarde en Valencia, El Impulso en Barquisimeto, Correo del Caroní en Guayana, La Verdad del Zulia (donde dejé de escribir por voluntad propia), El Sol de Margarita en Nueva Esparta, el Diario de Los Andes en Trujillo, Táchira y Mérida, La Antena de Apure en Apure y Guárico, y en Nueva Prensa de Oriente en Anzoátegui, Monagas y Sucre. También Venezuela Analítica, Noticiero Digital y Mujer Analítica como portales web. De allí se unieron otros más, como El Estímulo, donde escribo semanalmente desde hace cinco años y más recientemente, Termómetro Nacional. También Runrunes. Trabajé en Radio Capital en Maracay, en Radio Caracas Radio y desde hace 12 años en Unión Radio, primero en UR Noticias y desde hace 10 años en el Circuito Éxitos.
−¿Qué piensas de aquellos comunicadores que hacen del protagonismo personal la noticia?
−La sensación de triunfo de dar “un tubazo” es algo normal para cualquier reportero. El problema surge cuando la investigación informativa se desvirtúa y, por dar el tubazo, se divulgan noticias falsas que no han sido corroboradas, que con la proliferación de redes sociales corren y se expanden a una velocidad increíble. Entonces la noticia falsa se convierte en algo imparable. Mi palabra de disgusto también va hacia los “periodistas” que roban las noticias que provienen de las investigaciones de otros y las hacen propias, olvidándose de los créditos imprescindibles y éticos.
−¿Qué consideras cohíbe a una persona, sus limitaciones propias o esa capacidad de la sociedad de imponer patrones excluyentes?
−Una combinación de ambas. Hay limitaciones propias que dependen exclusivamente de la personalidad de la persona. Pero si a ello se le añaden los patrones excluyentes, el hostigamiento, bullying, como lo llaman ahora por su nombre en inglés, cohíbe el doble, el triple y quién sabe cuánto más. Hay personas −incluyendo niños− que han llegado al suicidio. En el siglo XXI y con el descubrimiento del genoma humano, que echó por tierra todas las teorías racistas y de supremacías de clases, deberíamos ser más empáticos, solidarios y generosos. Todos pertenecemos a la misma raza: la humana.
−¿Cuáles han sido, hasta el momento, las mayores satisfacciones que te han dado tus hijas?
−Creo que apartando los éxitos como excelentes profesionales y como personas honestas y de bien de Irene y Sofía, la mayor satisfacción es saberlas felices. Y Tuti, que es mi angelito, lo es más que ninguna. Al verlas realizadas la satisfacción es infinita de saber que cumplí mi labor como madre. Y esto lo digo sin ninguna falsa modestia.
−En estos momentos de “fin de mundo” como decían las abuelas, ¿qué rescatarías?
−Creo que en todas las épocas ha habido la sensación de “fin de mundo”. Solo piensa que en el siglo XX hubo dos guerras mundiales, genocidios, exclusiones por raza y otras tantas barbaridades. Soy optimista y creo que estamos viviendo −con todos sus defectos− el mejor momento de la Humanidad, a pesar de la pandemia. Espero, y rescato, que la comunicación personal que es tan importante, no se pierda.
−Tenemos adelantos tecnológicos que nos facilitan la vida, pero junto a ellos convive todavía la esclavitud, la violencia de género, la explotación. ¿Por qué no lo superamos?
−Porque como dijo Einstein, si hay algo infinito es la estupidez humana…
−¿Qué ciudad te cautiva y por qué?
−Definitivamente, Estambul. Es la ciudad más fascinante que he conocido. Por supuesto hay ciudades que adoro, como Florencia, Roma, Budapest, Praga, Madrid, Barcelona y tantas otras, pero Estambul tiene esa mezcla perfecta de oriente y occidente, esa belleza que va más allá de lo puramente estético, que me cautiva y me hipnotiza. Y también me fascina Caracas, con su locura, su frenesí, su desorden… la tierra llama, ¿no?…
−¿Cómo ha sido tu relación con Madame Glamour? Pues nació como algo fortuito y continúa…
−Ciertamente nació como algo fortuito, por una entrevista que “se me cayó” a última hora y buscando a quién entrevistar encontramos un reportaje que tú, Mayte, habías escrito sobre la boda de un príncipe de Dinamarca. Mi productora estaba dudosa, pero la hicimos. Ese lunes, cuando llegué a la radio, me dijeron que Jaime Ross, vicepresidente del circuito, quería hablar conmigo. Yo temblé… Cuando te llaman a la oficina del vicepresidente es para algo muy bueno o para algo muy malo. Y fíjate lo que es saber de radio, que Jaime me dijo que tenía que volver a entrevistarte.
De ahí nació el espacio más querido y esperado de mi programa, Conversaciones con Madame Glamour, un “recreíto” −como tú lo llamas− necesario para seguir soportando lo dura que se nos ha puesto la vida en Venezuela. Nuestra relación se afianza semana a semana. Hemos construido una bella y sólida amistad, basada en la admiración y el respeto mutuos.
−¿Tus proyectos para el 2022?
-Más que proyecto, es un deseo: salir de este régimen y poder trabajar de lleno en la reconstrucción del país.
−Emulándote, cierro esta entrevista con tu pregunta de siempre: ¿Qué significa Venezuela para Carolina Jaimes Branger?
−Venezuela para mí es una paradoja: la quiero y la detesto; la necesito y, en ocasiones, quisiera no necesitarla. La llevo en mi mente y, sobre todo, en mi corazón. Me preocupa y me molesta, me encanta y me subleva. Su gente me conmueve, pero hay gente que me resulta deleznable. Veo tanto potencial y a la vez tanta ignorancia, que me pregunto cuál prevalecerá. Me da rabia que teniendo tanto para salir adelante lo que hagamos sea echar para atrás. Pero aquí estoy. Siempre digo que mi “plan B” es el crematorio de La Guairita. Me quedo para seguir educando, mi granito de arena o mi piedra de granito, no lo sé. El tiempo lo dirá. Aquí sigo. Aquí seguiré.
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